Hoja de diario
Publicado en Mar 11, 2012
El jazz, jirones de carne en el espíritu. Presencia de este en lo más viscoso de la carne. Cada cual tratando de desligarse de su parte contradictoria en el cuerpo, para ser ella misma en la soledad o entre el bullicio. En la vida o en la muerte. En la quebrantada trompeta o en un solitario bar en la madrugada. Jazz. Una lágrima que puede ser borrasca, un silencio convertido en memoria del pasado y del futuro. Jazz. Ninguna puede lograrlo porque en cada una de ellas, esos fragmentos son más enérgicos que la parte mayor. El jazz. De aquí, esa música inexplicable, esas entradas profundas de la conciencia en la carne y de lo material en lo subjetivo, cuando escuchamos una conmovedora composición de jazz. El jazz, jirones de espíritu en la carne.
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