Sin dudas es por demás reconfortante tomar como referencia un detalle determinado y  tratar de analizarlo, buscando el verdadero sentido del mismo, suelo adentrarme muy a  menudo en este tipo de análisis, generalmente en aquellos momentos en los cuales  necesito alimentar mi inquieta e inconformable necesidad de conocimiento y de  investigación referente a actitudes del ser humano o quizás de la vida misma, como por  ejemplo, en este caso, la música y lo que ella puede traernos a la mente al escuchar su  melodía.  

Eso de escabullirme entre los acordes, abriendo el corazón y soltando el alma, es un  lujo que todos podemos darnos; si bien la música anda sacudiendo mi ser a cada  instante, dos situaciones concretas cobraron significado y entonces se ganaron este  espacio...  

Pasaré a detallar los momentos:  

La primera, festival de canto y danza, plaza Hipólito Yrigoyen, jornada por demás  bulliciosa para mi gusto, entre el calor y los ruidos intentaba descansar y en eso  estaba cuando entre dormida escuché una voz muy dulce y hasta cierto punto podría  definirla como familiar, era una zamba y esa melodía me transportó a otro tiempo y a  otro espacio. Creí sentir en esos versos la voz -y hasta el modo de silbar- de un  recuerdo, de un momento vivido que marcó firmemente mi alma eternamente.  Fueron apenas unos segundos de gloria y por eso no quería despertarme, hacía fuerza para entender que estaba sucediendo.
Luego algo hizo que palpara la realidad, sin embargo -y eso es lo más maravilloso- pude discernir entre los sueños y entonces como en una dulce canción  de cuna quedé presa de ese hechizo. 
 

"Tu amor es una estrella con cuerdas de guitarra, una luz que me alumbra en la  oscuridad, acércate a la reja sos la dueña de mi alma, sos mi luna cautiva que me besa  y se va..." 
 

Por supuesto al otro día busqué desesperadamente el tema: "luna cautiva" y lo volví a  escuchar una y mil veces mas y en todas ellas, el recuerdo de aquel destello de  felicidad siempre estaba latente. 

La otra historia tiene que ver con otra canción que desde pequeña me gustaba y aclaro  que fue en mi infancia ya que en esa época no entendía inglés, de todos modos y sin  saber la letra, uno podía intuir la poesía entre la música de Los Beatles. 
 La excusa que me acercó hasta el "Álbum blanco" fue el cumpleaños de su ingeniero de  sonido, Chris Thomas, que nació un 5 de enero de 1947 en Inglaterra.  Es importante destacar que este impresionante trabajo de los cuatro de Liverpool se  gestó luego de su viaje a la India, el autor de esta maravillosa balada, George  Harrison, basado en el I-ching (en el concepto oriental basado en que todo "es" está  relacionado entre si a diferencia de la opinión occidental de que "todo" es una mera  coincidencia), fue en busca de una nueva canción.
En la biblioteca de sus padres, abrió  un libro al azar y las dos primeras palabras que encontró "gently weeps" le dictaron el  resto del tema. Quienes sepan de ellos sabrán que estoy haciendo referencia a la  canción "Guitarra vas a llorar" o "Mientras mi guitarra llora dulcemente".(Nota: en mi  afán de sacudir alguna que otra alma dormida, sugiero humildemente la versión unplugged  junto a Eric Clapton).  Lo cierto es que Google me facilitó la traducción del tema, por eso dejo aquí alguna de  esas sabias palabras que -ahora más que nunca- cobran significado en mi ser.  
 
 "Miro a todosy veo el amor dormidomientras mi guitarra llora dulcemente...no se como nadie te dijo como revelar tu amor, no se como alguien pudo controlarte,te compraron y te vendieron.Miro al mundo y me doy cuenta de que está girando,mientras mi guitarra llora dulcemente.Sin duda aprendemos de cada errory mi guitarra sigue llorando dulcemente..."  
 

Para finalizar, debo agregar, que estas dos historias hicieron eco en mi interior, son  el simple reflejo de lo que puede despertar la música en cada quién.   Por eso creo que estas noches de verano son una excelente oportunidad para escuchar y  compartir buenas melodías...por lo pronto, que de la música se encargue el maestro y  que cada cual atienda a su juego.