El Señorito de Vélez - II (Farsa en 3 Actos) - Teatro
Publicado en Mar 22, 2012
ACTO SEGUNDO
Jardín del lujoso chalé de Doña Gonzala. Es por la noche. Varias farolas alumbran, situadas todas ellas estratégicamente entre el follaje y los arbustos. En una esquina del lado derecho hay una fuente con surtidor, con dos banquillos rústicos y la luna lo alumbra directamente. En la parte del lado izquierdo está el chalé muy iluminado. Se ameniza la fiesta con unos cantes flamencos y se oye el rumor de la gente que se divierten en el interior del chalé. ESCENA I Marujito, Concho, Kika y Nolita en la esquina de la fuente con surtidor. Marujito.- ¡Ay, sí, amiguitos de mi alma! ¡Por Dios, por Dios y por Dios que me duele el corazón! Este rincón me emociona tanto que me palpita como una patatita frita. Kika.- ¡Qué poético patético patatítico y qué romántico románico romo, Marujito! ¡Esto es como una obrita de amor en el campo... bueno no... quiero decir de Campoamor mi amor y mi desamor! < Concho.- Yo, como soy de origen leonés, es que prefiero los ambientes solitarios como los describía Fray Luis de León en su celda. Nolita.- ¿Tan solito tú, mi querido Concho reconcho del alma? Y mira que eres concho rechoncho que hasta de risa me troncho. Marujito.- A mí estas mojigaterías maragaterías es que me ponen frenética... esto... quiero decir frenético perdida... esto no... perdido... que es que estoy realmente perdido porque... ¡esa boda no es más que una mojigatería de la maragatería más grande que la de la historia del Nabocodonosor... esto... quiero decir Nabucodonosor! ¡Y me sienta como una ración de nabos con brocheta con algo de butifarra o chorizo pamplonica si es que no hay butifarra catalana disponible!. Concho.- Y a todo esto... ¿cómo y dónde se encuentra el Señorito Florentino que desde que sabe que Solitario ya lo sabe es que ni se le ve ni aún usando un catalejo mundial? Nolita.- ¿Ese esperpento valleinclano que parece que le ha aconsejado un consejero sentimental o alguna de sus víctimas?... esto... no... quiero decir de sus enemigas. ¡No sé ni lo que está pasando! Marujito.- ¡Eso quisieran ellas! No las soporto no las soporto y no las soporto y me va a dar un pronto... de verdad que me va a dar un pronto... ¡de manera especial no soporto a Numeraria! Concho.- Con esos pelos que llevas, Marujito, y con ese lujurioso cuerpo que tanto cuidas, a pesar de lo enano verde que eres, pareces un salmonete en aceite... ¡jajajajaja! Nolita.- ¡Y hay que ver lo mal que le sienta y que le queda esa chaquetilla de color salmón! Marujito.- Tú, mujer de la mala vida que mira que mira y que mira, toma bicarbonato, guapa, que me parece que andas mal de la tripa... ¿o es que estás de nuevo embarazada? Kika.- ¿Y qué nos dices tú de tu amiguito Pitito, que me parece que le gusta mucho leer a Palacio Valdés... que digo yo que será por lo de ese costumbrismo que tanto os apasiona a los dos? Y que vaya cantidad de gazpachos culinarios son esas posturas... perdón... quise decir lecturas. Que me parece que leéis demasiado eso de la aldea perdida de lo perdidos que estáis que ni sabéis distinguir aldea de pedanía y os creéis que es la misma cosa cuando la pedanía resulta que es cosa bien distinta a la aldea. ¿Tan cacaíto estás desde que te has enterado de que Solitario ya está enterado que te da por lo de la pedanía en sesión continuada que pareces la metralleta del Policarpo, el mayor cochinero de la historia de este pueblo? Concho.- ¡Cuidado que es orgulloso este Marujito! Acaba de decir que nunca jamás piensa ni hablarla ni tan siquiera mirarla a la cara a esa tal Numeraria y digo yo que si no quiere mirarla a la cara peor para él porque guapa es un montón y por eso no es de las del montón! Porque, es de hombres reconocer, y que no se me enfade ninguna feminista del siglo diecinueve, pero guapa es que es guapa de verdad. Marujito.- Pues tú ten cuidado, leonés... porque ya dice el dicho muy bien dicho y redicho que no se debe decir nunca de este agua no beberé. Quizás a ti también te llegue la hora... Kika.- ¡Jajajajaja! Concho.- Escucha esdrújulo. ¡Tienes mucha más gracia que el susodicho Pitito y me parece que tú andas mal del pitito! Nolita.- Yo cuando voy a la casa de Doña Gonzala es que no bebo nada porque es tan venenosa que estoy seguro de que me intenta siempre envenenar con ciertos licores de muérdago en polvo aderezado con polvo de cicuta la muy bruta... o a lo mejor es que se me está enamorando. Concho.- ¿Y por qué te desea la muerte si ya sabemos todos lo que bien sabemos aunque ella crea que no lo sabemos? En todo caso nos debería envenenar a todos para que no se entere el párroco de su parroquia que ya sabemos todos que es la de lujo lujurioso y no la nuestra que sólo es de para ir tirando. Nolita.- Me entra el pánico sólo de pensarlo. Por cierto... ¿hay algo de pan por aquí aunque sólo sea un mendrugo que ando muy mal de hambre desde que he sabido que ese tal Pitito es tal cosa de asuntos de pitos y flautas y si no me entendéis es que me he vuelto filósofa estoica? ¿Alguien se ha enterado de lo que he dicho?... porque yo desde luego que no porque tengo mucha hambre. Marujito.- ¡Pitito no tiene ni la mitad del valor que tiene la Petronófila! Todos (Riendo).- ¡Ja ja ja ja ja! Concho.- ¿Y quién es la Petronófila? ¿Otro más o menos de la pandilla de los de la mantequilla? ¿Qué pasa aquí que está tan de moda untar mantequilla en los dedos antes de tomar un buen plato culinario de butifarra catalana, o si no hay butifarra catalana, de chorizo pamplonica? Yo prefiero la manteca o algún mantecado pero... ¡mira qué untar mantequilla en los dedos!. Pero la verdad de todo esto, volviendo al asunto que nos tiene reunidos, es que esperemos a ver cuándo Doña Gonzala, que debe ser la Petronófila de la que habláis si no me equivoco porque la veo muy elegante últimamente, nos anuncie la boda de su amado hijito Florentinín con la guapísima Numeraria. Marujito.- ¡A lo mejor nos la presenta como si fuese una jovencita de tan sólo quince años de edad! Kika.- Pues no andas muy equivocado. Quizás tenga solamente una década más. Y aclaro que son veinticinco añitos los que únicamente tiene aunque ya sea toda una profesora numeraria de la Universidad de Málaga capital; o sea solamente una chavalilla y a ver si te miras de vez en cuando la colilla... y que conste que me refiero a que no se te ocurra encender un cigarrillo que está prohibido fumar y menos aún tirar la colilla por inservible, so trasto, que pareces salido de la dinastía de los Trastámaras como tu querido líder de lides culinarias, de los del buen comer y mejor yantar, que menudo llanto le ha entrado... y me refiero a Alfonsito Peginés que se le hace el trasero agua cuando la ve y eso que no le gusta. (Ríen todos). ESCENA II Marujito, Concho, Kika, Nolita, Tita Saboya y Torrijeña en la puerta del lujoso chalé de doña Gonzala. Tita Saboya.- ¡Caramba! ¡Me están poniendo como un trapo ahí dentro! ¡Murmuran más que la dichosa fuente de ahí enfrente... como si yo hubiese sido la culpable! Marujito.- ¡Ay, hija! ¿Cómo se ha dado cuenta usted? Tita Saboya.- Muy fácil, adefesio de hombre o lo que seas. Ya sabes que los machistas en una reunión hablan de toros y ya todos sabemos lo que significa. Kika.- Oiga usted, señorita Saboya, eso de que hablan de toros ¿qué diantres significa? Yo entiendo, por experiencia propia y ajena pero más ajena que propia, que los toros tienen cuernos. ¿Es a eso a lo que se refiere usted? Tita Saboya.- Es sólo una forma retórica de hablar pero, efectivamente, yo que soy ganadera taurina sé perfectamente que todos los toros tienen cuernos. Kika.- ¿Y por qué no completa usted la figura retórica sacudiendo el abanico? Tita Saboya.- Es que se me ha olvidado el abanico pero por supuesto que conozco ese lenguaje que dicen de mí y yo puedo todavía ampliar aún más la nómina de todos ellos. Lo que pasa es que es tan larga... la nómina por supuesto... que todavía no la he terminado de reunir al completo pero... tiempo al tiempo... tiempo al tiempo... y de momento veamos en qué acaba esta boda. Kika.- Bueno, pues cuando tenga usted toda la nómina completa me lo hace saber, que quiero yo aprender de qué pie cojea más de uno de mis clientes. Torrijeña.- ¡Ja ja ja ja ja! (Le entra la risa) Pero... ¿habéis visto qué graciosos están todos? Pero si es que parecen hasta cromos de toreros en color sepia de los que he visto yo en la carbonería del Manolón de nuestro vecino pueblo de Vélez Málaga que buen enamorado mío está. De los mas primos del todo que hasta parece mi primo mayor de tanto que hace el primo conmigo. Pero luego ná de ná y de ná... que se le va la fuerza por la boca tan ancha que tiene que parece la bocamanga de su jersey siempre verde porque verde es un montón mi primo de Manolón. Menos mal que siempre él es el que paga los cafés y las tostadas cada mañana que se encuentra conmigo sin que se entere su señora esposa. Tita Saboya.- ¡Calle, chiquilla! Que creo que les da por hacer chistes con sus apellidos cuando toman una copa de más y entonces, en ese estado de enajenación temporal y vaya temporada que llevan, hasta les da por hacer recuentos de los trofeos conquistados y contar hasta las veces que lo hacen por las noches. Que algunos hasta se creen que es verdad eso de que se las tiran diez veces y aún más de diez veces seguidas. ¡Que barbaridad! ¡Qué bárbaros! ¡Qué barbarie! ¡Eso no consigo yo comprenderlo por más que hago mis cuentas y mis cálculos aritméticos! Marujito.- Para mi entender son muy poco graciosos esos chistes. Si eso fuera cierto... ¿qué queda para los demás? Es imposible del todo. Tita Saboya.- Pero lo más gracioso de todo es que hablan en serio. ¿Están o no están murmurando de mí por no creerles? Marujito.- No te preocupes tanto, monísima. Para mí que son solamente breves comentarios nada más; como los que hacen algunos comentaristas de Literatura que para decir que algún texto literario les gusta sólo dicen genial nada más pero no explican qué tienen esos textos de genialidad. Tita Saboya.- No me extraña nada que estén intentando tomar represalias contra todas las del Club de Las Burladas; así que tendremos que estar preparadas para refugiarnos tras el burladero porque cuando atacan con esos cuernos sin afeitar es que son de verdad peligrosos. ¡Madre mía qué miedo! Sí es verdad que me están poniendo verde porque son tan verdes que, como no han madurado lo suficiente a pesar de sus ya avanzadas edades o muy avanzados años dicho de forma más directa, no se atreven a decírmelo en la cara porque saben que Solitario puede hacerles una visita de un momento a otro y es que, en ese caso, se les puede caer el pelo a todos y ya sabéis cómo presumen de melena. Y tanto es así que ya más de uno ha ido a la peluquería a pedir turno por si acaso. Marujito.- ¿Ah, sí? ¿Y quién se ocupa de defendernos a nosotros? ¿Ese tal Solitario sólo está a favor de las jovencitas guapas y bullangueras o tiene tiempo libre para defender a otros grupos de necesitados? Torrijeña.- Vosotros buscaos un líder como vuestro Florentino que, como es tan señorito, no os va a hacer ascos como sí os lo haría Solitario. Solitario es nuestro. Únicamente nuestro porque es verdad que le pertenece todo entero a esa bombón de hispanoamericana que ha servido como criadita de vuestro Florentino. Así que cierra el pico chicuelo... que a veces te crees que eres Chicuelo de verdad cuando tú de torero no tienes ni los alamares y si no sabes lo que son los alamares come calamares... en su tinta... que bastante tinta va a correr por los diarios regionales sobre vosotros. Marujito.