2.- Dies Irae
Publicado en Feb 08, 2012
Isaías e Isaac se habían vuelto muy unidos desde la muerte de Eugene. En cambio, se habían alejado de Ben.
Aquella tarde, Isaías se había escapado de su encierro y confiado en que nadie iba a buscar a Isaac a su celda, se había reunido con él para compartir su botín. - Creí que te habían confiscado esos bizcochos- dijo Isaac, mientras comía -supe que te atraparon infraganti. - Pude ocultarlos a tiempo, en el jardín. Mientras decidían a dónde me enviaban, localicé rápidamente una maceta. - Pues vas a librarte de cantar el réquiem el domingo. Tú sí que tienes vacaciones. Isaías era un chico corpulento para su edad, aunque su cara seguía siendo la de un travieso mozalbete. Sus vivarachos y astutos ojos se asomaban bajo el cabello un tanto ralo y largo. Regularmente el uniforme le quedaba pequeño y sus brazos sobresalían bajo el pequeño y raído suéter. Era huérfano y había vivido de la mendicidad en las calles antes de ser recogido por el padre Juan. Su voz era ideal como soporte y por tanto, había sido acogido para participar principalmente en el coro. En la actualidad se encontraba en la sección de los bajos, donde asistía poco debido a su constante indisciplina. - El coro ya me tiene hasta el fastidio- se quejó Isaías con la boca llena -además se mueren por racimos. El mes pasado enterramos a Dubois, y al "pajarete" Willows, el primero de escarlatina y Willows de tosferina, sin contar la extraña muerte de la "cotorra". Sin embargo, se dio cuenta de que su último comentario tendría un efecto adverso en su amigo. Por lo que se decidió a expresar sus miedos de forma directa. - No es por fastidiar, pero hay rumores en el internado de que el coro está maldito desde que se fue Eugene. Créeme. - No prestes oídos a cosas semejantes- le dijo Isaac -el coro es mi vida y digan lo que digan, jamás lo abandonaré. Y no es verdad que los del coro han de morir en extrañas circunstancias. Cada año, muchos de nosotros ya no regresan, por desgracia. - Al menos murieron confesados- dijo Isaías - coincidió con la visita de los frailes del Norte ¿Recuerdas? Isaac no había reparado en eso. Efectivamente, los dominicos de aquella abadía venían con regularidad al convento del Este, con motivo de las ordenaciones sacerdotales. - Entonces... debieron confesarse con Giulio Tovalto, si no me equivoco. - ¡Exacto!- un tipo duro ¿Recuerdas? Dicen que tiene el don de adivinar los pecados y de anticipar tu condenación eterna. Por eso yo nunca he ido a confesarme con el tal Tovalto. - El domingo lo tendremos de vuelta- le dijo Isaac -con motivo del réquiem volverán a visitarnos. Así que podemos retarnos a confesarnos con él. - Yo no- declaró Isaías. - Apostemos- dijo Isaac, entusiasmado -a quien le gane el miedo y no se atreva, le tocará robar morcillas la próxima vez. - No seré yo- renegó Isaías. Y es que robar bizcochos era una cosa, pero robar las morcillas, que era guardada bajo llave en una alacena que se ubicaba a considerable altura, era un riesgo que pocos deseaban correr. Una vez que se hubo marchado Isaías, Isaac extrajo sus libros de canto bajo el catre y se dispuso a ensayar el "Dies Irae". Empezaba a entonarlo, cuando una extraña voz pasó por su cabeza, como el aire seco y frío que se colaba por la ventanilla de la celda. "Da mihi animas, caetera tolle", "Da mihi animas, caetera tolle", "Dies Irae, dies illa solvet saeclum in favilla" Aquel siseo, muy similar al ruido de las hojas secas contra el piso, dejó inquieto a Isaac. Inmediatamente dejó de cantar y se asomó al pasillo, el cuál encontró completamente desierto. Isaac se encerró nuevamente en su celda y empezó a orar asustado. Aquella interferencia no era como las voces que escuchaba en derredor, cual si oyese los pensamientos de los que le rodeaban. Por principio, no era una voz humana, sino el producto de algún elemento que claramente expresaba un mensaje que le parecía estremecedor. Llegó la noche e Isaac, ya más tranquilo decidió conciliar el sueño. Una brisa extrañamente cálida rumoraba fuera de su celda, pero el cansancio le impidió escucharle.
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Antonio JImenez Villa
FELICIDADES AMIGA.
ANTONIO J.
El...vi...ra
Gracias por tu respaldo y apoyo.
Laura Torless
Aquí está Elvira
MAVAL
ya me intrigó!
Aquí está Elvira
Marcelo Sosa Guridi
Aquí está Elvira
María Ester Rinaldi
Aquí está Elvira
Abrazos, amiga.