Las enseanzas de Ayora (Diario)
Publicado en Jan 14, 2012
Muchos y muchas de los que me han leído y me leen; así como muchos y muchas de los que me han oído hablar... todavía se estarán preguntando por qué razón me gusta tanto escribir y hablar sobre Mitología. Pues sí. Me encantan las mitologías de todos los países y regiones de la Tierra... y hasta escribo y hablo de Mitologías de pueblos pertenecientes a otros planetas que no son la Tierra. Pero esto tiene una explicación bien lógica y razonada.
Todo comenzó en mis años de estudiante de Bachillerato en el madrileño Instituto de Enseñanza Media San Isidro (que insisto que en aquel tiempo sólo era para estudiantes masculinos y no mixto como lo es ahora). Pues bien. Sucede que en uno de aquellos años de Bachillerato me tocó un profesor de Literatura que se apellidaba Ayora y que tenía una peculiar y singular manera de explicar dicha materia. Debía ser que a aquel profesor Ayora le encantaba, de manera muy especial, la Mitología; porque nos daba unas explicaciones muy "sui géneris" sobre la misma. Yo atendía sin decir palabra alguna para no perderme nada interesante de aquellas historias mitológicas. Y de ahí me viene esa costumbre que hasta me vino bien para pasar un Servicio Militar Obligatorio chupi lerendi melendi. Como ejemplo de todo ello me puedo inventar la siguiente, para demostrar a todos mis lectores y lectoras que es cierto cuanto digo: Apolo, que estaba muy encaprichado con ligar a Diana, la perseguía por todo el Olimpo al igual que un leopardo persigue a una gacela; pero mirad por dónde Diana era mucho más lista e inteligente que el engreído Apolo, que se creía tan guapo que se miraba todos los días en la Laguna Estigia para decirse a sí mismo que era capaz de conquistarla, y cazó un ciervo (porque Diana era la mejor cazadora de todo el Olimpo) y se lo dio de comer a Apolo diciéndole: "tómate esto de aperitivo, so hambriento". El desdichado Apolo tuvo la desgracia de comerse todo el ciervo completo y le dio tal dolor de estómago que, a partir de entonces, comprendió que era imposible que él pudiera conquistar a la bella Diana. Ahora bien, como Apolo era un llorica de miedo, pero llorica de verdad, se fue lloriqueando a Júpiter mientras le decía, entre balbuceos: "¡Ay, Júpiter, he podido entender que me es imposible conquistar a Diana!". Júpiter le contestó: "¡¡Ignorante guaperas, es que no te enteras porque eres un contreras!!" "¿Dé qué me tengo que enterar yo, oh, tú gran Júpiter, dioses de todos los dioses, semidioses y paradioses?" "¡¡No te enteras, guaperas con ojeras, de que yo tampoco puedo jamás conquistarla!! ¿Te has enterado ya, Apolo? ¡¡Anda, Apolo, no me seas más bolo y vete a llorar a Atenea!! ¡¡Yo lo único que puedo hacer es enfadarme mucho, mucho y mucho!!. Y Júpiter se enfadó tanto que hizo un corte de mangas a Apolo". Bueno, pues toda esta costumbre de escribir y hablar sobre Mitología en general; de todos los paises y regiones de la Tierra y aún de lugares de otros planetas ajenos a la Tierra, me viene de mis años de estudiante en el madrileño Instituto San Isidro gracias al profesor de Literatura, apellidado Ayora.
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