Los dos puentes (Cuento Breve)
Publicado en Jan 18, 2012
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Había una vez, en alguna parte del mundo, hace muchísimos años, una pequeña aldea de tan sólo 20 habitantes. Eran muy alegres y vivían felices. Siempre amigos, nunca discutían por nada, respetaban sus pensamientos y los compartían como si en vez de vecinos fuesen incluso hermanos. La vida era maravillosa en aquella pequeña aldea.
Pero un día que estban celebrando una fiesta placentera y feliz, se presentó en la aldea un diabólico personaje que los reunió a todos en la plaza de la aldea y les dirigió un discurso.
- ¡Hola, algeres vecinos! De verdad que da gusto verles a todos ustedes tan felices pero resulta que yo les digo que no saben los que es la verdadera felicidad.
Todos se quedaron callados, mirándose unos a otros sin comprender nada; mientras el diabólico personaje seguía con su verborrea.
- ¡Sí, alegres aldeanos! ¡Insisto en que ustedes no conocen lo que es la verdadera felicidad!
Los alegres aldeanos seguían sin comprender nada, mirándose unos a otros sin saber qué decir.
- ¡¡Yo les digo a todos ustedes, alegres aldeanos, que la verdadera felicidad se basa en tener ideologías distintas!!
Ahora sí que los alegres y felices aldeanos no comprendían absolutamenta nada. Era la primera vez que escuchaban esa palabra llamada ideologías distintas.
- ¡¡¡Yo os ayudaré a conseguir la verdadera felicidad!!! Es necesario ser demócratas y, como demócratas, es necesario tener ideologías distintas para conocer la verdadera felicidad. Así que es necesario crear dos Partidos Políticos diferentes y opuestos entre sí!!!
Los alegres y felices aldeanos se pusieron muy serios para escuchar lo que aquel diabólico personaje les estaba intentando explicar.
- ¡Hagan ustedes dos Partidos Políticos de diferentes ideologías opuestas y conocerán la felicidad completa! ¡¡Ya pueden iniciar el proceso desde este mismo idea!!
Y el diabólico personaje se marchó tan inesperadamente como había aparecido.
Los vecinos entendieron que había que dividirse en dos Partidos Políticos de igual importancia; así que 10 de ellos fundaron  el Partido Rojo porque decidieron que sus camisas debían ser de color rojo. Y los otros 10 aldeanos fundaron el Partido Azul porque decidieron que sus camisas debían ser de color azul.
Llegada la ocasión decidieron nombrar un Alcalde para que gobernase democráticamente y como no había manera de que triunfase ninguno de los dos Partidos Políticos en las elecciones pues eran ya 10 contra 10 en vez de ser sólo 20 felices y alegres aldeanos, decidieron, salomónicamente, que cada año se fuese sucediendo un Alcalde de cada color.
El primero en ser elegido fue el del Partido Rojo y se gastó todo el enorme erario público (ya que era una aldea próspera y con mucho dinero) en  construir un hermoso puente sobre un determinado lugar del río de la aldea. Esto hizo despertar la envidia de los componentes del Partido Azul. Por eso, al año siguiente, cuando le tocó ser Alcalde al del Partido Azul, éste derribó el hermoso puente construído por los del Partido Azul y se gastaron todo el enorme erario público en construír el mismo hermoso puente pero a una distancia de 10 metros del anterior. Esto enfureció a los del Partido Rojo y, al año, siguiente cuando les tocó gobernar a ellos, derribaron el hermoso puente construído por los del Partido Azul y se volvieron a gastar todo el enorme erario público en volver a construír el mismo puente en donde lo habían siutuado ellos antes. Los del Partido Azul entraron también en ira y al año siguiente derribaron el hermoso puente y se gastaron todo el enorme erario público en construír el mismo puente pero a una distancia de 10 metros, en el mismo lugar que ellos querían.
Fueron pasando las décadas y siguieron haciendo lo mismo tanto los del Partido Rojo como los del Partido Azul. Ya no eran ni alegres ni felices. Los 10 de las camisas rojas no se hablaban con los 10 de la camisa azul y el sentimiento del odio mutuo se anidó en los corazones de todos conitra todos por culpa no ya sólo de las dos primeras ideologías creadas después de la presencia de aquel exteraño ser diabólico que les había prometido la verdadera felicidad sino que hasta los de los mismos Partido Políticos empezaron a separarse los unos de los otros porque todos querían ser el Alcalde.
Y mientras los campos se secaban y ya no daban productos porque todos los enormes erarios públicos eran gastados siempre en construír el hermoso puente donde a cada Partido le convenía según  su ideología, los 20 vecinos cada vez estaban más amargados, más infelices, más insolidarios los unos con los otros y ya no reían, ni podían hacer fiestas alegres porque no había nada de dinero para hacer nada más que los hermosos puentes. Terminaron incluso por no saludarse cuando se cruzaban por las calles de la aldea.
Aún se cuenta, en muchas partes del mundo, que siguen haciendo los mismo y que ya nadie sabe reír pero los puentes siguen sucediéndose uno tras otro a diez metros de distancia.
El diabólico personaje que inventó lo de las ideologías distintas y hasta opuestas todavía sigue riéndose de aquellos 20 aldeanos quen, antes de su aparición, vivían como hermanos, no reñían nunca y jamás discutían por nada mientras, algres y contentos, compartían ideas y no ideologías entre sí. Ahora aquella aldea se ha convertido en un Infierno.
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Cuento breve.

Palabras Clave: Literatura Cuento Sociedad Conciencia Realidad Verdad.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Moraleja & Fábula



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