Herona
Publicado en Mar 13, 2012
Encerrada en nuestro castillo, temblando como versos balbucientes,
veo en el espejo mis ojos que abren fosas para liquidar a la conciencia. Y mientras te aguardo (a ti y a tu regalo) transito el oscuro pasillo sin poder escuchar a mis pasos (Muerto está alguien, dicen, cuando ya no escucha sus pasos), mi corazón late a ciento cincuenta golpes por minuto, y lloro por los días felices en que me bajé del tren. Siempre llegas cuando estoy abandonada, y preparas el ritual que me conecta una jornada más: Cuando estoy al filo de estrellarme en las rocas, me llevas de nuevo a alta mar para que me siga ahogando. Buscas un lugar de mi brazo donde pinchar y la saliva regresa a mi lengua.
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Mnica Silva
Juan C. L. Rojas
Un abrazo.
Juan.
A veces veo Muertos
Tributo a Becquer
Flor de Lys
Denise Urbano
Isidora
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
felicitaciones
Marcelo Sosa Guridi
El...vi...ra
Interesante relato.