Poesía Zen (1)
Publicado en Feb 14, 2012
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No es que no desee
poseer nada del mundo,
es que así me encuentro mejor.
                                Ryokán
                
                   1
Primero me iré yo. Y luego,
algún remoto día se irán a su vez
este mundo y la luna. La clara luna llena
de hoy. Sin embargo, mientras
es tiempo de mi partida,
contemplo la luna y como nunca,
me siento a gusto con este mundo.
 
                   2
Lo asombroso del amor eterno,
es que termina
en el momento menos pensado.
Aquí radican su dicha
y su real eternidad.
 
                 3
El viento desplaza
como a gaviota herida, la blanca bolsa
por la carretera.
¿O es al contrario?
Como a blanca bolsa plástica, 
el viento desplaza por la carretera
a la gaviota herida...
Prefiero no averiguarlo.
 
                4
No voy para ningún lugar,
aunque parezca siempre caminar hacia allá.
Mi destino es el sitio donde ahora estoy.
No tengo prisa. Más limpias las nubes.
 
                5
 Me ocultaré donde todos puedan verme.
Tal como me aceptan o me rechazan.
Tan obvia esta luz, que podré ocultarme
a la vista de todos y jugar sus juegos.
Podré fingir que sueño y duermo como todos ellos.
Participaré, sin decir ni objetar nada, de sus actividades
dentro del sueño.
Me ocultaré por sus calles atestadas de gente.
Sonreiré como todos ellos sonríen
en su cotidiano trajín.
O gemiré como gimen en sus funerales.
Usaré la misma ropa, los mismos gestos,
igual protocolo social y acataré sus normas.
Rezaré una tras otra todas sus plegarias.
Respetaré sus dioses. Tan obvia es esta luz,
que ningún indicio que provenga
de ella será aceptado por esta gente.
Esta luz que me regalan porque nadie
la vende y nada vale. Ninguno es su propietario.
¿Una intermediaria?     ¡La luciérnaga!
 
                       6
 Estas largas noches, desembocarán
en largos atardeceres que también arribarán
a otras largas noches. En el poema,
no hay señales de ningún amanecer.
Tampoco en la música. No las hay en el vino
ni en los besos. En ninguna filosofía
hay señales seguras: la vida transcurre así,
hasta el último atardecer. 
 
                     7
Hoy no soporto al niño que fui.
Mucho menos tolero al viejo que seré.
Desde aquí, no me parezco hoy a ninguno de ellos.
Observándolos, encuentro pocas cosas
en común.  Lo único constante, es la paz
del pueblo y las pequeñas flores del camino.
Para ser sincero, cuando los veo
con una flor y una piedra en sus manos,
les sonrío y me amo un poco más.
La flor sigue igual. Del niño, del viejo y de la piedra,
nada queda.
 
                     8
 Donde quiera que ancle después de morir,
viviré desterrado
si me faltan un árbol y un camino. Viviré
en exilio sin la neblina de mis montañas
y sin las flores del guayacán amarillo.
 
                    9
Debe ser acogedor el lugar
donde llegas cuando mueres,
porque nadie regresa.
Quienes lo hicieron, volvieron a irse.
 
                 10
 Debe haber un árbol sin nombre todavía.
Uno muy grande donde anidan
aves sin nombre cuyo canto nadie escucha.
Bajo su sombra sin nombre,
descansaré la noche de un día sin nombre. 
y sus frutos sin nombre,
descansaré la noche de un día sin nombre.
 
                    11
Por entre el silencio de esta noche
calarqueña, ¿hacia dónde van Mozart
y el canto de los grillos en mi corazón?
¿Para dónde, sin decírmelo, va mi corazón,
 cuando los grillos y Mozart se silencian?
Algo le dijo el viento a las hojas del platanal...
 
                     l2
Algo cierto: en una hora de soledad
caben todos tus años. En esa misma hora,
caben también los años
de quienes se fueron y de cuantos van a llegar.
Hay espacio para todos. Hasta los fantasmas
 pueden exigir algún rincón, alguna calle.
 
                    13
 ¿Cuál es tu religión?,
me preguntan estas montañas, cuando
cubierto de neblina asciendo por ellas.
El tulipán, respondo. Y se llena de flores
cada rincón del sendero.
 
                 
 
 
 
 
 
 
 
        
 
 
 
 
 
 
 
 
 
                   
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Foto del autor Umberto Senegal
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Miembro desde: Feb 13, 2012
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Descripción

Poemas de tipo zen sobre la vida, la muerte, el vacío y la existencia, en torno al paisaje.

Palabras Clave: Mundo luna amor camino luciérnaga Calarcá poema atardecer guayacán soledad Mozart religión tulipán.

Categoría: Poesía

Subcategoría: Filosófica


Creditos: Umberto Senegal

Derechos de Autor: Umberto Senegal


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