Esa edad llamada indefinida (Reflexiones).
Publicado en Feb 04, 2012
Un día despertamos y nos damos cuenta de que hemos perdido algo en este caminar por las edades del tiempo. Sin darnos cuenta nos hemos introducido en ese tiempo, en ese espacio, en esa dimensión donde todo se nos evapora entre los dedos mientras damos unas cuantas caladas al cigarrillo que se consume lentamente pero que no acaba nunca de apagarse. Estamos ya en esa edad llamada indefinida; en esa edad en la que, de pronto, somos tal como éramos. Más allá no existe más frontera que ella acompañándonos en el largo viaje sin final.
Un día soñamos que estamos despiertos, abrimos los ojos y vemos la realidad; esa realidad transformada en lo que siempre hemos estado soñando. Y, de pronto, la llama del cigarrillo nos da suficiente calor y luz como para poder caminar entre las tinieblas sabiendo que hemos alcanzado la meta deseada. Ahora todo es diferente. Somos tal como éramos al principio del camino... ¿Cuál es ese deseo que sólo lo alcanzamos despiertos, un día cualquiera en el que el sueño se hace realidad? No. No me estoy refiriendo a ninguna metáfora literaria de los muy ilustres escritores del Siglo de Oro porque la realidad es que nuestro Siglo de Oro somos nosotros mismos: ella y nuestro yo. Y es que habría que revisar muy bien toda esta vida de apariencias para descubrir la Verdad. Tenemos la identidad de los diferentes a todos los demás y alguien nos llama a seguir soñando... alguien que extiende sus sonrisas para decirnos que somos tal como éramos. Ese alguien se llama Jesucristo y está más vivo que nunca jamás lo ha estado otro ser humano proveniente de la Divinidad.
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