- ¿Y qué tiene ese tal Solitario que no tengamos los demás para que no aspiremos a que sea nuestro líder? Torrijeña.- Tú la verdad es que no tienes remedio alguno. Desde que sabes que tu Florentino arde en deseos de casarse con nuestra Numeraria te come y reconcome la envidia de que Solitario ni lo haya pensado una sola vez y aceptó ipso facto, y digo ipso facto para que vayas aprendiendo que yo sé hasta latín en estos asuntos, lo que le propuso su novia la tal criadita hispanoamericana de estar de nuestro lado las jovencitas guapas y bullangueras del Club de Las Burladas. ¿También estabas tú en el rollo, so enrollado, que te quieres enrollar más de la cuenta corriente y no eres más que corriente y también vulgar? Solitario nunca puede ser líder de tipos dudosos pues sólo le gusta liderar a las que le gustan. Y, con permiso de su bombón de chavala, las que le gustamos somos nosotras. ¿Te has enterao, so enterao? ¿Cómo son en tu pueblo los hombres como para haberte confundido tanto en cuanto a él? ¿Es que no has visto que viene de combatir en la guerra participando en el frente y no en la retaguardia como todos vosotros? Tita Saboya.- Y eso de toda la vida: o sea, desde que nació. Porque hasta un tal Antonio, que se las da de listo porque se parece a Fu Manchú, lo ha podido comprobar por sí mismo y por eso ha puesto los pies en polvorosa y hablando de polvos... de talco por supuesto y no vayas a pensar mal... ¿qué polvos te pones tú, Marujito, para estar tan cremoso? Torrijeña.- Le has dejado seco del todo. Menos mal que ha dejado de hablar; porque este Marujito raja más que el cuchillo de un melonero y vaya melón que tiene por cabeza que hasta parece un melón blando de lo pasado que está el pobre. Y eso que es un simple ordenanza del Banco Rural. Tita Saboya.- Y esto sólo ha sido el primer par de banderillas que le pongo. A ver si quiere que le ponga el segundo par porque es que yo me gano la vida con las banderillas porque son necesarias en el oficio de los toreros de verdad; de los de España precisamente y no como en Portugal que hasta quieren quitar ese tercio ya que han quitado ya el tercio de matar no vaya a ser que sufran demasiado ciertos bichos. Marujito.- Pues haz el favor, guapísima, de tener más cuidado porque me has dado en todo el bebes (Todos ríen) Kika.- (Chúpate esa María Teresa) Tita Saboya.- Pues ya habrás oído lo que dice Aurelio Menéndez sobre lo que dijo Marco Aurelio de Roma... ¡qué barbaridad de hombres los romanos de la Antigua Roma matando a los cristianos y las cristianas!... Que ya me he enterado que a veces os dedicáis a cazar a pipiolas para ciertos fines. Y es que yo sepa algunos de vosotros han pasado ya de los ochenta y les da por chochear con quinceañeras. ¿O no es verdad; so magro?, que estás más escurrido de carnes que el magro de cerdo de Policarpo, el mayor cochinero de este pueblo. Nolita.- Oiga usted, señorita Saboya... ¿eso de pipiolas quiere decir que los que son como el Policarpo, que cierto es y bien cierto que es magro de cerdo hasta más no poder, engañan a sus esposas con niñas? Tita Saboya.- Sólo es para seguir con figuras retóricas pero sí... que sí... que sí... toma cochinero magro que sí... que es verdad. Torrijeña.- Y nuestra presidenta del Club de Las Burladas le ha puesto hasta su mote a ese tonto del bote del magro cochinero que le ascendieron de ordenanza del Banoc Rural a jefe de Negociado del Banco Rural sin saber ni el palote de las sumas, restas, multiplicaciones y aún menos de las divisiones. ¿Qué pasaría ahí entre el Policarpo y el Jefe de Personal más importante de toda España o eso se cree él? Tita Saboya.- Le llamo "El Paracelso de las Niñas" y eso es por la cantidad de polvos que les echa en las bebidas hasta que las duerme y entonces ejerce sus armas seductoras... de magro cochinero no más como dice su vecino Jonás... en un hostal de carretería mientras su esposa duerme en otro hostal de carretería diferente y ya me entiendes qué quiero decir con lo de carretería pero que sí que sí... toma cochinero magro que sí que sí...que es verdad. Marujito.- Más quisiera... pero más quisiera ese tal Aurelio que es todo un Marco Aurelio o ese tal Marco Aurelio que es todo un Marco... pero yo estoy hecho un lío con tanto tiquitaca que dicen que echa el Policarpo cochinero, que está muy magro de cerdo por cierto, y los que son como él. ¿Ese tal Don Aurelio Menéndez, el probo octogenario de la crema y nata de la alta suciedad.... quiero decir de la alta sociedad, resulta quizás atractivo para nosotras... esto... vaya... que quiero decir para nosotros. ¡Me parece mentira que haga esas cosas todo un catedrático universitario que es, además y dicho sea de paso, hasta decano y todo! Concho.- ¿Así que abusan de esas algunas pobrecitas que van con escotes para lucir sus palmitos? Marujito.- ¿Y por qué son tan vivos? Se pueden tener defectos porque yo no soy perfecto pero todo un catedrático de lingüística que escribe hasta verdaderos libros de lingüística que nadie compra por cierto, salvo los estudiantes a los que les obliga comprarlos para poder pasar de curso, vaya haciendo esas vilezas con niñas menores de edad me parece lo más bajo que yo he conocido y mira que he conocido bajezas que hasta algunos de ellos no miden ni el uno cincuenta necesario para dar la talla necesaria y que es necesario que sus necesidades sean necesariamente descubiertas porque aquí ya todos se creen los descubridores más insignes de la madre patria descubriendo pimpollitas que caen en sus camas... digo... en sus brazos... como moscas y es que esto de los moscateles malagueños... Concho.- Para ya Marujito. Yo por ejemplo eso no lo haría ni queriendo hacerlo. Nolita.- No lo haga usted nunca, leonés. Entre los hombres también hay diferencias de clases y no me refiero a las clases sociales, porque tengo clientes de todas ellas, sino a esa clase que tienen algunos hombres cuando son tan verdaderos hombres como Solitario que mira que le he provocado ya un montonazo de veces y no ha caído jamás en mis brazos seductores como otros adoradores... y muchos son los adoradores de mis gracias... pero Solitario jamás adora, en lo sexual, a nadie salvo a su bombón hispanoamericana... porque las que tenemos gracia le hacen gracia pero no pasa de ahí. Marujito.- ¿Eso lo dice usted porque es verdad o porque quiere usted darle más importancia a ese tal Solitario de la que en realidad tiene? Nolita y Kika.- ¡Somos dos las que lo confirmamos! ¡Jamás! ¡Jamás hemos conseguido echarle un quiqui! Tita Bedoya.- ¡Toma, Marujito brujito... toma y retoma y requetetoma! ¿Comprendes ahora por qué Solitario sólo está de nuestro lado? Torrijeña.- ¡Quizás esta misma noche te lo encuentres como sigas así, Marujito! Tita Bedoya.- Al parecer eso es lo que se está buscando este marujo brujo que se cree que tiene embrujo. Estoy segura que se cree el embrujo de Sevilla. Torrijeña.-¡Pues entonces es que este Marujito es un suicida o quiere que le den una hostia para que Solitario le saque ya de dudas y menudas hostias suelta en el gimnasio adonde acude! ¡Como te lo encuentres esta noche, so marujo somormujo, se te van a despejar todas las dudas, marujón... digo Marujito... pero es que algunos no tenéis ni idea de cómo fríe un par de huevos hasta que os lo enseña y, ten pro cierto que como te encuentre Solitario cuando esté un poco serio nada más... pero muy poco serio porque es que vosotros le dais pena y nada más que pena penita pena de mi corazón... ten un poco de razón no vaya a ser que experimentes y comprendas lo que te estoy dando a entender si es que entiendes ya de una vez por todas el por qué está con nosotras las chavalas guapas y bullangueras del Club de Las Burladas y no con vosotros los de la acera de enfrente que nunca se sabe de qué vais por delante pero se sabe muy bien lo que hacéis por detrás. Que Silencioso es tranquilo... yo creo que hasta excesivamente tranquilo... hasta que se le provoca demasiado y entonces os llama a todos vosotros, empezando por vuestro líder Alfonsito Peginés lo que sois en realidad y que es eso que enseñan a Menudita en su cole y que no es otra cosa que hache pe que quiere decir caballo de vapor por no decir otra cosa, hijito de mamita. No sé qué te has creído que eres, marujón... esto quiero decir Marujito... pero no te confundas de acera porque Solitario jamás ha sido nunca ni lo será jamás de la acera de ustedes sino de nuestra acera!. ¿Te has enterado ya del todo? Pero... vamos a ver... pedazo de lagarterana digo de lagarterano... lagarto lagarto que ya estoy que me harto... ¡cómo son los verdaderos hombres en tu pueblo!... Que eres tan cejudo que no tienes ni un solo dedo de inteligencia entre ceja y ceja y deja deja deja. Él no tiene la culpa culpita culpa culpa de mi corazón de que Florentino haya caído en picado con Numeraria y antes de que te des cuenta contreras que no te enteras vas a conocer de qué va esta historia y a ver si aprendes un poco de historia y no tanto de histeria. ¡Anda y aléjate de este lugar lo más lejos que puedas, por ejemplo hasta Sevilla aunques pierdas tu cómoda silla, porque vas a ser la noticia más sensacionalista y sensacional de toda la Secretaría General del Banco Rural! ¡Vete a quejarte ahora de lo que te estamos diciendo que eres a tu estimado Jefe de Personal, el que se cree el mejor de España, que buena y menuda pieza es a la hora de negar préstamos de vivienda a los más necesitados pero que rápidamente le concede crédito a ese cerdito del Chuchi, ya sabes, el sobrinito del cochinero Policarpo. ¿Ese tal Chuchi, al cual tú conoces perfectamente bien por haber jugado juntos a las bolas desde que érais todavía más canijos de lo que sois ahora, se cree El Hechicero de vuestra tribu o se cree El Hechizado de vuestra tribu por culpa de La Felisona? Pues bien que muy bien y que requetebien y ole tu cuerpo serrano violetero que estás más violetero que nunca, que termino ya mi sermón haciéndote saber, a ver si sabes ya lo que dices, que cuando veas al Chuchi de las narices, que le digas que Solitario sigue esperando, y lleva ya años esperando, a que vuestro Chuchi magro y mugriento le dé la hostia que le prometió dar un día a nuestro Silencioso... que seguro que se acuerda pero que ha tenido centenares de veces para intentarlo pero... que mira que no se arranca el Chuchi y eso que Solitario no se ha escondido jamás... ¡Anda, Marujito, dale ese mensaje a vuestro Chuchi que tanto sabe de comunicados sociales porque resulta ahora... y vaya que el Jefe de Personal se empeñaba en no quererlo saber... que todas nosotras sabemos... las jovencitas guapas y bullangueras... que Silencioso es pero que mucho mejor y más sano comunicador social que ese vuestro Chuchi que a saber cómo habrá aprobado la carrera y que creo que lo ha echo, pelín más pelín menos enchufado... que a ver si os ponéis todos vosotros pelucas como Lucas por ver si aprendéis lo que es la libertad de expresión y no los chismes por la espalda y sabéis lo que es respetar la libertad de la que tanto habláis a la hora de exigir vuestros derechos. Como ese tal Chuchi es vuestro cuchi cuchi pues cuchicheale ahora de mi parte que Silencioso sigue esperando la hostia que prometió darle en una mañana madrileña y que recuerde que es tan inútil que hasta fue el mismo Silencioso el que tuvo que arreglarle lo de la papeleta facultativa... y me refiero a la Comunciación Social... porque es tan inútil vuestro Chuchi cuchi cuchi que no sabe ni tan siquiera cómo obtener una papeleta de resultados y a ver qué resultado resulta de todo esto y aquí se me acaba el rollo repollo que estás hecho un pollo so pollina... digo so pollino. ESCENA III Tita Saboya, Torrijeña, Picapica y Pepa de La Mancha. Picapica.