El Cuento del Calendario (Cuento Infantil).
Publicado en Dec 09, 2011
Érase una vez un año distinto, diferente, totalmente cambiado. Aquel año los meses se rebelaban ante el designio al que los tenían sometidos los científicos humanos. El primero en protestar fue, naturalmente, Enero.
- Me rebelo ante la tristeza de tener que ser el primero en hacer que el frío deje ateridos a los seres vivientes. No me gusta. Quiero ser febrero porque, al menos, así dejaría de ser el primero de una etapa anual que me desagrada. Febrero tampoco estaba contento. - Yo no tengo por qué soportar que los árboles, los pájaros y los niños y niñas estén tristes porque se congelan a la intemperie. No quiero. Deseo ser Marzo. Marzo estaba aún más descontento todavía. - ¿Por qué tengo que ser el mes del viento y el cierzo?. No me gusta. Yo quiero ser Abril. Consultado Abril éste también quería cambiar. - A mí no me gusta ser el mes de las aguas mil. Me gustaría no tener que cargar con el pecado de las grandes tormentas que arrasan todo lo que pillan a su paso. Me gustaría ser Mayo. Mayo se puso serio. - ¿Por qué tengo que ser yo el mes donde se inician las flores y el amor desenfrenado de las gentes jovencitas?. No. Yo no quiero ser el culpable de que las flores terminen por marchitarse y las jovencitas se enamoren locamente de hombres malvados. Quiero ser Junio. A Junio tampoco le interesaba ser Junio. - Me han puesto nombre de loco y durante mis días los locos y las locas andan sueltos por ahí. Y aún más los locainas y las locatinas. Quiero ser Julio. Julio estaba muy disgustado. - Me ha tocado ser la antesala del verano. Estoy cansado de no ser tan caliente como deseo ser. Quiero ser Agosto. Pero Agosto, enfurruñado, también protestaba. - ¿Por qué tengo que ser yo el que haga sudar de calor a los seres vivos y el culpable de que los montes se quemen?. Estoy harto de tantos grados sobre cero. Prefiero ser Septiembre. Septiembre aún protestaba más. - Me ha tocado ser el mes en el que los estudiantes dejan de enamorarse y, además, muchos de ellos sucumben definitivamente en sus estudios y terminan por abandonarlos. No, no y no. Quiero ser Octubre. Octubre no andaba tampoco muy contento con lo que le había tocado en el reparto. - Vaya, por Dios. No quiero seguir viendo cómo los árboles pierden sus hojas y cómo los seres vivos se vuelven tristes y taciturnos. Prefiero ser Noviembre. Consultado Noviembre este rechazó su lugar. - Yo soy el mes más incoloro e insulso del año. No tengo gracia alguna. Quiero ser Diciembre. Pero Diciembre no quiso cambiar su lugar. - Imposible. Yo soy feliz siendo el mes del Nacimiento del Niño Jesús. Y ante la negativa de Diciembre de cambiar de lugar, todos los meses tuvieron que dejar sus rebeldías y aceptar el lugar que les había correspondido.
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