Es la noche más larga y el mismo laberinto:
( la noche se repite sobre las mismas tejas ).
Te llevo asida a mí con lazos de victorias
que sólo pueden ver mariposas minúsculas.
Se repiten los ecos que fomentan recuerdos
como cuando venías, en cintura de plata.
Mis ojos se confunden con lo largo del patio
y a cada remembranza se adhiere una neblina.
Es tarde, tarde ya para rememoraciones
pues aún los recuerdos esperan ruecas rotas.
Pero fundalmente, espero los solsticios
que solías traerme tras cada madrugada.
Mi condición de cuerdo la toman las visiones
de tu tez glamorosa encondida en un dédalo.
Más aún se repiten acordes primorosos
allá donde se hallara espacio para mis sienes.