Destejes nuestras pieles hoy y siempre,
tu rúbrica imborrable vas trazando.
Ya muchos te advierten con espanto,
para otros eres un simple ausente.

Confinas las memorias al olvido
sin ofrecer treguas a tu paso.
No existen en tu marcha los atrasos
Pero son infinitos los atajos.

Y dicen que el recuerdo es tu estela;
y dicen otras veces que son hieles;
y dicen otras tantas que son mieles;
más otros solo creen que es ilusión.

Embistes a las almas en tu andar,
y logras derrumbar antes su cuerpo
insistes incesante en tu esfuerzo
y hasta almas consigues derribar.

Para muchos resultas invencible
pero algunos te pueden derrotar.
Y yo con este verso escurridizo
procuro en los segundos figurar.

Tú llegas sin precisar permiso
y muerdes sin dar ningún aviso
y pasas a ser en quien eras espanto
el eco funerario de algún llanto.

Y para aquel que eras un ausente
te viertes en un verbo presente
cuya conjugación resulta indiferente
pues sus últimas letras siempre serán:
La Muerte.