CASA DE UNICORNIOS
Publicado en Feb 21, 2012
Época de luna llena. En esa hora cuando no es de día ni de noche, en el bosque de Broceliande varios unicornios cocean impacientes, frente a la cabaña en penumbra. Unos salen y otros entran, amansados por el perfume de la doncella. Por primera vez los recelosos unicornios se sacian en el hogar de un ser humano. Ella vive sola en la cabaña. Su fama de casta y hermosa virgen trasciende los dominios de Arturo y de Merlín. De diferentes edades y con cuernos de variada longitud y grosor, dentro y fuera o en torno a la cabaña, se sienten seguros. Las amorosas palabras de la joven, sus habilidades y hasta la disposición de la alcoba con amplio espacio para echarse, los tranquiliza. Inquieta por el continuo cocear de los unicornios que rondan la cabaña, la doncella entreabre la puerta, limpia el sudor de su frente y mientras jadea voluptuosa verifica cuántos unicornios la esperan. “Con dos más, es suficiente por hoy”, piensa, mientras abre sus piernas con insatisfecha lujuria.
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