En los años en que estuve trabajando como maestro de Literatura y Comunicación, entre otras materias, en los colegios ecuatorianos de Adonai, Hopking School, América Latina y El Sauce, no sé si dejé huellas en el pensamiento y la inteligencia de algunos de mis muchos estudiantes (tanto chavales como chavalas) pero si uno solo de ellos o de ellas me recuerda y aprendió de mí quizás algo que no sabía o que no comprendía bien... me doy por más que satisfecho.
Sólo sé que tengo, en este sentido, la conciencia totalmente tranquila porque cuando ellos y ellas quisieron aprender algo que no sabían, siempre estuve dispuesto a enseñárselo, explicárselo y aún aumentar más allá de lo que el pensum me pedía.
No sé cuántos de ellos y de ellas me recordarán en algún momento, pero tengo la conciencia sana de haber puesto todo de mí (hasta madrugadas enteras para preparar los temas del día siguiente) para no decepcionarles a los que quisieron aprender algo que no sabían incluso más allá de lo que podían consultar fácilmente en los libros apropiados para sus diferentes edades.
Sé que algunos o bastantes o quizás menos de los que puedo pensar o más de los que pienso, no quisieron atender a mis explicaciones. No importa. Si sólo uno de ellos o de ellas puso atención y aprendió me doy por más que satisfecho; porque jamás dejé de atender las inquietudes de los que quisieron poner atención a mis explicaciones.
Siempre dije (y no me engañaron  jamás ninguno de ellos ni de ellas) que era imposible que me oyeran claramente los que estaban sentados en las filas de atrás y algunos de las primeras filas dijeran (creyendo que me engañaban cuando sólo se engañaban a sí mismos y a sí mismas) que no me escuchaban bien. Como supe que eran engaños que no me engañaron jamás... yo al final de cada mes recogía mi cheque del sueldo más que bien ganado. Lo que piensen quienes no me vieron pasar noches enteras para preparar las materias me es ya indiferente. Pero aquellos años nunca los olvidaré como no olvidaré a quienes quisieron aprender (alumnos, maestros y directivos) algo de mí para bien o para mal de sus conciencias.