- ¿Qué le habéis hecho a Marujito que va con el rabo entre las piernas y más asustado que un toro en el toril a punto de salir al ruedo? Torrijeña.- Cosas de la vida. Tú sabes mucho de eso, bruja. Tita Bedoya.- ¿Y Numeraria? ¿Dónde está Numeraria? ¿Cómo está Numeraria? ¿Lo sabes tú, Picapica picapleitos y además vieja y revieja?... que de tan vieja y revieja que eres sólo eres pelleja, so pellejera. Pepa de La Mancha.- ¡Calla, Tita, calla... que está medio muerta... de risa supongo! Picapica.- Allí la tenéis, junto al Señorito Florentino al cual y es que es un cual pero bien cual que os va a cualificar y todo a todas vosotras, jovencitas guapas y bullangueras, se le ve lívido, sudoroso, jadeante... y me parece que está deseando bailar con ella pero ella no lo está deseando que me está resultando no sólo guapa sino más inteligente de lo que yo me suponía. La música pasa ahora de las sevillanas a las malagueñas pero que si quieres arroz Catalina y mira que Catalina quería arroz y dábale el abad arroz a la zorra. Es más inteligente que Catalina de Aragón. Pepa de La Mancha.- Pues ten mucho cuidado, Picapica, no sea que alguien te tueste como el café torrefacto que bebe para estar muy en forma y, aunque no sepas bien quién es, no le gusta precisamente mucho el arroz del abad sino que, a veces, en paella vale que te vale y te vale... y si no te vale este aviso avisada estás. Picapica.- ¿Quién me va a tostar a mí, carita de jazmín? Tita Bedoya.- ¡Formidable tueste va a hacer contigo so tostada... quiero decir so atontada... porque ya quisiera el Florentino ese tener la mitad de hombría que él tiene. Para que te enteres, trotaconventos de los mil diferentes vientos, es un hombre formidable y formidable tueste va a hacer contigo si se enfada de verdad! Vete al convento de Calatrava a darte un trote... trotaconventos... Picapica.- Está bien. Eso lo veremos. De momento estoy gozando de buena salud sólo de pensar cómo os la apañáis para salir de este follón. ¡No he conseguido al bombón de la criadita pero también es un buen caramelo dulce la Numeraria y al Señorito Florentino nunca le ha amargado uno dulce... perdón... quise decir una dulce!. Pepa de La Mancha.- ¡Está usted como una chota! Torrijeña.- ¡Qué lástima! Veremos si este choteo malagueño dura demasiado o se convierte en chotís que como se sabe es de Madrid. Tita Saboya.- Señora, ¿no le gusta tanto el cachondeo? La broma aún no ha terminado pero usted cree que ha triunfado más que Viriato contra el triunvirato romano aunque no sabe que para triunfar, y se lo digo yo que soy ganadera de toros bien plantados, hay que saber dar capotazos cuando se les recibe. Tiempo al tiempo. ¡Veremos quién le echa a usted un capote cuando vea al toro encima!. Y no sueñe ahora una fantasía porque no me estoy refiriendo a eso.... que se la voy a dar con queso... Pepa de La Mancha.- Esta bruja está demasiado exaltada viéndonos a tantas jovencitas guapas y bullangueras. Me parece que alguna la va a tener que dar un puntapié allá donde la espalda pierde su nombre que hasta su nombre va a quedar más hinchado que el trasero de Bucéfalo, porque mirad que es caballuna la bruja que en vez de montar como Dios manda manda montar a como dé lugar y en este mismo lugar ya veremos... ya veremos... que no somos ciega ninguna. Picapica.- ¡Qué animala eres, Pepa! ¡No serás tú la que me lo des! Tita Saboya.- ¿Se ha enterado ya Doña Gonzala que Numeraria no está dispuesta a ser sacrificada o sigue empeñada en bodearla con su amado hijito. Si no se dice bodearla lo mismo da bordearla que no bordearla; porque en cosas de casorio no hago caso si es ya en serio. Torrijeña.- Creo que todavía no. Yo también sé que nuestra Numeraria es muy inteligente pero la broma se está complicando. Ella espera y no desespera y yo, la verdad, no quiero morir con tan poca edad. Tita Bedoya.- No te asustes, chavalilla, que la polilla sólo es polilla. Doña Gonzala, en el fondo, tiene miedo cerval, y asunto de ciervos es todo esto... de que sepan todos y todas la verdad del Florentino. Picapica.- No sé de qué verdad estáis hablando, pero Florentino se casará con Numeraria y yo me ganaré el precio de siempre pero esta vez multiplicado por dos. Tita Bedoya.- No os preocupéis, chicas. Esta bruja se tira tantos faroles como pelanduscos se ha tirado cuando era joven que debió de ser hace tanto tiempo que ya ni se acuerdan los más tarras de Vélez Rubio, Velez Málaga y las comarcas adyacentes. Picapica.- ¿Es que todo esto es más serio de lo que yo me estoy enterando? Quién sabe qué es lo que le pica a Florentino no vaya a ser que me quede compuesta y sin novia... quiero decir... esto... no... lo otro... quiero decir compuesta y apaleada y con la bolsa más vacía que la de un aceitunero altivo decidme ahora de quién... ¿de quién es ese Florentino?. Tita Bedoya.- No se preocupe tanto por su bolsa de canguro, bruja. ¿Está viendo ya cuánta gracia tengo yo en todo esto? Mucha más gracia que su cartita de amante sin condiciones ni clase alguna. No lo hemos olvidado todavía. Torrijeña.- Venid aquí Pepa de La Mancha y Picapica (Las aleja un poco y habla con ellas en voz baja) ¿Qué es? ¿Qué es? Tita Bedoya.- Permitid que me lo guarde para mí en este momento. No lo tengo todavía desarrollado del todo y el cielo está enrollado, la desenrrolladora que lo desenrrolle buena desenrrolladora será. Os anticipo, sin embargo y a lo mejor a alguien le embargan el chalé con la fuente incluida, que es bastante privado y hay mucha gente ahora por aquí. Esta bruja piruja no es más que una brújula montada en una escóbula. Pero puedo deciros que será bastante poético, impactante, sentimental... Picapica.- Bueno... cuenta... cuenta... que no diré nada. Tita Saboya.- Esta vez no sale nada más de mi boca. Ni una palabra más de momento. Usted bien sabe como todas sabemos pero hacemos como que no sabemos que es una vieja chismosa, de esas que siempre miran detrás de los visillos, y nos tiene envidia cochina, y que vaya que es usted cochina, a todas las jovencitas guapas y bullangueras del Club de Las Burladas. ¡Se acabó con eso de ser siempre nosotras las víctimas! ¡Las burladas ahora nos burlamos porque tenemos el derecho de hacerlo y si lo hacemos por algo será! Esto es como la compensación bancaria para que se vaya usted enterando poco a poco... Pepa de La Mancha.- ¡Carape! ¡Mirad! Numeraria nos hace señas de que se acerca Doña Marcelina. Torrijeña.- ¡Pobrecilla! ¡No conoce ni la mitad de la mitad! Tita Bedoya.- Huyamos de aquí (Todas se adentran en el lujoso chalé de Doña Gonzala). ESCENA IV Numeraria y Doña Marcelina, en la puerta del lujoso chalé. Numeraria.- (Aguantándose la risa mientras pone gesto de estar medio llorando).- ¡Ay, ay, ay! ¡Y esto es todo lo que hay! ¡Que no puedo, Señora de El Caracoles! Tengo que irme porque o huyo o me suicido. ¿Tiene usted, por aquí, quizás una pistola o algo parecido a una pistola? Doña Marcelina (Conteniéndola).- Espera, mujer, espera y ten calma. Que no cunda el púnico... esto... el cartaginés... no... quiero decir el pánico... que ya no sé yo ni lo que pienso ni lo que no pienso. Numeraria.- ¿No sabe usted lo que es el pienso compuesto? ¡Yo de esta de verdad que fallezco del todo o fallezco un poco solamente pero fallecer fallezco! Esto es espeluznante... ¡vaya pelos que tiene usted que es que no tiene usted pelos en la lengua cuando habla pero debe ser de milagro! ¿Piensa usted cuando habla? A mí es que me ha cortado... pero cortado del todo y no cortado solamente un poco... claro que no piense mal... que me estoy refiriendo solo al habla y no al serrucho de cortar en pedazos. Yo me voy me voy y me voy... ¡a no ser que usted me detenga antes de que cometa un disparate que es que soy muy despistada! Doña Marcelina.- ¡Pero por todos los santos del calendario del Gregorio... digo gregoriano... aunque el Gregorio tiene un calendario que... vaya vaya... vaya fotografías de santitas que tiene el Gregorio en su calendario que da hasta vergüenza... claro que como el Gregorio no ha conocido jamás lo que es la vergüenza... pero bien... vayamos al asunto... que no me seas tan loca como el Señorito Florentino! Bien. A veces no sé lo que suelto pero tú no estás suelta todavía. Cálmate. Numeraria.- No, no puedo calmarme, Doña Marcelina. Porque la calma en la selva siempre es presagio de tormenta. ¡Y qué tormento tengo con Doña Gonzala! pero... es que... es que el Señorito Florentino está salido del todo! Me inspira tanto pavor que échele usted guindas si tanto le desea a ese pavo que yo, mientras tanto, echaré las cuentas de lo que se va a gastar su mamita con las preparaciones de esta boda. ¡Vaya desmelanda que está esa fiera... digo... esa pava! (Finge terror) ¡¡Me muero!! Doña Marcelina.- No tenga miedo, jovencita. Numeraria.- No tengo miedo... ¡tengo asma!. Porque, para lo sepa ustez terminando en zeta como para quedar mucho mejor ante los de la baja condición que solo decimos usté y gracias nos dé Dios porque ustedes los de la alta cornupia o cornúpetas... esto... alcurnia quiero decir... no nos dan ni las gracias. Pero sepa ustez que la risa va por barrios. ¿Todos los de su alto barrio están tan locos por mi culpa como el Señorito Florentino? ¿Es que se ha vuelto loco por mi culpa culpita culpa ay culpa de mis amores o estaba ya así de loco mucho antes de conocerme; oséase desde que su madre le trajo a este mundo agarraito de la mano para que no se perdiera? Ustez me dirá... y bien que dice ustez las cosas en sus tertulancias... digo tertulias... que hasta se parece ustez al Tertuliano, que no sé si era tuerto o no era tuerto, pero destacaba en las tertulias romanas despellejando a tirios y troyanos. No. Me esto confundiendo de página del libro de Historia Unviersal que usa Menudita en el cole. Eso es de otra historia me parece... ¿y a ustez que le parece? Doña Marcelina.- ¿Loco Florentino? Numeraria.- ¿Está loco por mi, por mi culpa, por mi presencia, por mi ausencia o por culpa de alguien que no está en esta fiesta hoy aquí pero que si se pone furioso le soba las castañuelas con alguna castaña que otra por algo que debe saber muy bien ustez? Doña Marcelina.- ¿Es eso posible? Numeraria.