José Eleuterio López Becerra, hijo único de Matilde Herminia Becerra Rodríguez, quien durante 30 años vendió morcilla en una de las esquinas de la antigua galería de Calarcá, Quindío; y del carnicero Esculapio de la Santísima Trinidad López Moscoso, el cual desempeñaba además el  oficio  de recolector de café en la hacienda Osonegro, por lados de Peñas Blancas, ambos abducidos cuando castraban un carnero en horas del atardecer, y a quienes su hijo Eleu, como le llaman familiarmente en el pueblo, nunca volvió a ver desde aquel crepúsculo quindiano con ovni sobrevolando el bosque de yarumos... José Eleuterio, para vivir su drama existencial, nunca admite ser protagonista. Exige siempre papeles secundarios para sufrir lo menos posible. A tal extremo llegó con su filosofía de la elusión vital, que el destino resolvió relegarlo a personaje perdido entre los extras de cualquier circunstancia. Y José Eleuterio es feliz, muy feliz. Aunque...pensándolo bien, gracias a la efectividad del Instituto Tavistock de comportamiento humano, millones de Eleuterios son felices en el mundo.