Cuando un día yo la vi por vez primera (Diario)
Publicado en Jan 24, 2012
Cuando un día yo la vi por vez primera yo me dije para mí de esta manera: vaya con Dios mi vida, vaya con Dios mi amor. Sentados en el jardín de la Residencia algo debí decirle que atrajo su atención porque, sin pedirle que lo hiciera, me confesó unas cuantas realidades de su vida. Tanto a ella como a mí nos habían inventado la misma falsa historia. Jamás ella ni yo habíamos vivido ninguna experiencia de drogadictos ni sufríamos de ninguna enfermedad nerviosa conocida o por conocer; pero alguien, escondido tras la envidia, había extendido esos falsos rumores con tal de que nunca llegáramos a conocernos. Ella me contó su historia y yo le conté mis sueños... y por eso estábamos serenos y lúcidos los dos. A media luz los dos... a media luz los dos... quizás en medio de su historia y mis sueños algún beso nos dimos los dos a media luz de la Fantasía.
Así que alguien, envidioso de nuestra mutua amistad, quiso llegar a conocerla para conquiustarla con sus "encantos" de irresistible Don Juan. Más ella no quiso ni tan siquiera conocerle y, como mágica solución para evitarlo, desapareció. El envidioso dio una patada de rabia y se regresó por donde había venido. Ella volvió a aparecer como parte de magia y me siguió contando su historia mientras yo le narraba mis sueños. Cuando tú te hayas ido yo no me esconderé en la sombra sino que trepando por el árbol escaparé saltando la valla del jardín. Así fue... así pasó... en la Residencia Doctor Escudero; la más moderna de España, asistida por Hermanas Carmelitas gracias a la labor del Doctor José A. Escudero Valverde. Calle de la Macarena, 1. Posiblemente sí. Pero... ¿qué hacíamos ella y yo allí?... simplemente contarnos historias y sueños llenos de tanta imaginación que era una vida completa de Setamor y Bisalma... El envidioso conquistador a lo Don Juan todavía estará preguntándose cómo se le escapó de entre sus garras aquella preciosa chavala. Sólo sé que paseando con ella por el pequeño jardín, lejos de la vista de todos los enloquecidos vividores de esta existencia que llaman normal, nos hicimos isneparables mientras duró la ocasión. Cuando un día yo la vi por vez primera yo me dije para mí de esta manera: vaya con Dios mi vida, vaya con Dios mi amor.
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