GALLINAZO AZUL
Publicado en Mar 06, 2012
Esplendorosa ave de largas alas (1.90 de envergadura) variedad de la especie Cathartes aura, de la cual sólo hay ejemplares en Arica y en el departamento del Quindío. Específicamente en Calarcá. De pico blanco con fina línea rosada. De tan extraño zamuro, sobreviven varios en este municipio. En su serie de aves, el fallecido pintor calarqueño Gabriel González Molina representó una hembra de 80 años de edad, verificables por el número de estrías de sus patas donde se observa la silueta del mapa del Quindío. Este gallinazo puede verse durante la madrugada o el atardecer. Vuela por el territorio quindiano hasta límites con Tolima. La Unión Internacional para la protección de la naturaleza (UIPN) lo considera en peligro crítico. En el libro Ojos de perro azul, García Márquez pone en boca de uno de sus personajes la descripción de dicho gallinazo ubicándolo en el departamento de Bolívar, por cierto uno de los mayores gazapos en que incurre el novelista colombiano. El crítico belga Alexander Wouters, de quien cito el dato, ha encontrado 1.378 gazapos en las obras del octogenario Nobel. Las descripciones de González, según nos lo aclaró este diez años antes de fallecer, las obtuvo de campesinos de la vereda El Pencil, de Calarcá. Lisandro Antonio Gutiérrez Osorno (75 años de edad), copropietario de la finca Los Costales, le refirió haber visto varios en los guásimos de su finca. El gallinazo azul no requiere hábitat determinado. Cambia fácil de lugar como ocurrió, en noviembre de 2007, en un sector del túnel que se construye en La Línea donde varios de sus nidos fueron destruidos. Por fortuna, ningún ejemplar sufrió daños y varias hembras alcanzaron a trasladar sus huevos. Ni trabajadores ni ingenieros distinguieron los nidos. Con certeza, nunca han visto gallinazos azules que sobrevuelen tal lugar entre seis de la tarde y siete de la noche. Los nidos los construyen con hojas secas de café, mota de balso y telaraña. El gallinazo azul descansa siempre sobre árboles florecidos donde reposa la mayor parte del día, camuflado entre sus flores o entre sus frutos, cuando los tienen. Observando con paciencia, puede descubrirse alguno en un guayacán lila florecido, por lo regular en el centro del árbol. Semejante físicamente al zopilote negro, tiene melódica voz con acordes de violín que emite largo rato cuando la neblina cubre el lugar donde se encuentra. En su Historial General y Natural de Las indias, Gonzalo Fernández de Oviedo le dedica varias páginas, aunque fantasea un poco con su insólita forma de aparearse. Ernesto Restrepo Tirado puntualiza, en sus estudios sobre los indios Pijao, que estos aborígenes hacían el amor “imitando la postura del casi-mítico gallinazo azul que abunda en territorios del cacique Calarcá”. Nace con refulgente plumaje azul oscuro que durante su ciclo vital de 108 años pierde intensidad. Se alimenta de frutos en descomposición y semillas de girasol. Es indiferente a la carroña. De audición más aguda que su visión, escucha caer frutos maduros de árboles a 500 metros de distancia. Sólo beben agua de lluvia. En sectores de tierra fría, succionan las ubres de vacas recién paridas. La tradición oral del Quindío asegura que quien encuentre uno de sus huevos y lo conserve en una bolsa de seda azul, recordará con detalle sus pesadillas desde niño. Se relacionan fácil con las demás aves a las cuales ayudan a construir sus nidos y a calentar sus huevos. En grupos de tres, desprenden un intenso aroma semejante al de la yerbabuena. Los jueves, cada 15 días, llega al parque de Barcelona, corregimiento de Calarcá, un imponente ejemplar de gallinazo azul que reposa durante cinco minutos en la torre de la iglesia y luego emprende vuelo hacia Córdoba. Fernando Ángel, director de teatro, secretario de la Institución Educativa San Bernardo y habitante por más de 40 años en este fértil territorio, es la única persona del Quindío que posee una pluma de gallinazo azul, obtenida cuando sucedió el terremoto en dicho departamento: esa mañana llegó a uno de los árboles del parque un gallinazo azul… La prestigiosa fotógrafa calarqueña Olgalucía Jordán, conserva como reliquia varias fotos del gallinazo azul, tomadas cerca del Campanario, en 1988. Nunca las ha expuesto.
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