AUTORITARISMO Y REPRESIN: LA PAZ ARMADA DEL PODER
Publicado en Dec 15, 2011
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PALESTRANDO
 
POR MARIO LOPE HERRERA
 

       

Mérida, Yuc., 15 de diciembre del 2011
 
AUTORITARISMO Y REPRESIÓN: LA PAZ ARMADA DEL PODER
 
 
“Y este Poder, que brota de la sociedad, pero que se coloca por encima de ella y que se divorcia cada vez más de ella, es el Estado"
                                                                                                                      Federico Engels
 
 
 
AUTORITARISMO, UNA TRADICIÓN DEL PODER
De la frustración podemos pasar a la impotencia y de ahí a la ignominia. La historia se repite. El escenario, el mismo. Las víctimas, las mismas. El victimario, también. Dicen que el periodismo es el primer borrador de la historia.
Después de acaecidos los indignantes sucesos en Chilpancingo, Guerrero, donde dos estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa fueron muertos a manos de la policía federal y ministerial, no se han hecho esperar reacciones de todos los ciudadanos y organizaciones del país. Sólo existe una voz que grita represión. Las autoridades niegan haber disparado contra los alumnos y por supuesto también niegan haber iniciado la refriega. Los estudiantes se manifestaban para exigir el reinicio de clases suspendido ya hace varios días por los maestros en protesta de mayores espacios y aumento salarial, y demandaban una audiencia con el gobernador de la entidad. Se encontraron con el brazo armado del poder.
Hace un par de días leí un artículo del premio Nobel de economía, Paul Krugman, donde alerta un soslayado “renacimiento” del autoritarismo en Europa ante los “valores democráticos” cada día más desacreditados. Y si en Europa sucede, imagínese en México, donde los valores democráticos se escriben con la mano derecha y el autoritarismo con la izquierda.
Lo que sucedió en Chilpancingo es otra página colmada de opacidad, que desgraciadamente ya está escrita, al menos, en borrador. Los gobiernos de nuestro país están destinados irremediablemente a la incapacidad de autocrítica; son gobiernos autoritarios, herméticos, donde se practica todo menos la justicia, el bienestar social, el progreso, las políticas públicas incluyentes; donde el discurso manipula, engaña, ilusiona, decepciona, y todo acaba en tragedia. Es que ya no importa qué partido o color esté en el poder, es el mismo poder con cara de represor. El ejercicio del poder en México, desde la cultura política, es acromático. ¿Quién entonces es víctima, si tradicionalmente el poder se escribe con sangre? ¿El gobernante o el gobernado? Gabriel García Márquez nos diría, en El otoño del patriarca, que el gobernante. Mario Vargas Llosa opinaría lo contrario. Pero esto no es ficción literaria. Las perspectivas humanistas o filológicas no encajan en este molde. Esto es gobernar, y gobernar en México es sinónimo de, como diría Don Porfirio Díaz, “mátalos en caliente”.
               Al siguiente día los estudiantes salieron a las calles para exigir la renuncia y juicio político en contra del gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre. Éste, ipso facto, separó de sus cargos al procurador de Justicia, Alberto López Rosas y en su lugar quedó como encargado del despacho el subprocurador de Control Regional y Procesos Penales, Alejandro Hernández Paz y Puente. Asimismo el secretario de Seguridad Pública, Ramón Almonte Borja, presentó su renuncia con carácter irrevocable.
               Los rotativos comprometidos con la verdad, la democracia y la justicia, publicaron en primera plana los vergonzosos sucesos de Chilpancingo. Las reacciones no se hicieron esperar en boca de diputados, senadores, intelectuales, periodistas y ciudadanía en general. La voz era una sola: justicia. El color de quien gobierna en Guerrero había quedado en segundo plano, el miedo era compartido: la paz armada con cara de poder.
               ¿De qué está hecho el Estado Mexicano? ¿Cuáles son las premisas para hacer valer la ley? ¿Quién, en este país, tiene derecho de levantar la voz? No es casualidad que el movimiento de Javier Sicilia (Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad), en días pasados, se haya estremecido con tres asesinatos, un atentado y dos desapariciones. La voz del movimiento acusa al Estado de una “eliminación selectiva de líderes sociales”. Es la guerra sucia. Pietro Ameglio, líder de este movimiento pacífico, advirtió en entrevista a la revista Proceso, que “hay un exterminio selectivo de activistas sociales. No digo que sea de grandes masacres, sino selectivo y creciente en estas últimas semanas en contra de gente con una visibilidad pública y un liderazgo nacional o estatal. Eso se ha acelerado las últimas semanas de un modo preocupante”. (Proceso, No. 1832, pág. 26).
               El martes 13 del presente, en  el programa de radio de José Cárdenas, escuché afirmar a unos de los líderes de la manifestación de Ayotzinapa que un compañero suyo había sido torturado por policías ministeriales para que se declarara culpable de haber iniciado la balacera. Además, los agentes obligaron al manifestante con golpes y toques eléctricos a tomar un arma e imprimirle las huellas digitales. Los líderes, indignados, exigían la destitución del gobernador y abrirle juicio político.
               El país se hunde en una severa crisis social que el Estado no quiere reconocer, porque sabe que la tiene. ¿Es necesario un estallido social para que reaccione? Será demasiado tarde. El discurso oficial divide a la sociedad, la desorienta, la marea en una enredadera de palabras ilusorias, en utopías paradisíacas de campaña. Cuando el ciudadano despierta se halla en urnas de sangre.
              