- Eso fue lo que debió pasar entre Luisa con Eduardo que, de pronto, de tanta antipatía que se tenían, mire ustez por donde, señora de los caracoles... digo... señora de El Caracoles pero es que tiene usted uos pelos que parece toda una colonia de caracoles... y a ver si usa ustez una colonia más agradable que va echando ustez un tufo que tira de espaldas a la más resistente de todas. ¡Caracoles cómo se está poniendo el gallinero de la alta clase social esta noche!... que de pronto se han desatado algo así como unos enamoramientos volcánicos y... bueno... bueno está el asunto ese de las altas cunas y las bajas camas esta noche... ¡para que contarle más ná a ustez!. Esta bien... se lo cuento para que luego vaya ustez y lo vaya contando a toda la especie zoológica de su alta barriada. Fíjese ustez que Eduardito, de repente, ha pasado del odio al amor y viceversa. ¡Vaya follón mental tiene el Eduardito! ¿Y qué sabe ustez sobre lo que hizo el Eduardito, de repente y repentinamente hablando? Y a ver si no nos escucha nadie pero usted cuénteselo a todos. ¿Qué hizo el Eduardito con la Luisa? Pues que se cuenta ahí dentro que cayó desmayado en sus brazos, algo así como si le hubiese dado el gran suspiro emocional, pero más rendido que un numantino ante Emiliano Escipión o es que no sé si tiene algo que ver con el Emiliano, el que vive en la acera de enfrente de su casa de alta cuna y de baja cama, ¡Durante nueve horas por treinta días mensuales, que resulta que son trescientas sesenta horas dice que está el tal Eduardito dale que te dale y que va proclamando por ahí que él tiene el récord! Con lo cual, sépalo ustez y cuénteselo a todos, ha despertado la envidia y los celos de los demás de la alta barriada. Hasta ha publicado un relato fantástico y todo sobre su hazaña sexológica que no tiene ninguna lógica por cierto pero que a una canaria, que no es Numeraria pero que anda por aquí trasteando a ver qué pieza de caza mayor consigue cazar, la ha emocionado y todo por los comentarios tan sabrosamente que hace al sabroso relato del Eduardito que hasta copia a otros autores de Hispanoamérica cuando se pone serio y todo. ¿O es que también está pirrado, digo pirado, por culpa de la novia hispanoamericana de Solitario? Doña Marcelina.- ¡¡Trescientas sesenta horas al mes!! Numeraria.- ¡Un récord digno de ser escrito y descrito con todo detalle, que ya va él dando todos los detalles de cómo lo hace por cierto! ¡Qué fea manía tienen todos ustedes y todas ustedas de contar hasta todos los detalles de cada faena que realizan y mire ustez que yo me admiro de que pueda ser capaz de hacer trescientas sesenta faenas al mes porque eso no hay ningún torero que lo resista que eso me la contado Tita Saboya que sabe mucho de esas cosas de cuernos porque para algo es ganadera de reses bravas. Pero no se me ponga brava, Doña Marcelina. Doña Marcelina.- ¡Arrea! ¡Me está entrando hasta diarrea! Numeraria.- Pero espere un momentito porque el water está ahora ocupado. Que se parece hasta la oficina de Correos de tantos y tantas que están guardando la cola. Voy a ver si como un poco mientras esto lo puede estar escribiendo y describiendo alguien; o sea un escritor... solamente para levantar Acta. Me voy a dar un baño antes de que me pille la bestia... digo... el bestia... que esto de confundir los géneros masculino y femenino está de muy de moda antes de que llegue la poda. Doña Marcelina.- ¿Alguien va a escribir un Acta sobre todo esto? Numeraria.- Escuche, olvide de momento el Acta y haga, al menos una vez en su vida, un acto de caridad. Écheme un cable por favor... y llevo yo aquí en el bolsillo... digo en el bolso... unas pastillitas para sublimar los actos amorosos que son muy freudianas porque estamos ya todos y todas tan locos y tan locas que digo yo... bueno... bueno... y bueno... que no me acuerdo qué es lo que dije antes y lo que digo ahora... pero resulta que no he sido yo la de la cartita... ¡Aquí va a haber esta misma noche reparto de tortas nupciales... quiero decir tarta... y se ha quedado usted más tartaja que El Caracoles!. ¡No va el maharajá majara de Florentino diciendo que se mata si lo dejo! Doña Marcelina.- Eso es lo peor de todo. Numeraria.- Quiá de quiá. Lo peor de todo es ¿qué diablos pinta usted en todo este trajín! ¿Es que le gusta pintar tanto que está pensando hacer un retrato de alcoba? Doña Marcelina.- Buena ides. Al pastel. Numeraria.- Eso. Al pastel ¿Y tengo yo que poner la mirada muy dulce o no?... ya sabe usted... que hace bien la pajarita... esto no... que digo yo que ¿será cierto que me quiere hacer la parejita al primer intento? ¿Verdad que una parejita son dos? Pinte... pinte usted a una pajarita como si fuera un pajarito y todo y de seguro que logra hacer un pastel mejor que si fuese usted Soraya... digo... perdón... Sorolla. ¡Y qué lío esto de los géneros hoy en día! Me estoy refiriendo a los géneros pictóricos; o sea, a los de la pintura y a todas esas otras cosas que llaman pintura aunque no lo sean y vaya ustez ahora a saber cuándo es de verdad pintura o cuándo no es de verdad pintura. Entonces... ¿vale cualquier cosa en esto de los géneros masculinos y femeninos? Doña Marcelina.- Pero, jovencita... ¡si es natural! Numeraria.- ¿Natural es que vaya el pavo como buitre pero vestido de cóndor y haciendo posturitas de jugador de billar ? (Hace un gesto ridículo como jugando a billar) Doña Marcelina.- ¿Qué me estás diciendo? ¿Qué estás haciendo? ¡Vaya descubrimiento! Numeraria.- ¡Si, señora de el El Caracoles! ¡Y nos dice que así va a estar durante quince días seguidos! ¡Quince días seguidos! ¡Casi ná del Casi ná, Doña Marcelina! ¡Cómo estará de chotacabra el menda que hasta parece choteo de cabra si no fuese porque es verdad! Doña Marcelina.- ¿Y cómo se pinta todo eso al pastel? Numeraria.- Usted, por si acaso, no le de la espalda. Yo desde luego no pienso hacerlo. Me gusta sólo de frente. De espaldas es más doloroso el asunto. ¡Y es que en estos asuntos se está mejor cubriéndose la retaguardia! Doña Marcelina.- ¡Qué horror! Numeraria.- Y que lo diga usted muy jurado por cierto. No se dice ¡qué horror! sino ¡qué horripilante!. Voy a mandar hacer ocho reproducciones para ponerlas en el panelógrafo de mi estudio, en el comedor, en el pasillo.. y hasta en la buhardilla que tiene ya hasta alguna ardilla... disecada por cierto... y todo eso. ¡Para que no me olvide ni tan siquiera un momento! Eso es lo que me está diciendo al oído durante toda esta santa noche el muy santito. ¡Y yo aquí, Doña Marcelina, todavía aquí a ver si aguanto más que las serpentinas que también caen como moscas ante el tal Emiliano Escipión! Que le digo yo a ustez, y no se me vaya ustez todavía que hasta la guitarra mía está suspirando amor, haciéndose la sorda además de la tonta, que aquí hay tomate frito sofrito y esto va a terminar como un refrito de cebolletas en vinagretas. ¿Se va ustez enterando de todo o se lo apunto en una servilleta de papel de color pastel para que no me olvide ni tan siquiera un momento? Doña Marcelina.- ¡Pobrecita! ¡Debes estar pasándolo fatal, Numeraria! Pero entiende que esto es lo lógico de la lógica. ¡Cómo vas a decirle que no a un hombre tan guapo que ha perdido ya todas sus ilusiones por otras porque está loco por ti! ¿No ves que lo puedes traumatizar de por vida si le dices que no? Numeraria.- No. Si yo digo que esto es como el Renacimiento. ¡Qué importante es y qué fogoso se le ve! ¿Esto es la Casa de Tócame Roque? Hasta he visto a Roque, el vendedor de salchichas, intentando tocarme a escondidas. ¡Le decía a ustez, señora de El Caracoles, que hasta ya me han declarado La Novia Del Año! Dicen que voy a salir en todas las portadas de los periódicos y las revistas regionales. Quieren, además, que me vista con un salto de cama... o que dé un salto en la cama... que ahora no sé bien lo que me han pedido... dando saltos de alegría alegría alegría... alegría alegría y olé... así que tendré que tener mucho cuidado de no caerme de cabeza porque me quedaría tonta del todo y tengo todavía que seguir dando clases durante muchas décadas en la Universidad de Málaga capital. Doña Marcelina.- No te preocupes. Si te casas te levantas, saltas y sigues casada. Numeraria.- ¿Que dé yo saltos de coneja? ¡Le voy a decir yo a usted una gran verdad! ¿Cuando está usted liada con el señor Jurado, el del tribunal de menores, también da saltos de coneja en la cama? Asíque ya sabe usted... y dígale a Doña Gonzala que me parece que se ha endulzado mucho conmigo y que eso de que me va a dar una patada como si yo fuera una pelota, como sí que lo es usted, no se lo cree ni montada en el buey Apis. De tanto que me río me entra pis con eso de Apis. Lo que es yo me voy de inmediato para Mallorca como bien lo sabe Sampedro y conste que no he dicho San Pedro sino Sampedro que es que es un tipo al que conozco y yo no soy religiosa sino humana. Doña Marcelina.- Tú dirás lo que quieras pero no ovíes cierta cartita... no ovíes Numeraria... Numeraría.- Obvíes, señora caraculera... quiero decir señorar caracolera... y no monte en cólera que sabe usted muy bien montar... se debe decir obvíes y no ovíes pero comprendo que esté usted tan nerviosa esta noche que se le haya escapado lo de ovíes; ahora bien, si se está refiriendo a que no lo olvide, por supuesto que no lo olvido. ¡Qué cantidad de polvos de picapica están echando esta noche en todas las alcobas! ¡Estoy conociendo una gran cantidad de piratas pero piratas del todo, señora de sí señor, no lo ovíes tampoco señora de alta cuna y de baja cama, o señora que no se entera de qué va la Historia de España! ¡Cuernos, recuernos y requetecuernos con eso de ovíes o no ovíes! Que resulta, le digo yo a usted, que aquí no está el más interesante sino los más interesados. Usted no comprende lo que le quiero decir porque está medio atontada o atontada y medio, pero yo lo comprendo del todo. Él... y me refiero al interesante y no a ninguno de todos estos interesados... está ocupado con sus asuntos privados y, mire usted por donde y no me sea miope por más tiempo, sus asuntos privados tienen siempre que ver con una chavalilla y entienda que hablo en singular y no digo chavalillas en plural. Algunos de los interesados de por acá están ya oscilando de modo terrible y supongo que es por lo que están bebiendo y, oiga señora de sí señor, hay alcobas que hasta retiemblan y yo me digo: ¡Dios mío cuántas pelotas ciegas hay en este mundo! (Tocándose la cabeza) ¡Mundo de locainas para que no ovíes que están como absorbidas el seso y por eso viven en un purgatorio de almas perdidas! Así que siga usted con sus folletines con las indicaciones necesarias para que nadie se pierda a la hora de comprender el argumento de cómo se puede y cómo no se puede... que menudos folletines son... ¡Sigue usted más despistada que el correo del zar buscando la calle Narváez de Madrid porque, oígame bien y si no me oye use la trompetilla que para eso existe la trompetilla, hay en dicha calle madrileña una casa grande, pero que muy grande muy grande muy grande, sí señora... que él conoce perfectamente porque entró y salió y mire usted por donde todo lo vio. Doña Mariana.- No, jovencita guapa y bullanguera, yo no conozco de Madrid ná de ná porque soy adinerada pero paleta del todo; pero ten ánimo y no te apures. Numeraria.- Yo no estoy todavía tan apurada como para celebrar la boda y como al parecer lo está usted. ¿Quién se va a casar? ¿Ustez o yo? ¡Ay vá, se me olvidaba de que ustez ya está casada! Lo que no sé yo bien es con cuantos se ha casado ustez y cuántas veces se ha casado. Doña Marcelina.- ¡Oye, niña, por favor, que no se entere El Caracoles! Lo que te pido es que te moderes un poco, porque Doña Gonzala me acaba de preguntar que por qué atacas a Picapica y la has dicho unas cuántas frases sabrosas en el vestíbulo y dignas de formar parte de un diccionario para adultos adúlteros. Yo no he sabido qué explicarla. Numeraria.