El pastor de la 44 (Diario)
Publicado en Feb 21, 2012
En realidad era algo tan gracioso como El Chavo del 8; pero no... en realidad no tenía tanta gracia ni nos poníamos en el lugar de él. Me estoy refiriendo al tiempo de campamento (3 meses) que pasé en el CIR (Centro de Instrucción de Reclutas) de Alcalá de Henares. De los curiosos personajes que conocí en la Compañía 44 el más patético (y de ahí que no tenga gracia como en un principio parecía) era un humilde pastor de ovejas de Santa Cruz de Mudela (pueblo de la provincia de Toledo) que resultaba ser analfabeto, puesto que no sabía leer ni tampoco escribir. Para que supiera cuál era el número que le correspondía en la formación debíamos avisarle a tiempo para así poder decir aquel ¡presente! que tanto nos obligaban a repetir una y otra vez hasta varias veces cada día. Le avisábamos con anticipación porque, en caso contrario, no se daba cuenta puesto que no sabía contar. Yo le pregunté un día que ¿cómo podía saber contar todas las vejas que cuidaba?. Él me respondió que no sabía contarlas pero que se las conocía a todas tan bien que no se le perdía ninguna. Y eso era por el mucho tiempo que pasaba con ellas.
En sí mismo esto no resultaba nada patético si los de siempre, los que se las dan de más listos que los demás, graciosos faltos de toda clase de compañerismo, no le estuviesen gastando siempre bromas de pésimo gusto porque era el más inocente de toda la 44. Esos le hicieron pasar las de Caín; porque al humilde e inocente pastor de ovejas toledano, analfabeto y con poco desarrollo intelectual sin ser por ello culpable, no hacían otra cosa más que hacerle sufrir. Algunas veces le robaban la gorra mientras estaba haciendo sus necesidades orgánicas en la letrina; otras veces se mofaban de él y le llamaban tonto y cosas todavía peores por decir "alivia" en vez de decir "ve más rápido", lo cual, para esos que se las dan de hombres más listos que los demás pero que carecen de lo más elemental para ser considerados seres humanos, solo era motivo para abusar de él. Era un grupo de facinerosos que abusaban de un ser inocente y bonachón que no tenía ninguna culpa de haber nacido pobre, en una familia toledana tan humilde que él no había tenido la oportunidad de haber ido a la escuela y se había tenido que conformar con ser un simple pastor de ovejas. Pero lo más cruel que le hicieron, lo imperdonable, lo que Dios estoy seguro de que no admite jamás, es que cuando los listos que se creían más hombres que los demás, los que se hacen el macho, en grupo por supuesto, ante un hombre sencillo e ignorante no por culpa suya, se enteraron de que estaba enamorado de una prima suya que, supongo yo, debía ser muy guapa o a él le parecía muy guapa. Le gastaron la broma más cruel que se le puede gastar a un hombre enamorado (y él si que en este tema por lo menos demostraba ser un verdadero hombre por amar a una mujer) porque, sabiendo que era analfabeto y no sabía leer ni mucho menos escribir, le dieron la falsa noticia de que su prima, la del pueblo de Santa Cruz de Mudela, estaba también enamorada de él y le pedía que, por mediación de alguien, le escribiera diciendo si era verdad que él también estaba enamorado de ella. El asunto era muy sencillo. Este grupo de facinerosos indeseables se presentaron voluntarios a escribir dicha carta. No sé, y desconozco por completo, la cantidad de barbaridades que se les ocurrió escribir de forma como de "machistas de feria" pues sólo eran eso nada más (a algunos los he conocido muy de cerca), burlones de la gente inofensiva... pero lo que sé es que un día me dirigió la palabra llorando o a punto de llorar, contándome que su prima le había llamado por teléfono (supongo que sería que le había llamado por teléfono) y le insultó gravemente diciéndole que era un tonto superlativo (y ya saben mis lectores y lectoras cual es la palabra que mejor define, en español, a un tonto superlativo elevado a la enésima potencia) porque ni ella estaba enamorada de él ni lo había estado nunca. Los "machitos", que habían llevado a cabo aquella "proeza" se reían como si el asunto hubiese sido tan gracioso como una emisión televisiva de "El Chavo del 8". Es lo más cruel que yo vi en aquellos 3 meses de campamento aunque vi otras cosas también deleznables. Yo me esforcé en intentar que aprendiese a leer y escribir pero los oficiales de la 44 me lo impidieron cuando me presenté como voluntario; así que me dediqué a intentar que aprendiese a guardar el paso (eso de izquierda-izquierda-izquierda-derecha-izquierda que nos hacían repetir enésimas veces para no olvidarlo nunca jamás) y a punto estuve de conseguirlo; pero el pobre y humilde pastor de ovejas perdió el paso justo en la prueba del ensayo general anterior al Día de la Jura de la Bandera. Le apartaron de la Compañía y no pudo jurarla junto con el resto de los compañeros como así estaban esperando sus familiares que habían acudido, aquel Día de la Jura de la Bandera, para verle desfilar junto con los demás. Lo siento. Lo intenté y ya casi lo había conseguido pero se equivocó justo cuando estábamos realizando el ensayo general y estaba el general delante. Quizás fuese porque, a veces o muchas veces más de las que serían justas, no basta con el empeño y, por desgracia, en aquella sociedad (quizás siga ocurriendo todavía) existían los perdedores como un humilde y analfabeto pastor de ovejas mientras supongo que aquella jarca de mala ralea (los que le gastaban tan crueles burlas al perdedor) estén ahora hasta ocupando altos cargos públicos o privados porque son los ganadores; los imperiosos ganadores de aquella sociedad que quizás sigan todavía siendo los mismos ganadores de la sociedad actual nada más que más maquillados con "crema" democrática, mientras los perdedores siguen malviviendo en las oscuras esquinas de la vida.
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