ALGUNA PUERTA PARA ALEJANDRA
Publicado en Mar 08, 2012
Para: Marlyn Ruiz UNO Cuando decidiste abrir aquella puerta, atemorizada por la insistencia de tantos golpes y tantos susurros, -no era la voz de tu madre, ninguna muchacha que desearas, ni Cortázar ni Olga Orozconadie había afuera. Nadie adentro. Olvidaste el camino para cerrarla, cuando las llamadas reanudaron sus gritos. Esa puerta sin abrir sin cerrar. Esa habitación donde nadie llamó, nadie llamaría nadie abriría. Puerta entornada abierta cerrada y tú indecisa para abrirla, aunque insistan los golpes. DOS No extiendes tus manos para abrir. Prefieres llorar sola interrogar sola agonizar sola. Entre papeles sola con tus palabras. Al lado de esa puerta, cualquier puerta que te encuentres por la vida o por la muerte, nadie tiene manos y sin embargo tocan. Nadie tiene ojos y sin embargo lloran a tu lado. No te dejan dormir. Pero tampoco quieren que sigas despierta. TRES Cada verso tuyo es iluminación. Ignoras la naturaleza del dichoso estado y por eso regresas siempre melancólica a tus pesadillas. Duermes. Duermes. Duermes, Alejandra, aunque tu poesía y tus vacíos te despertaron por momentos. Nadie te dijo que cada poema era fruto del abrupto camino de iluminación que elegiste. Tocan a tu puerta. Tocan. No para que abras. No para que te quedes ahí adentro. Tampoco para que abandones la habitación por alguna de sus ventanas. CUATRO Te lo advirtieron todas las palabras y sin embargo abriste brazos y corazón dejándolas andar desde el principio. Hasta el final las dejaste crecer, mientras tus silencios seguían en silencio donde todo el espacio era para las palabras que venían a herirte. Venían a condenarte. Venían a salvarte a su manera: enviarían el seconal a redimirte. CINCO No te apresures hacia la puerta. Los muertos no creerán que fuiste quien llegó. Los vivos no creerán que fuiste quien se marchó. Unos y otros querrán hablarte y escucharte. Pero no abras. No abrirás. De todas maneras no recuerdas dónde está la puerta. SEIS Hubo en el mundo una Alejandra y hubo en América del Sur una Alejandra y hubo en Argentina una Alejandra y hubo en Buenos Aires una Alejandra y hubo en su habitación una Alejandra y hubo frente al espejo una Alejandra y hubo por la hoja en blanco una Alejandra y hubo entre Alejandra y Alejandra otra Alejandra otra Alejandra otra Alejandra que nunca se encontró con todas estas Alejandras nunca en ningún sitio de la vida en ningún recodo de la muerte y sin embargo hubo una Alejandra hubo una es cuanto creemos todos que Alejandra y su poesía y sus palabras y su muerte pensándolo bien nadie tiene la certeza de que hubo una Alejandra aunque llamemos a su puerta para averiguarlo SIETE Nadie se engañe. Lo tuyo Alejandra no fue irte de este mundo porque nunca viviste en él. Lo tuyo, confesado está de sobra, no fue arribar a otro mundo porque siempre viviste allí. No se hable de vida porque la muerte se ofende. Tampoco se hable de muerte porque allí están tus poemas. Allí te esperaban todos como vivos mientras aquí te despedían todos como muertos, sin extrañarse con tu ausencia de 36 años. En este lado de la puerta todos te creían viva porque ensayabas rostros a la palabra. Aunque siempre dijiste la verdad, les gustaba creerte viva. OCHO No vengas, Alejandra: quédate tras los espejos. No te vayas, Alejandra: quédate tras los espejos. No huyas, Alejandra: finaliza el verso de ayer. Huye, Alejandra: deja sin interrogación el poema. No hables, Alejandra: rásgate los ojos al amanecer. Habla, Alejandra: teje tus ojos al anochecer. No supliques, Alejandra: desborda el vino seco. Implora, Alejandra: pinta una boca en tu rostro. No abras la puerta, Alejandra: hay fantasmas desterrados. Abre la puerta, Alejandra: hay fantasmas desterrados. No comiences el ritual, Alejandra: los faunos tienen temor. Comienza el ritual, Alejandra: toda plegaria es un descanso. No camines, Alejandra: las palabras son abismos. Camina, Alejandra: las palabras son puentes. No llores, Alejandra: gente inútil, sonámbulos… Llora, Alejandra: la esfinge sonríe y murmura. No sueñes, Alejandra: la lluvia apaga tu cigarrillo. Sueña, Alejandra: es lo único cuando llueve. NUEVE Ven, Flora Alejandra Pizarnik Bromiker, abramos la puerta aunque nadie llame a ella.
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marlyn ruiz
Me gustó muchísimo, sin duda Alejandra debe tener una conexión contigo, al leerlo me acordé de ella ... gracias por este texto tan valioso como cualquier texto escrito por Pizarnik Felicitaciones.