- Explícala, aunque se dice explíquela porque usted es más vetusta que Oviedo, lo que la salga del moño y vaya moña que ha cogido usted, señora caraculera... quiero decir caracolera... porque yo lo único que estoy viendo por aquí es a muchos hambrientos de esos que en Madrid se les llama harto sopas porque son los del aquí te pillo y aquí te mato. Y no la estoy hablando de clases sociales ni altas, ni bajas, ni tan siquiera médicas... esto... quiero decir medias. ¡Qué medias más lindas lleva usted!... sino de clases de personas si es que a todos etos se les puede llamar personas. ¿Es necesario, urgentísimo e inexplicable lo que está pasando aquí? ¿ustez me puede explicar este conflicto casi bélico, propio de hazañas bélicas más o menos o menos o más, en que estoy metida... digo en que alguien me ha metido? Ustez sabe muy bien eso de estar metida o no estar metida, so metiche... ¿no es cierto? Doña Marcelina.- Yo ya no sé ni lo que creo ni lo que no creo ni lo que debo creer y no lo que no debo creer; pero por supuesto que hablaré con Tita Saboya a ver si ella me da informaciones más concretas porque todas las informaciones que tengo son vagas pero vagas del todo. Numeraria.- ¡Sí, sí y sí! Hable usted, señora vetusta que de tan vetusta que es se parece a Oviedo y lo digo por un mozo al que conozco solamente de pasada nada más, que es que yo soy muy pasota, porque esta noche esto va a parecer una hazaña bélica... esto... quiero decir hazaña heroica. Doña Marcelina.- Espérame aquí. Voy a hablar muy seriamente con Tita Saboya. No tardo ni un tardón porque ya se está haciendo muy tarde. Numeraria.- Oiga, Doña Marcelona... digo Marcelina pero es que a veces me da la sensación de que es usted de Barcelona en vez de Molina del Segura... y seguro que usted no es de aquí de Vélez sino de algún otro lugar porque mire que es tan vetusta que no me acuerdo de cuando nació ustez que debe haber nacido allá por los tiempos de Amdeo de Saboya ya que tanto quiere hablar con Tita Saboya y no me haga mucho caso pero es que se me va la olla... si el Señorito Florentino le pregunta por mí... porque es que anda desesperado para agarrarme... dígale que estoy en la azotea, por favor, a ver si me azota un poco como va diciendo por ahí a mis espaldas por supuesto... que le digo señora sardina... esto quiero decir señora sordina... que me quieres azotar la espalda y que esta noche va a ser un espaldarazo de noche inmemorial que se nos va la memoria a todos y a todas. Doña Marcelina.- No te descuides (Se van las dos por el lado de la fuente). ESCENA V Numeraria; luego el Señorito Florentino. Numeraria (Sentada en un banco que hay en la azotea).- ¡Madre mía la que se va a armar! Hace quince días que no para de quererme, amarme y hasta apasionarse conmigo a distancia! ¡Esto parece la corrida más larga del siglo!... porque entre perros doberman y burros volando aquí se está viendo toda clase de bichos como si estuvieran cotorreando... digo correteando... o mejor ambas cosas a la vez... por la Plaza Mayor. ¡Qué desastre! Doña Gonzala está más enfadada que una manchega discutiendo con una alcarreña sobre el asunto de dónde se produce la mejor miel. ¡Y mira que se ha vuelto meloso este Florentino que ya hasta dice que está enfermo del todo por mi curpa curpita curpa! ¡Mira que le he puesto el listón... ya que se las da de tan listo... tan alto que a estos demasiado listos hay que ponerles muy alto el listón porque no saben ni dónde tienen la cabeza! ¡Que cabezón se ha puesto conmigo! ¡De buena se ha librado el bombón de la criadita que tiene Solitario como novia! Este Florentino es de una excitación tan exaltada, de un vapor tan vehemente, que parece todo un cochinillo a la plancha y vaya plancha que se va a llevar, y de una fealdad dicho sea de paso porque hay que llamar a las cosas por su nombre, que ya me tiene consternada y trastornada. Y hoy, encima, enviándome a sus correveidiles con mensajitos indirectos. Ayer me encontré a dos de ellos en el mercado de abastos algo así como espiándome... ¡y me parece que aquí, ahora, alguien va a cantar las veinte en copas de tanto como bebe y alguien va a cantar las cuarenta en bastos de tanto como zurra!... y yo me digo que si habrá leído "El primer verso" de no sé qué poema que me ha escrito y que pienso que lo ha escrito alguno de sus correveidiles en lugar de él porque es más analfaburro que un burro y mira que me aburro. Es un verso tan bien equilibrado que hasta parece una bromita porque eso de escribir "eres la más hermosa primorosa rosa" me parece de una cursilería tan empalagosa que a estas alturas... ¡y vaya que está alta esta azotea!... La visión es más bien horripilante. Señorito Florentino (Apareciendo por detrás de una palmera, con cara somnolienta y voz meliflua).- ¡Nume! Numeraria (Levantándose de un salto).- (¡Cuernos, recuernos y contrarecuernos! ¡La visión! ¡Ya está otra vez la visión de la que estaba yo hablando!). Señorito Florentino.- Adorada Nume... Numeraria (Armándose de valor).- ¡Florito! Señorito Florentino.- (Saliendo de detrás de la palmera y mirándola de arriba a abajo).-¡Pero cuán de buena que estás! ¡Estás más coloreada que toda La Rosaleda de Málaga capital junta! ¿Te he asustado? Numeraria.- (Armándose otra vez de valor).- Un poco sí que me ha asustado usted... bueno... bastante... quiero decir que me ha asustado usted muchísimo. Señorito Florentino.- Ando errabundo como un vil vagabundo buscándote por todas partes. Y yo, vagabundo... esto... no... vago del todo porque soy bastante vago... esto... que no sé qué me está pasando desde la primera vez que me miraste y mira que yo aguanto que me miren, ya no sé lo que digo... que no es que sea un poco vago sino que, vago del todo sí que lo soy en el Banco Rural. ¿Y tú, amor mío? Numeraria.- Yo a veces tambíén; pero soy bastante menos vaga que tú porque estoy trabajando y usted no sabe lo que significa trabajar. Espere un momento y asómate al balcón carita de azucena... no... esto... ¡que te asomes a ver esta noche tan movida y más llena de estrellas fugaces que estás muy fugaz! Pero no te precipites en el vacío, que yo, aunque a distancia de ti, no me fugo. Señorito Florentino.- ¡Oh, Nume! ¡Ay, Nume! ¡Hoy, Nume! Numeraria.- Pero si yo te juro que no me voy a correr de un momento a otro... porque no estoy todavía preparada para la carrera de Vélez Rubio a Vélez Málaga. ¿Es que no te has enterado de que esta noche es la Gran Corrida... digo la Gran Carrera? Señorito Florentino.- Entonces, Nume del alma mía, pues que ya eres mía para ver si pierdo la melancolía en este rincón tan oscuro. ¿Qué piensas? Numeraria.- Estoy acordándome de tu querida madre, hermoso, que te pareces a Fra Angélico con esa carita de ángel con la que te parió (Florentino se cree que es un piropo) Señorito Florentino.- ¡Oh, Nume! ¡Ay, Nume! ¡Hoy, Nume! ¡Gracias, muchas gracias, muchísimas gracias que con las que te mereces son las que yo no tengo! Desde que me licencié en la Facultad de Trabajos Manueles... esto... quiero decir Manuales... `pues has de saber que soy excelente en la costura, en el ganchillo... Numeraria.- No sigas, Florito, que con tantos trabajos manuales ya debes haberte especializado en esa Facultad de algo así como mampostero... digo... costurero... que estoy hasta segura... y viva Molina de Segura y olé... que hasta te entra el éxtasis cuando te acuerdas de mí mientras coses, bordas y le pones algún zurcido que otro a tus calcetines metidos en huevos de madera para hacerlo mejor. Señorito Florentino.- ¿Y qué importa el género si el amor es puritano... digo... puro... Nume? ¡La felicidad es una mariposa lila que, como yo soy tan lila, se me posa en las posaderas mientras qme entra un no se qué... pero, por favor, no se lo cuentes a nadie! Numeraria.- Pero... y si va un pajarito y se te mete dentro... del corazón por supuesto... ¿qué pasa? ¿la bandera por tu casa? Porque es que estás de bandera pero bastante trémula que mira que tremulas más que las mulas. Lo del pajarito es sólo eufemísticamente hablando o sea una metáfora. Porque todo hay que decirlo a su debido tiempo (Se muerde los labios para no empezar a reír). Señorito Florentino (Intentando acercarse a ella).- Nume, Nume de mi corazón, de mis entretelas y de mis locuras, no me seas tan tímida. Lo del pajarito solo es efímero. Acércate, Nume. Numeraria.- Lo siento, Florito, pero no me gustan los machotes que queman los ojos a los pajaritos para que canten mejor (¡Es que si me agarra este bruto con cuatro patas es capaz de despedazarme el trasero a azotes limpios!). Señorito Florentino.- Anda, no me seas lenta ni tontuela, chicuela Nume; que en este rincón tan oscuro no nos va a ver nadie (Intenta otra cvez acercarse a ella). Numeraria.- ¡Un momento! ¡Quieto parao so pesao! Si eres tan`rápido y tan atlético hablemos antes un poco. Habla, corazón de melón, que yo tengo el corazón de sandía y hasta que el melón que tienes tú conjugue con la sandía que tengo yo debemos esperar a que la aurora boreal quiera algo con la constelación austral y viceversa. ¿Es que no sabes que eso es el amor sí señor? Señorito Florentino.- Explícame, Nume, con total franqueza... ¿por qué te he gustado tanto yo? Numeraria.- Por nada... esto... no... quiero decir por todo... esto... no... quiero decir que por nada y por todo al mismo tiempo... como las patatas al montón que hace mi abuelita. Señorito Florentino.- ¿Cómo? Numeraria.- ¿Cómo cómo como? ¡Como como como! Quiero decir que no me gustas por nada... esto... no... no me gustas del todo... en fin... que me gustas como las patatas al dedillo que hace mi abuelita. Señorito Florentino.- ¿Qué? Numeraria.- ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? Me encanta la comunicación social. Te encuentro un no sé que que no sé yo qué... o sea... a ver si te aclaro un poco mejor... que resulta que la comunicación interpersonal es aquella parte de la comunicación social en la que... bueno... me parece que tú sabes mucho de comunicación social... tanto como de comunicación interpersonal... o sea nada de nada... pero yo... ya... yo... ya... Señorito Florentino.- Bueno... ¿por que gusto con tanto gusto? Porque yo ando vagabundo por el mundo del Facundo. Me hundo... me hundo... me hundo... Numeraria.- ¡Ahí vá! Eso que se te quite de la cabeza, a ver si te despejas de adornos superfluos. Me gustas como un globo; o sea, en global... pero como un globo bien hinchado; o sea, como un zepelín un pelín... como diría yo... un pelín zepelín... Señorito Florentino.- ¡Zepelín! ¡Qué piropo más elevado! Numeraria.- Elevadísimo a la enésima potencia. Lo más elevado de la sociedad que te puedas imaginar. ¿Cómo has llegado tú también a se Jefe de Negociado en el Banco, machón que eres todo una macháon del todo... un poco invertido y desviado pero machón al fin y al calvo... digo... al cabo. Tan elevado que me gustas porque eres ya todo un director de programaciones sociales... esto... no... de programaciones culturales... esto... quiá de quiá... de programaciones de no sé qué. O sea, que te admiro cuando te miro y te remiro, amigo, y cuando más te miro más me admiro yo. Señorito Florentino.- ¡Oh, Nume! ¡Ay, Nume! ¡Hoy, Nume! ¡Cuánta gracia! ¡Gracias! Numeraria.