EL ÚNICO PAR DE MISERABLES
Publicado en Mar 08, 2012
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Yo, que he sufrido la angustia de las pequeñas cosas ridículas,
verifico que no tengo igual en este mundo.
Toda la gente que conozco y habla conmigo
jamás ha cometido un acto ridículo.
Fernando Pessoa: Poema en línea recta.
 
Bueno, Fernando,
fuiste el primero en confesarlo y hoy, también yo,
con pudor frente a los pudibundos,
me desnudo para que sean dos, por lo menos dos,
sólo dos en un mundo con millones de personas,
los únicos corruptos y los únicos fracasados,
los únicos miserables,
las únicas basuras humanas entre incontable gente virtuosa,
al lado de tanto consentido de Dios y de la vida.
 
Tú y yo,
el único par de miserables tantas veces cerdos
y canallas irredimibles entre hombres rectos,
entre hombres salvos que ya tienen asegurado
un lugar en el cielo, mientras nosotros
hasta en el mundo continuamos exiliados.
 
Yo y tú:
tantas veces desentonando entre ángeles
y virtuosos, creo
que podremos mirarnos directo a los ojos
sin ruborizarnos.
A los dos nos quedará el consuelo
de pensar —no pensamos;
de soñar —no soñamos;
de imaginar —tampoco imaginamos,
miserables que somos, que alguno de los dos
puede ser mejor o peor que el otro.
No deja de ser una vaga esperanza
nuestro miserable optimismo, Fernando,
en medio de tanta gente que sí sabe pensar,
que sí sabe soñar, que sí sabe imaginar,
que nunca tiene un mal pensamiento,
el hecho de considerar que alguno de los dos
sea un poco más miserable que el otro.
 
Espalda contra espalda, iremos
por el universo de los virtuosos incomodándole
su éxtasis a tanto redimido, sin ruborizarnos.
Porque hasta el más miserable está obligado
a reconocerlo: todos ellos son santos
o están en camino de serlo, o hace tiempo
son mucho más que santos, mientras nosotros
día tras día, nos volvemos más repugnantes
y pecadores.
 
Sobre todo cuando me juzgan, Fernando,
no levanto mis ojos sórdidos
hacia estas humanas potestades
para no empañarles la pureza.
Mucho me extraña que la vida haya sido capaz
de brotarnos juntos
para compartir el planeta con seres tan puros,
seres tan inmaculados que nunca saben qué es
una tentación, cómo nos adoptan de fácil los pecados.
 
Somos los condenados y sacrificados
por todos los dioses y por todos sus sacerdotes
y profetas y creyentes.
No me engaño, Fernando Pessoa,
y creo que tampoco alguien estaría dispuesto
a prestarle su inteligente filosofía
a un miserable como yo,
para que se defendiera de gente inocente,
de gente que nunca ataca primero.
No hay dudas de que me hicieron
con el único objeto de contrastar con mi bajeza
la nívea pureza de sus vidas.
Sí, Fernando, creo ser el único malvado
porque así me lo repiten todos los días
quienes llevan en su destino la dicha de ser
perfectos, intachables,
íntegros, honrados, triunfadores, realizados,
justos, dignos y bondadosos.
 
Leyendo tu confesión, encuentro que no fui el único
al que la naturaleza hizo al revés
como me lo gritan quienes en sus ojos de ángel
no tienen briznas de paja ni vigas.
¡Qué bien!
Resulta entonces que Dios omnipotente
se equivocó dos veces: la primera, cuando te hizo;
la segunda, cuando me hizo.
Es un consuelo, ¿verdad, Fernando?...
No estamos solos entre tanto virtuoso.
No estamos solos, entre tantos elegidos
no estamos solos, Fernando.
¡Qué pena, nosotros dos creando
tanta carga de maldad
en un mundo de gente tan virtuosa!
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Foto del autor Umberto Senegal
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Descripción

A partir "Poema en línea recta", de Fernando Pessoa. Diálogo-monólogo con el escritor portugués.

Palabras Clave: Fernando Pessoa poesía portuguesa desasosiego poema en línea recta existencialismo existencia filosofía desarraigo

Categoría: Poesía

Subcategoría: Filosófica



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