Plaza de Armas
Publicado en Jan 17, 2012
Plaza de Armas
Unas lágrimas abundan en tu cristal, Los latidos del corazón de una noble leyenda, Generosos de años y experiencia, Lamentos del sol en penumbra, Voces del mundo poderoso y soberano, Estallidos de historia, gráciles visiones del lejano misterio, Acontecimiento nuevo que no quiso consuelo. En el último piso del espasmo, un avión se estrelló contra la vida, En el sótano del cielo, un águila yace herida, Su garra desesperada ataca a los más perdidos, La llamarada del futuro se confunde con el humo lacerante y cínico, El lustrabotas ofrece el diario doblado al pasajero elegante, Los niños admiran globos rojos y blancos. Árboles de frondoso verdor auspiciaban el sendero, Esteros cordilleranos suavizaban las piedras, Yo partí hacia la cima, Tú volviste a la cascada, Nuestra separación marcó el fin del milenio, El bandoneón del tanguero se partió en dos. Los años dejaron algunos textos, El escribidor se sienta y juega con sus adverbios, Estableciendo un silencio entre su alma y su intento, Sobre el edredón de lana yace dormido un pañuelo, Más allá muy solitario descansa humilde un llavero, La noche azul me repasa el rostro con mano calma.
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