- Nada de gracia y no me des las gracias. Son mil pesetas por cada gracia y muchas gracias. En total, según mis cuentas, te sale una cuenta de tres mil pesetas y como la comisión es del mil por ciento te sale una cuenta de treinta mil pesetas en total más... pero... aunque... el corretaje... y asujétate bien las calzas y los tirantes que te asujetan las calzas... y no fardes de pantalones... que te pareces a un vaquero... ¡pero todo un vaquero cagadito ante las vacas así que no veas ante los toros!... el corretaje te digo, y te digo bien, supone otro mil por ciento sobre el total, así que ese total te sale una cuenta de trescientas mil pesetas... pero no pares todavía que resulta que hay que añadir el valor añadido... y como el valor se te supone como en la mili... aunque no sea cierto que lo tengas... es otro mil por ciento sobre el total... así que al final de toda esta corrida corriente... esto...no... digo cuenta corriente... todo te sale por tres millones de pesetas y aquí se finaliza este rollo repollo y esta pera repera. En total son, ya sabes y sabes bien, un total de tres millones de pesetas. Yo soy mala para esto de entrar en las cuentas y salir de las cuentas pero son tres millones de pesetas. Señorito Florentino.- ¡Que me da! ¡Que me da! ¡Que me da el ataque, el berrinche, el sarpullido! Yo esto lo veo muy oscuro. Numeraria.- ¿Oscuro? ¿Te parece de verdad oscuro todo este rollo repollo y esta pera repera? Yo lo veo todo muy claro. ¿Para qué necesitas ahora la oscuridad, lúcido y lucido caballero montante y sonante? Que montas mucho y suenas mucho a caballero de armadura enmohecida, Florentino. ¿No me quieres ya montar para hacerme la pajarita... digo.. la parejita? Son tres millones de pesetas que para ti sólo es una minucia pero para mí me sirve para salir del apuro. ¿No te parece el precio justio? ¿Ajustamos otra vez las cuentas para ver si me he equivocado? Señorito Florentinio.- Yo puedo ajustarme un poco pero no tanto... Numeraria (Ya lanzada definitivamente).- ¿Sí? ¿No? ¿Sí pero no? ¿No pero sí? ¿De verdad o de mentira? Porque si es de verdad no me lo creo y si es de mentira me lo creo mucho menos todavçia. ¿Te lo crees o no te lo crees? Porque a mí me parece que te lo crees demasiado. ¡Mira cuántos lilas hay por ahí debajo! Son rumbosos y rumbosas como tú. Y en aquel surtidor que ves allí hay toda clase de surtidos, bajo la luna cascabelera, muy ajustados los amiguitos masculinos los unos con los otros... ¡Ay, perla!... ¡no sé lo que va a suceder contigo! Pero lo que te sucede ahora es que te has querido quedarte conmigo y por eso contigo me estoy quedando yo. Que ya sabes lo que dice la Historia de España: Isabel y Fernando, y ponen a Isabel por delante para que te enteres enterao... que te gusta a ti micho esa palabra de enterao, tanto monta monta tanto Isabel como Fernando peor delante está Isabel porque eso de los derechos medievales es que ni me vales... ni me vales para descalzarme... ¡So enterao!. Señorito Florentino.- ¡Que me da1 ¡Que me da! ¡Que me da el ataque, el berrinche, el sarpullido! Yo esto lo veo muy oscuro. Numeraria.- (¡Cielos! ¡Este bruto está a punto de explotar de iras!) Señorito Florentino.- Nume... dejémonos de números ahora... y... ¿por qué no nos damos un besito de película infantil? Solo nos rozamos los labios nada más. Como si yo fuese Lorenzo y tú fueses Catalina. ¡Cuándo Lorenzo se acuesta se levanta Catalina! Numeraria.- ¡Cálmate soberano que te pareces al Rey Sol y tómate un soberano antes de llegar a todo eso! Yo sé que estás un poco amilanado y buena milana de la Emiliana... esto... no... no te enfades... quero decir buen milano del Emiliano, ya sabes el que nació en la casa de la Fuensanta, en la cuenca de Guadiana para ser más exactos... estás tú hecho. Yo estoy también tan amilanada que me pregunto que ¡qué es eso de un besito rozándonos los labios nada más!. Bueno. Yo creo que es mejor esperar. Señorito Florentino.- ¡Pero Nume mía! Numeraria.- ¡Oiga usted, caballero! Yo no soy suya que yo sepa sino que soy mía desde que nací. Mi vida es mi vida y no se le ocurra llamarme otra vez Nume mía... o vida mía... o cualquier tontería de esas... o sea... que no soy, al menos todavía, ni suya ni de nadie (Se escucha un cantar por peteneras de un cantaor flamenco) Señorito Florentino (Corriéndose de vergüenza repentinamente y poniéndose colorado del todo).- ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! Numeraria.- De aquí es mejor salir ya por peteneras amorcito y ricura que muy rico estás tú pero solamente de pasta porque lo que es de físico estás batante pasadico... que nos van a descubrir lo mismo que se descubrió América... o sea... de pronto y porrazo y no se vaya usted a pegar un porrazo contra la puerta que es bastante pequeña por cierto. Señorito Florentino.- ¡Deliciosa! Numeraria.- ¿La puerta o yo? Porque yo ya sé que estoy muy deliciosa pero es mejor irse por peteneras... que se lo digo yo... y no me meta usted tanto tiempo la pata que se va a cabrear el pato y un pato cabreado es algo así como un búfalo en estampida.. y esto lo digo por su Marujito el Manolito... que se llama Manolito e iza todos los días la bandera de todos los piratas como tú... que está tan loco de atar como tú... ya que es tan locaina como tú. Borriquito como tú que no sabéis los dos ni la ú... de Universidad por cierto. Señorito Florentino.- ¿El divino Marujito? ¿Y qué tal si formamos un trío para pasarnoslo bien entre los tres? Numeraria.- ¿Usted, ganso del todo diciendo gansadas que se creen que son graciosas, se cree que yo soy autista? Me ha dejado usted autista... esto no... autista no soy... que quiero decir que me ha dejado usted atónita... porque resulta que entre autista y atónita no se pude ser ambas cosas al mismo tiempo. Ese Marujito el Manolito que iza tanto la bandera de los piratas mentales, metáselo usted donde le de la real gana... sea en la cama o sea en el sofá... pero conmigo no cuente porque soy muy sensible. Ahora me tengo que ir al baile de San Vito... porque este baile que se está celebrando dentro del lujoso chalé de su querida madre... y vaya que si me acuerdo de su querida madre para que sepa que yo soy muy agradecida... suena a gloria. ¿Conoce usted a alguna vieja gloria bailonga? Señorito Florentino.- ¡Eso, eso! ¿Bailamos? Numeraria.- Bailar lo que se dice bailar no tengo ni idea pero espere usted a que tenga unos añitos más y entonces bailamos... usted por supuesto en la floja cuerda... que a mí me la trae floja la verdad... ¿no se la traen floja las jovencitas guapas y bullangueras como yo? Pues eso. Hasta el próximo milenio gran señor, Don Juan Tenedor... que tiene usted un gancho que no lo supera ni el marciano... digo... ese tal murciano... esto no... Rocky o como se llame (Ella se va de la terraza y él se queda como alelado durante un buen rato y después se va también de la terraza). ESCENA VI Numeraria, Señorito Florentino y Doña Gonzala, en la puerta del lujoso chalé. Doña Gonzala (Tomando la mano izquierda de Numeraria y tirando de la mano derecha a Florentino mientras Numeraria está sonriendo y Florentino está aterrado).- ¡Tengo que hablar con vosotros dos, granujas, pícaros, irreflexivos, imprudentes! ¡Es necesario que os caséis y vaya que yo consigo hacer que os caséis! Señorito Florentino.-Ay, mamaítaaaaaa! ¡Pero si eso es lo que tanto deseo! Doña Gonzala.- ¡Entonces por qué no he visto que todavía la hayas besado! Numeraria.- Doña Gonzalita, no me haga sonrojarme que todavía soy una inocente jovencita nada más. ¿Por qué tiene usted tanto capricho en que nos besemos? Doña Gonzala (Cambiando su falsa expresión de enfado por otra más risueña pero igual de falsa).- No, mujer, si te comprendo aunque no del todo pero todo lo comprendo porque yo lo comprendo todo aunque no te comprendo del todo y como comprendo todo pues... esto... ¿qué estaba diciendo yo? ¡Mirad a los pajaritos siempre uniendo sus piquitos y sin timidez alguna! Señorito Florentino (Totalmente abochornado).- ¡Pero si estamos ya decididos a darnos después un piquito! Numeraria.- Es que lo que ocurre, Doña Gonzalita, es que su amado hijo tiene un pico muy largo y... claro... como usted comprenderá es mejor darle un pequeño corte. Doña Gonzala.- ¿Un pequeño corte a su pico? Cállate, seductora, que le tienes totalmente hechizado, brujita. Numeraria.- Oiga, señora bruja... esto... que las brujitas no somos hechiceras o es que usted se cree que yo voy por ahí besando a cualquier donjuán verde que te quiero verde pero verde verde verde limón. A ser posible... esto... señora bruja... no es lo mismo ser brujita que ser alcahueta. Yo le prometo que bruja, lo que se dice bruja, podríamos decir que es la Picapica mejorando lo presente. Doña Gonzala.- ¡Numeraria, Numeraria, que me conozco muy bien conocida como para que vengas tú a decirme a mí lo que bien sé que soy! Confío en que seas una verdadera señorita y que ese tesoro de cuerpo que tienes lo guardes siempre para mi amado hijito. Numeraria.- ¡Virgen santa lo que me pide usted! ¿Me quiere poner colorada del todo? ¿Usted se cree que yo soy como La Tropicana de La Habana que baila las habaneras con tanta gracia y salero que enseña todo su cuerpo a cualquier mirón? Mire que no me mire usted tanto ni con tan buenos ojos... que yo soy una chica normal, formal y tal y tal y tal. Doña Gonzala.- Ya sé lo buena que estás; que estás más buena que el pan candeal así, vista desde el primer momento, pero no seas tan modosita... quiero decir tan modista... esto... no... quiero decir tan modesta. Numeraria.- ¿Yo? ¡Si ya me he enterado de que a su amado hijito le gusta el oficio de las modistas y tiene hasta título de licenciado en la Facultad de Artes Manueles... esto no... quiero decir Manuales! pero, de momento, por favor dígale que tenga las manos quietas porque yo también las tengo... ya que tiempo habrá para que él toque la gaita y las castañuelas y el pandero del Marujito el Manolito... esto no... que quiero decir de a quien tanto le gusta tocar. Doña Gonzala.- No se hable más a ver si se va a enterar el pueblo entero. Te entiendo, preciosa (A Florentino) ¿Y tú? Señorito Florentino.- Muy a gusto. Me está entrando mucho gustirrinín lo que oigo. Pero es que un paleto es mejor que una mujer tan culta. Doña Gonzala.- ¡Ay, que me da otra vez el mareo! ¡Mis sales! ¡Mi tarro de sales, por favor! ¿Cómo me sales ahora con todo eso? ¿Pero no estabas tan calado por ella? ¿O es solamente un decir por decir y no decir lo que se debe decir?... ¡Y ya no sé ni lo que digo!. Señorito Florentino.- ¡Por el Amor de Marujito, mamaíta, ten un poco más de recato! Doña Gonzala.- ¡Ay que disgusto más grande me has dado! ¡Me has dado un disgusto más grande que toda La Rosaleda de Málaga capital junta! ¡Mis sales, por favor, por capricho, por curiosidad, mis sales que me da algo! ¡Quiero que alguien me traiga mi tarro de sales! Numeraria.- ¡No me sea usted tan tarra con tanto tarro!... y que conste que eso lo he aprendido de cuando estudiaba en la Unversidad Complutense de Madrid... ¡Hombre, Doña Gonzalita, esto... quiero decir mujer... pero eso también lo aprendí en la misma Facultad!... ¡Que yo no quiero que por mi culpa le dé a usted algo tan malo porque la quiero mucho... pero que mucho... pero desde bastante lejos por cierto! ¡Si es necesario romper el compromiso se rompe y no pasa ná de ná! Hablo con la mano en el hígado... digo con la mano en el páncreas... digo con la mano en el corazón... ¿por qué no casa con otra a su amado hijito y así duerme usted en paz y a mí me deja en paz y todos tan tranquilos para toda la vida? Si es necesario desaparecer yo desaparezco como el Guadiana y vuelvo a aparecer más tarde, cuando se haya casado coon otra menos culta que yo, y usted haga como que no me ha visto jamás de todos los jamases. Doña Gonzala.- ¡No importa! ¡No importa! ¡Ya se me está pasando el disgusto! Ámalo como tanto lo amo yo y hagamos como que no ha sucedido ná de ná. Y bueno. y bien. Le voy a cantar una nana a mi nene Florito para que se duerma como un angelito y mañana será otro día. Señorito Florentino (Indignado).