En el Parque de La Mujer de Quito (Diario).
Publicado en Jan 20, 2012
Mi chavala Lina sabe jugar muy bien al baloncesto, puesto que llegó a ser la líder y capitana del equipo de su colegio y a punto estuvo de ir a la Selección Ecuatoriana de Baloncesto Femenino; pero yo no me quedo atrás... como bien lo demostré varias veces a lo largo de mi vida. Recuerdo con gran nitidez una mañana en el Parque de La Mujer de Quito. Estábamos mi chavala Lina, Carlita (porque estonces todavía no era Carla pues tenía muy poca edad) y yo. Nos retaron otra familia de "jugones", de esos que o ganan o se enfadan tanto que se dejan de hablar por una larga semana.
No recuerdo el marcador porque para mí era lo de menos y me importaba aún menos que una alcachofa en vinagreta. Carlita no quería jugar (porque no le gusta el baloncesto sino el fútbol donde era una gran figura de su equipo colegial) y por eso éramos 2 contra 3. Así que, y debido a que me impedían entrar en el área de los 2 puntos, demostré mis habilidades baloncestsíticas encestando 3 ó 4 en la canasta, desde lejos y sin tocar para nada el aro. En alguna que otra ocasión he conseguido canastas increíbles; pero aquella mañana en el Parque de La Mujer de Quito dejé totalmente convencida a mi chavala Lina de que soy un espectacular alero; aunque algún ígnoro ignorante cra que estoy "tocado del ala". Y es que alguno que otro, más loco que Carioco, confunde la velocidad con el tocino, sobre todo ciertos gordinflones que nos saben hacer otra cosa sino comer parrilladas a dos carrillos en vez de practicar el baloncesto a ver si mejoran sus figuras físicas. Yo descubrí, en aquellos días, que hay dos clases de zánganos: los abejorros de las colmenas y los vagos que tanto abundan en la sociedad humana.
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