Los dos impotentes (Diario)
Publicado en Jan 17, 2012
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Recuerdo que el impotente golpeó, acompañado, no faltaba más, de otro tan impotente como él. El caso verdadero fue que escuché claramente la voz de Dios: "Aguanta". Fue una palabra clara y contundente. Aguanta, hijo mío, que a la vuelta lo venden tinto y ya me encargaré yo de hacer la justicia necesaria. Me salió la sonrisa del fondo de mi alma y a través del Espíritu Santo sólo me dio pena ver a los dos impotentes retirarse a su "asquerosa caverna". Y todo porque me negué a caer en las redes de aquel sucio negocio que tenìan de "tratas de blancas".
Suceso verdadero ocurrido muy cerca de la Gran Vía de Madrid, muy cerca de los "sucios" negocios de prostitución de la calle Valverde que yo conocía muy bien sin caer para nada en el impuro pecado de la fornicación. Era un bar de "mala muerte" para ellos y situado, si no me falla la memoria, en la calle de Fuencarral o alguna aledaña. Yo, al fin y al cabo, me marché silbando una canción de Gracias a Dios por la Plaza Mayor, donde regalé mis gafas rotas porque aquella noche el Ángel de Dios me hizo ser generoso con los más "depravados".
La presencia de una prostituta, acompañada de un jovencito al cual le habían roto la cabeza, de la cual manaba sangre, fue testigo de cómo los cristianos somos vencedores no con espada ni con ejército sino con el Espíritu Santo. Y las lágrimas inocentes vinieron a convertirse en victoria contra los impotentes seguidores del Mal. Así es la Justicia de nuestro Dios Padre. Así es la limpia victoria de Nuestro Señor Jesucristo contra los impotentes "luciferinos" (lástima me dieron y me siguen dando) que, más ignorantes que los inocentes analfabetos, creen que es en sus puños donde está el poder. Tan impotentes son que no saben, tan siquiera, lo que dijo Jesucristo a Pedro: "Guarda tu espada porque quien a hierro mata a hierro muere". Y es que en ciertos temas la impotencia de los cobardes se nota en que son incapaces de saber lo que es el Evangelio de Jesús, la fuerza del Evangelio de Jesús y la victoria del Evangelio de Jesús.
Para más detalle basta y sobra con saber que yo permanezco sano y salvo... mientras de aquellos dos impotentes ya ni me acuerdo de sus feos rostros; o tal vez los gusanos hallan acabado con sus miserables vidas de cobardes explotando a mujeres para ganarse unas podridas pesetas llenas de tan sucio hedor que hasta da naúseas recordarlo.
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Página de Diario personal.

Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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