- ¡Ya está bien, mamá! Deja que ella opine lo que ella quiera opinar, que yo opino lo mismo que ella opina y que es lo mismo que yo opino. Numeraria.- Yo le aseguro a usted, Doña Gonzalita, que este bodrio de suceso ha sido un amor fortuito nada más y que como es sólo fortuito que se quede en sólo fortuito y que no cuaje en enlace desafortundado porque... ¡mire que yo no he tenido fortuna con otro que me interesaba de verdad pero está de por medio la hispanoamericana que usted tanto desea... esto deseaba para su amado hijito... y que esta boda no es una fortuna sino una tontuna desafortunada nada más y ya se sabe que de este agua no se ha de beber y déjela correr y todo ese jaleo del río que es una corriente de agua corriente y es que esto sólo ha sido una corriente nada más!. Una corriente muy desafortunada. Doña Gonzala.- ¿Desafortunada tú? Pero... ¡si yo ya estoy dispuesta a renunciar a ella... digo... que tontería... ¿en cuála estaría yo pensando?... que no, mujer, que no... que se me va el santo a la cocina... esto... que no creas que me estoy refiriendo a la criada... ¡Bueno! ¡¡Ya está bien y a ver si me centro de una vez por todas!! Cállate, seductora de angelitos, que tienes mucha fortuna pero que has conquistado a todo un tesorito. ¡Lo heredas todo completo como yo me llamo Gonzala, chavala!. Señorito Florentino.- ¡Pero calla una vez en tu vida, mamita! Pero... ¡si yo ya estoy predispuesto, dispuesto y hasta descompuesto, a renunciar a ella! ¡No seas tan egoísta! Doña Gonzala.- ¿Yo egoísta? ¡Tú chocheas, Florito! ¿Acaso soy tan fea y tan vieja como para amarte y quererte sólo para mí? Siempre que la veo me viene a la memoria el Marqués de Santillana o Gonzalo de Berceo que no me acuerdo muy bien ahora pero que me acuerdo cada vez que la veo... de aquello de "nunca vi mujer más fermosa que la vaquera de La Finojosa". Bueno. Que no sé que me ocurre. Es algo muy personal y ya tiene una persona que es un hombre de verdad, que resulta que es Solitario pero no está solo porque está con ella... que está tan buena y es tan buena persona que sí, que si yo fuera hombre... por cierto... ¿no has visto una armónica por aquí?... porque la verdad es que está bien armónica... que menuda castaña tengo, hip... ¡Y vaya castaña que tengo, hip!... ¿Y hablando de castañas, hip... me gustan las castañas,hip... esto... ¿eres tú una castaña, hip? Señorito Florentino.- ¡Por favor, mamita! ¿No estás viendo que Numeraria no es del todo castaña aunque parece que es castaña? Doña Gonzala.- ¡Nada de pensar ya tan mal! ¡Las jovencitas guapas y bullangueras esas del Club de Las Burladas, están todas locas por ligar con un principito como tú! ¡Están más buenas que el arroz con leche y que yo sepa a ti siempre te ha gustado el arroz con leche! Señorito Florentino.- Ya lo creo pero yo no soy tan alto porque soy bastante enano por cierto, bueno que en realidad no soy un principito sino un enanito saltarín, pero la verdad es que tengo elegancia, caché, glamur... Doña Gonzala.- ¡Insisto en que se celebre esta boda! ¡Esta preciosidad de Numeraria no se me escapa! ¡Mira sus ojos tan grandes, tan hermosos, tan relucientes... y esas pestañas tan largas, tan tan tan... Señorito Florentino (Abriendo mucho los ojos).- ¿Tal vez como los míos? Doña Gonzala.- Orejas finas y delicadas. ¡Qué cuello tan lindo! ¡Es como para convertirse en vampiro porque vaya que es vampiresa! ¿Y la nariz? ¿Qué tal la nariz? ¡Perfecta! Señorito Florentino.- Está bien mamita... está bien si tú dices que está bien... Doña Gonzala.- Los dientes blancos y relucientes, los labios más rojos que las amapolas, las piernas completamente bien torneadas, la piel tan bruna como la luz de la luna... ni te imaginas lo que debe ser verla desnuda... esto...no... no quiero decir eso... que me estoy emocionando demasiado (Florentino ha ido siguiendo todo detallando en su imaginación) Señorito Florentino.- El Marqués de Santillana debió ser quien dijo todo eso de La vaquera de La Finojosa... que todavía me acuerdo y eso que no sé de Literatura nada más que eso y poca cosa más. Doña Gonzaña.- ¿Qué tal, Florito, cómo la ves ahora? ¡Anímate un poco animalito! Numeraria.- Es mejor que no me imagine tanto... Doña Gonzalita... es mejor que no me imagine desnuda como usted me está pintanto... porque es que no vaya a ser que... bueno... que están todos ustedes más chiflados y chifladas que lo que él está... que este Florito ni pincha ni corta... porque está más pinchado y más cortado que el tal Cortadillo en su rinconete. Doña Gonzala (A Florentino).- Y en cuanto a tí, tesorito mío, vamos a ver si dejas ya de ser un hombre de paja nada más que pareces un espantapájaros. Numeraria.- ¿Es que es un hombre de paja nada más? ¡Quién me lo iba a decir a mí que resulta que solamente es un espantapájaros! Señorito Florentino (Riendo coquetamente).- ¿Ves lo que estás consiguiendo, mamita? ¡Estás haciendo que yo haga el ridículo más espantapájaros... esto... quiero decir espantoso... y me estás frustrando y así no voy a acabar nunca con mi timidez! Doña Gonzala (Riendo).- ¿Le oye usted, Numeraria, le oye usted lo bueno que es? Numeraria.- Le oigo, le oigo, le oigo demasiado bien porque no sufro de otitis... aunque con esa vocecilla que tiene es más difícil que oírle que al canario que tengo en mi casa y que está afónico de tanto cantarme isas. Doña Gonzala.- Bueno, eso no importa. Si tienes un canario en tu casa me da igual. Entre tres también se puede... Numeraria.- ¿También me confunde usted con una autista atónita? ¡Que vuelvo a repetir al mundo entero si es necesario que no soy autista y que no estoy tan inaudita que hasta lo sabe ya Menudita! Y usted sabe bien a lo que me estoy refiriendo. Doña Gonzala.- No te pienses que te estoy extorsionando cuando te digo que en esta casa hasta tenemos un retablo de Valdés Leal que sería tuyo si le fueses leal y que tienes que olvidar al canario porque Florentino es un lorito. Numeraria.- Es que los loritos me producen algo así como alergia... que digo alergia y no alegría... Doña Gonzala.- Claro que no es lo mismo pero puedo hacerte una rebaja del cincuenta por ciento o más en las compras que hagas en el mercadillo una vez por semana, preciosidad. ¿No te parece un precio algo rico para una que está tan rica? Numeraria.- Tres millones de pesetas por la parejita que me quiere hacer su amado hijito no es tan caro como ese cuadro de Valdés Leal que me está ofreciendo y que debe ser, si no me equivoco, el titulado "En un abrir y cerrar de ojos" y además que, en un abrir y cerrar de ojos aumenta su valor cada año gracias a las plusvalías; pero debo decirle que no... que no soy yo muy aficionada a la pintura y que le digo que tres millones de pesetas... Doña Gonzala.- Mejor no digas nada más... porque es que tres millones de pesetas... Numeraria.- Quiá de quiá. Que le estoy diciendo que no estoy acostumbrada a ser lo que va diciendo usted por ahí que yo soy. Y en cuanto a su amado hijito hay que ver cómo juega a los bolos en las boleras madrileñas. Que me ha dicho un pajarito solitario, de esos que andan por ahí cantando por alegrías, que menea mucho el trasero cuando lanza las bolas. ¿Eso lo hace por defecto o por exceso?. Doña Gonzala.- ¿Podemos dejar eso aparcado para otro momentito más ameno? Numeraria.- A meno o má que quiera usted sí podemos dejarlo aparcado en el cuarto trastero de su amado hijito para otro momentito pero decuida, Florentinín, que yo ya me quiero marchar de aquí. Señorito Florentino.- Procura tardar mucho en volver pues vaya sofocón que tengo. Numeraria.- Espero tardar lo suficiente como para que me recuerdes cincuenta veces cada noche por lo menos... ricura... y a ver si entonces ya eres como el Tigre de Malasia que, según escribió Emilio Salgari, para que aprendas un poco de cultura general que falta te hace, era Sandokán (Se va por el lado donde está la fuente y el estanque). ESCENA VII Señorito Florentino y Doña Gonzala. Doña Gonzala.- Habrás comprendido que no estoy dispuesta a que se me escape viva y sana. Está bien que no haya podido ser con el bombón de la criadita pero te casas con el caramelito de Numeraria como yo me llamo Gonzala, Gonzala y Gonzala. ¡Y hala, hala y hala! Señorito Florentino.- ¿No tengo otra alternativa? Doña Gonzala.- ¿Te he dicho alguna vez que la cartita te la envió la Picapica? Señorito Florentino.- ¡Ay, mamita mía y de mi corazón, no me abandones ahora! ¡Con la Picapica si que no por el amor del cielo, mamita mía de mi corazón! ¡Te lo suplico! ¡Te le imploro! ¡No me hagas casarme con la Picapica! Doña Gonzala.- ¡Pues o conquistas definitivamente a Numeraria como si fueses el mismísimo Hernán Cortés todo cortés o te corto el vicio que te traes con Marujito y te caso con la vieja bruja piruja de la Picapica como si fueses El Bobo de Coria subido en una noria! Señorito Florentino.- ¡Mamita mía de mi corazón eres más egoísta que Garzón, el que de pequeñito se hacía tan chulito en el cole con nosotros los débiles de carácter pero que, para dar honor a eso de Garzón se cagaba en el calzón cuando le arreaba una buen tunda el más duro de la clase! Sospecho algo... Doña Gonzala.- ¿Qué sospechas, gutaperchas? Señorito Florentino.- Que la Picapica y Numeraria han tenido algún rifirafe por mi culpa. Doña Gonzala.- ¿No me digas, sabihondo? ¿Cómo lo has sabido tú que te crees más sabio que Salomón en sus épocas de claridades mentales? Para que veas que hasta Salomón estaba más enterado que tú que no te enteras contreras. Señorito Florentino.- Deduciendo lo que van diciendo. ¿Cómo se puede entender entonces lo de la cartita? ¡Están las dos locas loquitas pero locas loquitas por mí y mis posturitas! En todo el "Casi Ná" he hecho el ridículo por haber caído en la trampa de Numeraria, pero también observo que la Picapica está celosa, sombría, más macilenta, ojerosa y melancólica que nunca jamás de sus jamases y es que jamás jamó jamón la tal Picapica sino que siempre tuvo que conformarse con magro de cerdo! La Picapica no se aparta, ni un moomento, de Tita Saboya; luego es porque siente celos... ¿de quién siente celos la rica de la Piciapica? Lo tengo más claro que nunca... ¡de Solitario! Luego la Picapica... ¡ay mamita mía, mamita de mis amores!... ¡desea a esa bombón hispanoamericana que está trabajando como criadita en nuestra casa! La Picapica es... es... es... Doña Gonzala.- Al bombón de la criadita hispanoamericana olvídala por completo si quieres que Solitario no te corte el cuello y a ver si no pierdes el resuello con tantas emociones seguidas. ¿Tú crees, de verdad que la Picapica va detrás de ese bombón de chavalilla? Señorito Florentino.- Sí. Está enamorada de ella. Luego la Picapica es la Safo de Vélez... o sea... o sea... que se pasea... que se pasea... ¡ay, que me da el patatús!... para que la criadita la vea sin darse cuenta de que ella es muy fea... muy fea... pero que muy fea. Doña Gonzala.- Pero... ¿me puedes decir qué es lo que me quieres decir pero que lo entienda yo bien entendido? Señorito Florentino.- ¡Ay, que me da! Ay, que me está dando en la nariz que la Picapica esto... ¡ay!... ¡ay!... ¡y ayyyyyyy!... es lesbiana. ¡Esto ya está siendo la locura conejil más conejil que he conocido... y eso que de locuras he conocido bastantes! Lo recuerdo ahora porque una vez oí discutir a la Picapica y Numeraria. La vieja revieja le decía a la jovencita guapa y bullanguera exactamente que no le importaba que ella se casara conmigo pero que a la hispanoamericana que se ha convertido en la novia inseparable de Silencioso no se la perdería jamás. Doña Gonzala.