El excelentísimo caballero de los cebiches (Diario)
Publicado en Jan 22, 2012
Es todo un excelentísimo caballero pero sin caballo. Ahora bien su educación es bastante escasa y la memoria parece que le hace malas jugadas porque tiene que grabar sus conversaciones con las damas para que no se le olvide. Por ejemplo eso de ejem... ejem... ejem... que resulta muy ejemplar para reír a costa de ellas. Tan excelentísimo caballero posee unos negocios tan lucrativos que olvida sus maneras y sus formas... quizás porque de tan excelentísimo caballero que es, aunque ya esté sin caballo, se debió de criar entre caballerías; puesto que reírse de tres damas es propio de escuderos y no de caballeros (por aquello de imaginar a un Sancho Panza triunfador en las islas Baratarias y eso que no son baratos, precisamente, sus cebiches). Estoy hablando de Los Cebiches de Rumiñahui.
Pero mira por dónde hoy me ha pillado de buen humor y le he contado algunos chistes. Por ejemplo que a su jijiji de mercanchifle yo me rechiflo con un jajaja de hombre honrado en los negocios. Hablando de mercanchifles, buen mercanchifle está hecho el citado excelentísimo caballero de los cebiches. Y conste que de todo esto nadie tenemos la culpa (mucho menos el Gran Rumiñahui que si viviera se sentiría verdaderamente avergonzado) sino de este excelentísimo caballero que, sin caballo en qué montar, no sabe escribir bien la palabra sinvergüenza (a lo peor resulta que es todo un sinvergüenza) porque desconoce lo que es una diéresis gramatical y se cree que todos somos algo así como pollinos para tomarnos el pelo; sin darse cuenta de que cada uno de nosotros y nosotras, por separado, tiene mil veces más cultura que un simple mercanchifle como lo es él, y que no nos engaña con sus triquiñuelas de grabar conversaciones (quizás porque le falla la memoria de lo que hay escrito en el contrato de alquiler) con sus simplones ejem... ejem... ejem... por ejemplo. Lo que yo digo, al final de unos cuantos chistes más que a lo mejor le han hecho muchísima gracia, es que solamente es un gaznápiro al cual tendría yo que cogerle del gaznate y convertirle en gazpacho; de tal manera que recordase ya bien, con grabación o sin grabación porque eso es una verdadera tontera de las muchas que hace el excelentísimo caballero de los cebiches, lo que pone el contrato de arrendamiento y cómo se debe cumplir con lo pactado si de verdad quiere ser un excelentísimo caballero. Sólo deseo que le sigan creciendo sus negocios y también algún que otro sabañón en los dedos de los pies para que sepa, de una vez por todas, cuánto hay que caminar, sin montar a caballo por supuesto, para conseguir cumplir nuestros sueños. Y nuestros sueños no los va a impedir un gaznápiro que apenas paga el recibo del "gaz". Bastante gazmoño nos ha salido el truhán; pero, mira por dónde, los truhanes por mucho que intenten ser excelentísimos caballeros se quedan solamente en simplones sanchopanzas que, en vez de caballo, usaba burro. Y es que hay burros de verdad entre los seres humanos. Tal como este excelentísimo caballero que sólo sirve para intentar reírse de tres damas aunque la risa ahora esté de nuestra parte mientras sigue al frente de sus carísimos cebiches. Esperemos a ver qué chistes me cuenta él a mí, cuando tenga el valor de darme la cara; porque ir voy a ir a ver qué pasa ya que tengo muchas ganas de tomar el sol en Cumbayá. Vamos "payá" me dice una voz dentro de mi conciencia. Vamos "payá" a tomar, todos juntos, el sol bajo un árbol de maracuyá.
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