 
               REPRESIÓN, ESPEJO DEL PODER
 
               La represión de los gobiernos municipal, estatal y federal, no es propia de la cúpula del poder. El poder se traduce no sólo como el ejercicio del Estado, hay otras instituciones que practican el poder y reprenden para sus propios fines o son vehículos del aparato estatal. Por ejemplo el IFE. Este organismo, supuestamente ciudadano, árbitro de las contiendas electorales de nuestro país, no tiene ninguna facultad para hacer leyes, aunque sí velar que se cumplan en materia electoral.
               Hace unos meses escuchamos que el IFE regularía y monitorearía los minutos de los spots de los candidatos a la presidencia de la República. Ayer, en un programa de radio, se informó que el IFE tuvo la tentativa de monitorear los contenidos de los noticieros y programas de opinión propios de la llamada “comentocracia”. Y digo tentativa porque la echaron para atrás, no procedió por falta de votos en el Consejo General del IFE. ¿Imagínese usted lo que hubiera significado para la libertad de expresión que la hubieran aprobado? El organismo electoral intentó justificar dicho intento de represión con el argumento de que los noticieros de las televisoras, así como sus programas de contenido de opinión, no tengan “inclinaciones”, “desviaciones” o “tendencias” hacia algún candidato. Esto para hacer la campaña justa, que nadie tenga más ni menos. Pensando ingenuamente la propuesta no está tan descabellada, si se trata de hacer “la cancha con las medidas reglamentarias”, como diría Santiago Creel. Que las porterías no estén más chicas de un lado o más grandes de otro. ¿Pero quién en política es ingenuo? ¿Poder, autoritarismo? ¿De quién vino la orden para que el IFE haya propuesto controlar (¿usted le diría manipular?) los contenidos de los medios informativos? ¿Esto se llama represión; atentado a la libertad de prensa? ¿Qué opina usted?
 
              
CARLOS FUENTES, EL VERDUGO
 
               Esta semana presentó el prolífico escritor mexicano Carlos Fuentes su más reciente libro llamado “La gran novela latinoamericana”. Periodistas de todo el mundo abordaron al escritor mexicano más conocido en la actualidad y no pudieron evitar preguntarle lo que opinaba de Enrique Peña Nieto quien lo había confundido con Enrique Krauze en la FIL (Feria Internacional del Libro) de Guadalajara, al citar el libro “La silla del águila”. Fuentes dijo, “este señor tiene derecho a no leerme. Lo que no tiene derecho es a ser presidente de México a partir de la ignorancia, eso es lo grave. Los problemas exigen un hombre que pueda conversar como par con (Barack) Obama, Angela Merkel o (Nicolas) Sarkozy, y no es este el hombre capaz de hacerlo”.
               La cúpula priísta tachó al escritor de “arrogante”, Marcelo Ebrard se unió a Fuentes y hasta el “erróneo” autor de “La silla del águila”, Enrique Krauze, mencionó que la pifia de Peña Nieto es algo “mínimo”.
               Lo cierto es que la ignorancia abunda, todos somos en alguna medida ignorantes, no lo podemos saber todo. El mismo Sócrates estaría de acuerdo. Pero existen niveles, un hombre que pretende gobernar un país con más de 110 millones de personas con los problemas de seguridad, economía, narcotráfico, desigualdad social, injusticia, etc., no puede ser un ignorante. ¿Cuáles serán sus argumentos para gobernar? El hecho del Peñagate, como le han llamado algunos, no es la ausencia de lecturas. ¿Quién tira la primera piedra en un país que lee en promedio un libro al año mientras en Argentina se leen de 15 a 20 al año per cápita? ¿Quién dice yo? El asunto del error de Peña Nieto es que desnudó su falta de tablas, de visión, dejó ver una ausencia de autonomía y toma de decisiones con eso: decisión. Reveló ser un hombre manipulado por el poder, ya enfiestado de soberbia autoridad que aún no tiene. No es un hombre hecho para ser presidente de México.
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Artculo de corte periodstico

Palabras Clave: Represin poder autoritarismo

Categoría: Artculos

Subcategoría: Poltica


Creditos: Mario Lope Herrera


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