La salvacuentos
Publicado en Jul 15, 2009
La salvacuentos
Comenzaré este cuento, querido lector, por situarte en un lugar placentero. Imaginemos que en este preciso momento te transportas mágicamente al Caribe. Sí ...imagina que estás recostado en la arena tibia, al lado del mar de aguas cristalinas. Estás descansando plácidamente bajo un árbol, ¿qué árbol podría ser? Y sé, un sauce, un sauce que te brinda una sombra fresca. "¿Un sauce?" me preguntarás, "¿en qué playa has visto un sauce?". "En ninguna", te respondo, "esta es una playa imaginaria, o mejor dicho, una isla maravillosa en donde lo más insólito puede suceder". ¡Y tuvo que suceder! Estabas a punto de dormirte bajo tu sauce llorón cuando sientes el grito de una niña que se está ahogando. ¡Rápido! ¡Pide ayuda! Pero no es necesario, porque una bellísima guardacostas se ha lanzado ya en rescate de la niña. Te acercas al lugar del incidente para ofrecer tu ayuda. Sale la muchacha con la niña en brazos: todo está bajo control, ambas están sanas y salvas. Un aplauso general vitorea a la valiente nadadora, que agradece tímidamente el reconocimiento general. La miras más detenidamente y te sorprendes: es hermosa. De cabellos negros ondulados, ojos azules penetrantes en su rostro pálido como la luna. Se pierde tu mirada en sus rojos labios cual carmín, que denotan una sonrisa cautivante. No te has dado cuenta que todos se han ido y te has quedado mirando a la hermosa bañista. Mientras ella se marcha, despiertas de tu ensueño y regresas a tu arenosa y acogedora cama cuando de nuevo sientes un grito esta vez de mujer, mucho más leve. Es la espléndida salvavidas que se ha clavado un vidrio en el pie. Corres a auxiliarla presuroso y ¡oh sorpresa!, eres un médico, y lo mejor de todo es que has dejado junto al sauce una caja de primeros auxilios. Llevas a la muchacha a tu improvisado hospital, la recuestas con toda la delicadeza de que eres capaz y te dispones a atenderla como a el mejor de tus pacientes. ¡Es maravilloso que no se queje ni llore!. Te parece en ese momento ser un personaje de un cuento fantástico. Terminas de sanar la herida, pero...no te has dado cuenta que la joven te mira de una manera extraña. Tienes a tu lado un espejo y ¡milagro! Eres el más apuesto de los hombres. Más bello que Ulises, que Telémaco, que Eneas, más bello que Brad Pitt, Tom Cruis, Viggo Mortensen o Keanu Reavs. Ningún cantante o famoso de la tele puede igualar tu belleza, y menos ningún personaje de novelas. Tomas la mano de la joven muchacha y se la besas suavemente. Ella se sonroja, te agradece y comienza a contarte su vida. Tú escuchas atentamente, le haces preguntas demostrando que te interesa su historia. Cuando de pronto ella te pregunta: _Veo que eres médico ¿tienes vacaciones que vienes a visitar estas playas? No sabes que responderle. No puedes contestarle que una autora como yo te pidió que viajes con la imaginación a un lugar paradisíaco. Sabes que ella no lo creería. Ella es una persona real, y tú eres ficticio, debes pedirme que invente una excusa para que salgas del paso y no quedes mal parado. "¿Qué quieres que invente? ¿Crees que podríamos hacerle creer que, como eres médico, estás en ese lugar haciendo una investigación muy importante?". No, me parece poco creíble, en ese caso deberías estar en un laboratorio. Pensaré en otra excusa, lector, pero debes ayudarme, porque si permaneces tanto tiempo callado la chica terminará por aburrirse. ¡Vamos lector! ¡Debemos pensar en algo!¡ Ah! ¡Ya está!, le dirás que estás de vacaciones como ella pensó, para que quede contenta, a las mujeres les gusta eso, adivinar. Pero le dirás inmediatamente que vuelves a tu trabajo en una semana, de lo contrario creerá que eres un perezoso y que encima te aprovechas de la confianza de tus jefes. ¿Qué opinas, eh? "Soy médico...y estoy aquí para curar las heridas de tu corazón" dijiste "¡Pero lector! ¡No te gustó mi genial idea de las vacaciones? ¿Por qué te salió el poeta de adentro? ¡Eres demasiado atrevido! ¡Dile que era una broma y arregla el asunto! "Veo que tu corazón está triste" le dices "se más de dolores espirituales que de corporales" "¡Lector obstinado y meloso" ¿Cómo puedes desobedecerme? Soy la autora, tú eres mi personaje y ahora cambias todo diciéndole esas zalamerías a la chica. Ya verás como te va y te quedas con las manos vacías. ¿Acaso no tomo yo todas las decisiones y puedo conducir la trama como más me guste?" "No" me dices "Déjame hacer a mi lo que quiera" "Está bien, si te crees tan capaz...pero luego no me recrimines nada si sales perdiendo" Ves una lágrima resbalar por las mejillas sonrosadas de la guardacostas. Te mira fijamente y hace un gesto de afirmación con la cabeza. "Sí" responde "sufro de dolor en mi corazón ¿cómo lo sabías?" Esta vez me ganaste, querido lector. Tenías razón, le diste al clavo. Pero fue gracias a que yo inventé una muchacha buena y sensible. Ahora le dirás que cuando la miraste a los ojos descubriste que sufría y por eso estás dispuesto a auxiliarla. Te está mirando, apresúrate a responderle. "Tus ojos son tan profundos" comienzas "que no pude evitar adentrarme en ellos. Veo que sufres, que tienes una herida de amor que no sana" Le has dicho exactamente lo que yo quería, solo que con palabras más poéticas. Admiro en ti lector, el don que no poseo. Ella, el motivo de este cuento, se acerca a ti, te da un abrazo espontáneo al que no sabes cómo responder. De pronto, sin que ella lo perciba, recibes un papel en tu mano. Es una nota mía. Sí, efectivamente, ha sido engañada al igual que tú y tantos otros individuos en el mundo real. Le cuentas tu experiencia, aderezada con anécdotas, arrepentimientos culpas y otras cosas. No olvides decirle lo del papel, que uno siempre confía al principio y jamás imaginaría la infidelidad del otro. Luego de tu relato, y mientras el sol se pone en el horizonte, ella te relata, con estilo épico inigualable, las idas y venidas de su vida, y su última decisión de olvidar el pasado salvando vidas en ese lugar donde la música se pega a las caderas. ¿Qué te sugiero hagas lector? Invítala a dar un paseo por la playa, luego llévala a tu casa o departamento y cocina tú mismo. No hagas como en las películas que el galán la lleva a un lujoso restaurante y en su lujoso auto van a pasear bajo la luna llena. Esta es mi idea, claro, tú puedes tener una mejor. Pero con esta clase de señorita has de comportarte de diferente manera...recuerda que ella es sensible y buena...imaginemos que tú eres el hombre indicado para ella. ¡Sí, imaginemos lector!, como te propuse al comienzo de estas páginas. A esta altura ya debes haber aceptado el pacto de ficción, no creo que creas que todo lo que he creado es creíble ¿no lo crees?
Página 1 / 1
|
Joanna Mumbr
En plan irónico: Tan lúcido como complejo tu relato, lograste que nadie opinara. Felicidades!
Mercedes