¿Qué era el guá? (Diario)
Publicado en Jan 20, 2012
Jugar al guá era jugar a las bolas. El juego de las bolas tenía su propio lenguaje: escamones, greles, mangas, carambolas y guá. ¿Qué era el guá? El guá era el agujero que hacíamos en la tierra para introducir en él las bolas después de haber hecho una carambola a la bola (o canica) de alguno de los rivales. Los escamones eran quiénes te ponían su bola muy lejos para que tuvieses enormes dificultades de hacer la carambola; mientras que, por el contrario, el grele era que la bola de uno de tus rivales estaba "a huevo" para hacer carambola. "A huevo" significa a pocos centímetros de tu propia bola. Y hacer mangas era una trampa que consistía en, después de haber hecho las operaciones legales de medir un palmo de distancia, en vez de lanzar la bola, siempre con los dedos de la mano, desde ese mismo punto, alargar el brazo hasta el codo. Eso era la manga. Una trampa que a veces cometíamos para no salir derrotados. Falta por decir qué era una "escupidera". No se alarmen por tal palabra. La "escupidera" era un guá mal hecho, con defectos, tan mal realizado que las bolas entraban y salían del guá en vez de quedarse dentro del agujero.
Juego favorito, antes de que fuese desplazado por el incomensurable e inolvidable juego de las chapas, jugar al guá fue una etapa más de mi infancia. Las chapas lo dejaron ya en el olvido y las bolas se quedaron guardadas por mi madre en algún cajón del mueble de la cocina. A veces me las encontraba de vez en cuando y a mi mente llegaban aquellos días de la primera de mis múltiples infancias en que jugar al guá en la avenida de la madrileña calle de Alcalde Sáinz de Baranda no suponía ningún peligro pues los automóviles eran muy escasos. Ningún peligro salvo que te pillase un "sacamantecas" de esos que te regalaban dinero para comprar bolas y te acompañaban con intenciones de pasear contigo hasta el descampado de la Doctor Esquerdo para "llevarte al huerto". No olvidaré el día en que el "sacamantecas" se quedó "compuesto y sin novia". No sólo perdió el dinero que nos regaló a mi hermano mayor y a mí sino que a punto estuvo de terminar en "chirona" porque el policía fue avisado. Seguro que aquel tiparraco pasó una buena temporada "entre rejas" y nunca habrá olvidado que, por culpa del guá, perdió el dinero y perdió hasta su inmoralidad. Y es que también el guá hacía justicia.
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José Orero De Julián
Dayana