Como un Gran Vacío (Diario)
Publicado en Jan 17, 2012
Tendría yo cumplidos, quizás, los 10 años de edad. Volví a casa después de haber pasado las vacaciones yo solo en la ciudad de Cuenca. Regresaba feliz al hogar pero... mucho había cambiado la vida allí. Lo primero que descubrí es que el conejo de Indias había roído el tebeo de Roberto Alcázar y Pedrín (el mismo conejo que Gimi estrelló contra el lavabo del cuarto de baño hasta casi matarlo, quizás porque el fascismo le había convertido en un ser malvado). El asunto es que Gimi había impuesto unas normas autoritarias. Sentí una sensación profunda de un Gran Vacío que me empezaba a decir que yo ya no pertenecía a aquel grupo.
Mi madre, siempre tan absorbida por la personalidad maligna de Gimi, contaba, mientras comíamos todos alrededor de la mesa de la sala, cómo Gimi se había bajado del autocar, había puesto la rodilla en tierra para apuntar mejor con su escopeta de balines y había destruido, de un disparo certero, la vida del humilde gorrión. Entonces fue cuando el Gran Vacío se me hizo realidad. Sentí, en el fondo de mi alma, el crimen del gorrión. Sentí, en lo más profundo de mi corazón, el dolor de la gorriona viuda que ya no vería más volver a su amado gorrrión llegar al nido, y el llanto de soledad de los gorrioncillos que quedaron huérfanos. Pero mi madre narraba la "gran hazaña" de Gimi como una heroicidad mientras contaba que todos los que vieron la escena aplaudieron como si Gimi fuese, en verdad un héroe por haber asesinado a un humilde gorrión. Mi padre me miraba en silencio, como solía hacer siempre que me quería enviar un mensaje de aliento. Mi abuelita materna me miraba con una expresión comprensiva. Y Dios me estaba hablando: "No seas como él, nunca seas como él, jamás seas como él". Yo guardé silencio. Las normas impuestas por Gimi me hicieron saber que yo ya había dejado de pertenecer a aquel grupo que le vitoreaba por haber asesinado a un humilde y sencillo gorrión que había salido en busca de la comida para su familia. ¿Cuál era, a partir de aquel día, mi verdadera familia? Fue cuando comencé a consolidarme como poeta y prometerle a Dios que algún día serìa un viajero para sembrar gorriones grises que hablasen de amor y de paz.
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