Los trece capullos (Novela Corta - Guin Literario de Cine) Captulo 5.
Publicado en Feb 12, 2012
Madrid, 5 de agosto de 1939
- ¡¡Vámonos, mis valientes discípulos, hasta Vallecas... que está lleno de obreruchos!! -les arengó, con su voz afeminada, Onésimo Ledesma de Rivera- ¡¡aquí ya hemos cumplido con nuestra labor de limpieza y ahora sigue el baile!! Los doce esbirros de Onésimo Ledesma de Rivera le vitorearon como si fuera un verdadero campeón y, lanzados en tromba, atropellándose los unos a los otros y cayendo al suelo para levantarse cada vez más eufóricos por su "grandiosa hazaña", se subieron al camión. Salieron, nuevamente, a la Doctor Esquerdo pasando por el Barrio de La Elipa y marcharon, cuesta abajo, hacia Vallecas donde ya estaban despiertos todos los vecinos, trabajadores de la construcción la mayoría de ellos, lanzando alaridos nazis al llegar. Andrés estaba comenzando a desayunar unos huevos fritos con patatas y un poco de palometa cuando escuchó los dichos alaridos. - ¡Cuán gritan esos malditos, más mal rayo me parta si en acabando esta carta no pagan caros sus gritos! - ¡Qué gran poeta eres, Andrés! - No es mío... es de José... hermanita... - ¿De Pepe Blanco? - No, Maricarmen, es el principio del Don Juan Tenorio de José Zorrilla. - ¡¡Que salga alguna zorrilla!! -chilló, con su voz afeminada, Onésimo Ledesma de Rivera. - Me voy a asomar a la ventana y le voy a decir cuatro cosas. - ¡No lo hagas, Maricarmen, que es más prudente, de momento, no hacerles caso alguno! - Pero yo no voy a consentir que me llamen zorrilla. - No lo han dicho por ti. Son incapaces de decírselo en persona a una sola chavala y por eso hablan en general. - ¡Pues se va a enterar ese desgraciado lo que es una generala militar! Maricarmen, sin dejar que su hermano pudiera decir nada más, se asomó a la ventana de su piso de Vallecas. - ¡¡Orejudo!! ¡¡Que tienes unas orejas que parecen dos soplillos de viento y además tienes morro de cerdo, patas de cabrito y los riñones como al Jerez de la pea que llevas encima, so pedorro!! - ¿Quién ha sido esa? ¿Quién se atreve a decirme a mí orejudo, cerdo, cabrito y borracho? Maricarmen se entró de nuevo para adentro, cerró la ventana y comenzó a reír. - ¡Jajajajaja, Andrés! ¡Ya le he dicho las cuatro cosas que quería decirle! Y ahora que vaya y se lo diga... ¡Jajajajaja!. - ¿A quién se lo va a decir? - Supongo que a su gran jefe El Maimónides; porque has de saber que yo también sé algo de cultura. - ¿Quiés es Maimónides, Maricarmen? - Sólo es una manera de hablar nada más. Maimónides fue el autor de la Guía de perplejos... y bastante perplejo que se ha quedado ese mamón. - Pero... ¿sabes tú quién es su gran jefe? - Lo sabe todo Vallecas. Es el menda ese de Emilio Miño y Álvarez de Lope de Rueda; el que nunca da la cara salvo cuando está dentro de su gallinero porque es más gallina que la gallina ciega intentando pillar a los que puede sin ver más allá de sus narices... ¡y mira que tiene narices la cosa!... que el tal Emilio parece al Nasón del que hablaba Quevedo pero aumentado a la enésima potencia... pero... ¡mira lo que es la vida!... tiene menos potencia que el carrito de los helados del Venancio. Andrés se contenía la risa para no armar tal estruendo de carcajadas que le sirviese a Onésimo Ledesma de Rivera poder localizar de dónde habían salido aquellos insultos y que, más corrido que un mono de la vergüenza que había pasado ante sus doce esbirros, necesitaba calmar su ira con alguno que, totalmente inocente a los hechos, pasase por su lado. - ¡¡Bajad todos del camión!! ¡¡Vamos a ver quién es aquí el más gallo!! Ya los trece en la calle comenzaron a caminar moviendo las caderas y el trasero como si de coristas del Pasapoga se trataran, creyendo, en su ignorancia, que así caminaban los machos. Hasta que se toparon con uno de aquellos obreros que, con su marmita en la mano izquierda y fumando un cigarrillo de la marca Ideales, iba al tajo. - ¡¡Oye tú, majadero!! ¿Hacia dónde crees que vas? - Pos como siempre. - ¿Como siempre qué? ¡A ver si hablas bien porque no se dice pos sino empués! - Si usted lo dice así... así será para usted... pero yo digo pos ya que estamos empezando la pos guerra. - No tan aprisa con eso de la pos guerra, gallito de pelea, que aquí el más gallo soy yo... ¿te has enterao? - No se dice enterao sino enterado... pero sí... me he enterado lo suficiente... porque resulta que el más gallo de todos no es usted sino Joselito. - ¿Quién es Joselito? - Para ser tan cornudo sabes muy poco de toros. Joselito Gómez Ortega era El Gallo pero mire usted por dónde se nos murió... pero todavía queda otro Gallo que se llama Rafael. - ¿Quién es Rafael? - Pero... ¿en qué país vive usted? Rafael Gómez Ortega es ahora El Gallo porque resulta que es el hermano mayor de Joselito. - Me estás haciendo un lío. - Pero... ¿no sabe usted, so ignorante, que en Vallecas sólo admitimos a Rafael Gómez Ortega como el único gallo de nuestro corral? - ¡¡Aquí en Vallecas no hay hombres; porque sólo sois monos. monitos, monicacos y monicaquitos!! - Y tú debes ser, sin equivocación alguna, la mona Chita o, peor todavía, la última mona en el escalafón de Gibraltar; porque aunque la mona se vista de gilipollas, mona se queda. A Onésimo Ledesma de Rivera se le hincharon, por enésima vez, las venas del cuello. - ¡¡Gibraltar español! ¡¡Di ahora mismo Gibraltar español o desapareces!! - Desparecer no puedo porque no soy el mago Houdini, ¡no te jode el menda éste! - ¡¡Que te he dicho que digas Gibraltar español!! - Vale, Esparteros, anda a darte una vuelta por el Rastro... arrastrao... que eres un arrastrao. - ¡¡Te digo por última vez que digas Gibraltar español!! - Para que se entere, señorito Pimpinela, que parece usted Pimpinela Escarlata, lo único que nos interesa de Gibraltar, a los vallecanos, son las gibraltareñas. Si el peñasco de Gibraltar, que otra cosa muy distinta es el Campo de Gibraltar para que aprenda usted lo que es la geografía hispana, es español o no es español, a los vallecanos nos importa menos que si Tarzán está enamorado de Chita o si Chita está enamorada de Tarzán. So tarzánida... que parece usted la Reina de los Titís. Anda ya para tu pueblo que te pareces a Alfonsita La Perezosa buscando clientes en el Pasadizo de San Ginés, pelandusco vestido de gilitonto. - ¡¡Yo soy El Látigo de Vallecas!! - Y mi madre es Juana La Loca. - ¡¡Bájate inmediatamente los pantalones, obrerucho!! - Bajámelos tú si tienes cojones, arquitecta. - ¡¡Tira para adelante, pollo, que no tengo ganas de darte dos hostias!! - ¿Es que es usted el Arzobispo de Canterbury? - ¡¡Que tires para adelante que no te quiero ni ver!! - Pues menos quiero ver yo a un espantajo como usted; así que Dios le dé un buen día porque no quiero yo darle un par de leches. El albañil vallecano se dio la media vuelta y siguió su camino cuando... de repente... el disparo de la pistola de Onésimo Ledesma de Rivera le atravesó la espalda y cayó, muerto, al suelo. - ¿Alguien más me quiere llamar mona? - ¡¡Yo!! ¡Yo te llamo la Mona Lisa, so cabrón, porque además de mona tienes la sesera más lisa que la tabla de planchar de mi madre! - ¿Quién eres tú? -tembló de la cabeza a los pies el cobarde y traicionero Onésimo Ledesma de Rivera. - Alguien. Soy alguien. - O sea, un pelanas don nadie. - Seré un pelanas don nadie pero por lo menos sé quién es mi padre... quizás tú no lo sepas... Onésimo Ledesma de Rivera no se atrevió a decirle nada y, corriendo con sus doce correligionarios ante la amenaza de un grupo de vallecanos que habían acudido ya, se subieron de nuevo al camión. - ¿Cómo te has atrevido a todo eso, Andrés? -se le acercó José Luis. - Porque no podía soportar tanto alarido histérico y cómo no podía concentrarme en mis pensamientos mientras desayunaba tranquilamente, he bajado a ver qué le pasaba a ese niñato de papá y mamá si es que sabe quiénes son su papá y su mamá que lo dudo. ¡Lástima que no pude llegar a tiempo de evitar la muerte de un compañero y os pido perdón por eso! - No te preocupes, Andrés. Has evitado la muerte de otros muchos. - Antes de eso tendría que haberme matado a mí; pero por mi padre que antes de matarme a mí sus esbirros yo me hubiese cargado a esa cerda con tirantes sólo con mis manos desnudas. Desnudo vine a este mundo pero en este mundo no podemos estar vestidos los dos. No hay lugar para los dos en esta vida y, por supuesto, el muerto es él... porque nosotros pasaremos hambre por culpa de gentuza como esa, pero él se harta todos los días de comer mierda. ¡¡Adiós, harto sopas!! ¡¡Y no vuelvas por aquí nunca jamás en tu jodida vida de haragán lameculos!! ¡¡O tú o yo pero uno de los dos no pasa de mañana!!. El camión se perdió de vista en medio de la lluvia que acababa de comenzar a caer como si desde el cielo los ángeles estuviesen llorando...
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