- ¡Qué bajo has caído a pesar de ser tan enano en lo físico y en lo mental! ¿Qué clase de inquinidad estás diciendo? ¿De verdad la oíste decir eso? Señorito Forentino. ¡Tal como lo estás ahora tú escuchando, mamita de mi corazón y mis entretelas que aquí hay muchas telas por cortar! Estoy aterrado... porque este asunto ya es demasiado peligroso. Si tiene que intervenir Silencioso se nos acaban todas las gracias a todos y todas. Esto ya no es gracioso y yo quiero dejar de hacer el oso. Doña Gonzala.- Ahora empiezo a darme cuenta de que nunca debí haber dejado que se metiera en mis asuntos privados esa bruja rebruja, bruja piruja y bruja maruja de Picapica. Señorito Florentino.- Al menos nunca deberías haber permitido que te engañara como te ha engañado haciéndote creer que la deseaba para mí en vez de para ella... ¡toma paella! Doña Gonzala.- Me parecia correcta y sensata como una santa. Me parecía sincera y verdadera como una primavera. ¡Se va a enterar esa pendeja vieja revieja! Señorito Florentino.- ¡Ay, mamita mía de mi corazón y de mis amoríos... digo... de mi amor! ¡Que no llegue la sangre al río! ¡Esa bruja de la Picapica, picapleitos, picapiedra o picaconventos está tramando algo más entre las sombras que, por otro lado y dicho sea de paso, porque es veraz... vaya sombrajos más extravagantes que usa para sus ojos que parecen dos ajos en vez dos ojos!... ¡Parece una cacatúa catarrina de lo loro y mona que es a la vez! Doña Gonzala.- Por todo lo que me estás diciendo estoy segura de que trama algo. la vigilaré... pero como se entere Solitario... ¡pobrecita de ella porque la convierte en paella! Señorito Florentino.- ¡Por favor, mami, mami mía, efusiones violentas, no! Doña Gonzala.- ¡Efusiones de sangre es lo que va a suceder aqui! Como se entere Solitario de muchas cosas que andan ocultas nos va a convertir en cultas pero bien cultas. Que nos vayan preparando las trassfusiones de sangre porque matar nos mata pero bien rematadas a las tres. Y ahora... ¡una, dos y tres!... ¡las tres podemos ya a empezar a echarnos en salmuera!... ¡pero no perderé de vista a la Picapica para que no se vaya de le lengua porque como se entere Solitario de lo deslenguadas que hemos sido nos convierte en lenguados... digo... en lenguadas... es que ya no sé que me pasa que me confundo de género. ¡A la Picapica la convierto en bocadillo de picadillo si se le ocurre chismear lo que no debe chismear! ESCENA VIII Doña Marcelina, Numeraria, Tita Saboya, Torrijeña, Picapica y Pepa de La Mancha delante de la puerta del lujoso chalé de Doña Gonzala. Doña Marcelina.- En silencio, por favor. ¿Es posible lo que estáis diciendo? Tita Saboya.- ¡Lo que oye usted, Doña Marcelina! Picapica.- ¡Felicidades! ¡Felicidades, Numeraria! ¡Le has conquistado! Numeraria.- No se fíe usted tanto de las apariencias, revieja, que ya sabe lo de la cuenta de la vieja, y no dé balidos como una oveja.. que mire usted que me he vuelto de repente poetisa. Torrijeña.- ¡Que sí, so bruja, que sí! ¡Que se le ha ocurrido a alguna de ustedes escribir una cartita muy ingeniosa propia de El Fénix de los Ingenios, que es, dicho sea de paso y yo es que paso de todo, Félix Lope de Vega y Carpio! ¡Es usted la imagen hidalga de Doña Quijota y no tiene ni jota idea de que va a subir la marea como siga bebiendo tanto! ¡Ni se imagina usted cómo y tanto le ha conquistado! Picapica.- Prodigioso, estupendo... Va a ser una boda increíble... Pepa de La Mancha.- Y todo va a acabar felizmente, pues nadie sospecha que la broma no es una broma. Todavía quedan algunas sorpresas más que no están de más por cierto. Numeraria (A Doña Marcelina).- ¿Es que todavía hay más sorpresas al final? Doña Marcelina.- Tonterías. Solamente tonterías. No hay nada más. Tita Saboya.- Le advierto que todavía hay una sopresa muy sorpresiva. Numeraria.- Yo lo que quiero es que me saquéis de todo este conflicto en que me ha metido esta como se llame. Napoleón, comparado con ese loco mariposón, es solamente una miniatura. Doña Marcelina.- Bueno. ¿Alguien me puede aclarar qué pasa ahora? ¿Qué es? Contadme... contadme... contadme ya qué pasa aquí... Picapica.- usted se cree todo lo que le cuentan. No hay otra cosa sino una boda a la vista que va a ser colosal... ¡más colosal que el coloso de Rodas puesto de rodillas y rodando que te rueda que esto no lo va a mejorar ni Lope de Rueda y rueda la bola que es bola y nada más que bola... digo... boda... y nada más que boda! Tita Saboya.- No hable usted tan alto que nos vamos a enterar. Hay todavía una sorpresa mucho más interesante que la divina comedia de Dante y es que en este asunto amoroso la osa se convierte en oso. Numeraria.- ¿Asunto amoroso? ¿De qué asunto amoroso se trata ahora? Porque lo que es yo ya no quiero saber nada más (Se agrupan todas poniendo gestos de muy interesantes) Tita Saboya.- Se trata de una tragedia muy romántica. Decorado: el jardín, la noche, la luna lunera cascabelera y a ver quién es ahora quien se atreve a ponerle el cascabel al gato. Argumento: cualquier motivo que se les ocurra para acercarse a ella. Tras ella siempre está la Picapica. Picapica.- ¿Yo detrás de ti? Tita Saboya.- Sí. Detrás de mí como más solapada que las solapas del comisario local que está bastante loco y por eso es solamente local y hablando de local no es precisamente a mí a quien está buscando. Numeraria.- Esto para mí ya es de pronóstico reservado. Adelante. Sigue dándome datos numéricos que para eso soy numeraria. Tita Saboya.- Picapica tiene muchos recursos económicos y por eso siempre está tan en el presente de indicativo del verbo amar. Siempre nos sorprende diciendo ¡Ah!¡Oh! ¿Hoy? En fin, las exclamaciones propias que tienen las ricachonas gordas que se hacen gordas y ricachonas de repente y, entonces, muy emocionada, vibra de forma bastante patética para dar el pego de que es muy discreta y es que hace tiempo... bueno... como Numeraria ya le ha dicho lo que tenía que decirla ahora hace como que no sabe nada de nuestras historias personales. Una vez conseguido el disimulo como un mulo... esto... quiero decir que disimula como una mula... Picapica se muestra como muy amiga de todas nosotras las jovencitas guapas y bullangueras del Club de Las Burladas. En secreto hay algún amor que ya os anticiparé en su momento oportuno. Ahora dirá que la estoy acusando en vano, me insultará una vez más como siempre, me injuriará todo lo que le venga en gana y me calumniará ante todo el mundo patrio y hasta más allá de la patria... pero, en esto, que aparece alguien y se le escapa... ¡ay ay ay!... e intenta darme cuatro bofetadas como si yo tuviera la culpa de todos sus devaríos. Numeraria.- ¿cuatro bofetadas como los puntos cardinales? Tita Saboya.- Es que ella cree que son indispensables. Doña Marcelina.- Pero... ¿no se podría hacer un reparto de tortas algo más proporcional y no las cuatro para ti? Tita Saboya.- Eso es precisamente lo que creo que debería ser más justo pero es que Justo, el canario de Numeraria, no está ni presente ni ausente porque no le veo por ningún lado para irme a quejarme a él, que es el abogado de las causas de las perdidas... esto... quiero decir de las causas perdidas. Numeraria.- Pero... ¿qué sucede con mi Justo? ¿Qué es todo este lío? ¿Qué lío es todo esto? ¿Qué pinta mi canario Justo que está tranquilo en su jaula? Doña Marcelina.- Tonterías... yo sigo insistiendo en que solamente son tonterías... pero... ¡sigue, sigue Tita, a ver si capto algo más! Tita Bedoya.- Numeraria hace como que está muy ofendida porque a ella no la abofetea y se lo dice a todos los vecinos y vecinas del lugar... pero Picapica se niega en absoluto a abofetearla porque ama a otra que no es precisametne Numeraria, que no que no que no que digo que no que no que no... En resumen, que se impone la condición de que después de todo no desea renunciar a ella, vamos a ver cómo queda el resultado final de este balance bancario donde el canario de Numeraria calla y quien calla otorga. ¿Cuento o no cuento más? Doña Marcelina.- ¡Sorprendente! Numeraria.- Sí, será todo lo sorprendente que sea, pero yo renuncio a esta boda tan colosal que me han endosado con el pimpollito ese del jefe bancario y mi canario se va a enterar... ¡vaya que si se va a enterar! Tita Saboya.- No. Se puede hacer mejor. Tú enseguida le prometes que te casas, por supuesto que luego decidirás si te casas o no te casas, porque tienes ganas de hacer un sacrificio; pero en cuanto llegue la hora del bodorrio dices que tienes que hacer, urgente, un viaje a Andorra porque se te ha muerto un pariente o una parienta y resto lo aprendí de un bancariucho perseguidor de chavlas guapas hast arrinconarlas contra la perd que me lo contó un día que estaba borracho en Las Ventad de madrid viendo una gran corrida, y que no puedes casarte porque estás de duelo. Numeraria.- ¿De duelo? ¿Con quien tengo que batirme? ¿Y qué sucede después del duelo si es que salgo viva? No quiero volver a meter la pierna con eso de la miradita fogosa. Soña Marcelina.- Eso del duelo no forma parte del argumento. Tita Saboya.- Las amigas decimos después que tenemos que irnos a consolar a Numeraria antes de que se vaya hacia Andorra y convencemos a Doña Gonzala que se dedique a volar en globo y una vez muy lejos de aquí con el globo dando la vuelta al planeta como el pilas de Pileas que se puede decir también Fileas y está bien dicho de las dos maneras, pues así nos quedamos ya todas contentas. ¿Qué tal? Pepa de La Mancha.- ¡Estupendo! ¡Genial del todo a no ser que nos equivoquemos en algún punto del programa! Numeraria.- ¿Qué le parece a usted, Doña Marcelina? Doña Marcelina.- Mal. Muy mal. No me partan el corazón, hijas mías. ¿Cómo van a destruir una boda tan anunciada? Yo no veo otra solución más que se celebre el casorio (Se va por la parte de la fuente) Numeraria.- ¿Entonces por qué no se casa ella con el tal Señorito Florentino y tiene así como su suegra a su querida Doña Gonzala? Tita Saboya.- ¡Calla, Numeraria, que te va a escuchar ya que está aquí la más chivata de todas! Picapica.- No. Estoy con vosotras. No perdamos la ocasión y cuanto antes mejor. ¿No os parece? Dejadles solos. Hay que dejar solos a Florentino con Numeraria y todas las demás tenemos que irnos de aquí. Torrijeña.- ¡Eso! ¡Portazo al asunto y que de una vez por todas sepamos la verdadera realidad de todo esto! Picapica.- Hasta Maquiavelo me envidiaría si so fuese porque está ya muerto desde el veintiuno de junio de mil quinientos veintisiete. ¡Y ya conocéis lo lánguida, melancólica y hasta persuasiva que me vuelvo yo recordando las muertes de personajes célebres cuanto más maquiavélicos mucho mejor... ¡Diablos!... Numeraria.- Muy bien. Que tenga usted esa memoria tan proverbial de bruja rebruja me parece pero que muy bien... pero yo me pregunto ¿cuándo voy a recibir las bofetadas si es que no le molesta decírmelo? ¡Cronista de Vélez Rubio, Vélez Málaga y comarcas aledañas que se sabe usted todas las fechas posibles e imposibles de recordar! Picapica.- ¡Cuatro! ¡Van a ser exactamente cuatro y separadas, una de otra, por cuatro segundos nada más! Tita Bedoya.- Entonces... silencio que ha hablado la profetisa y me estoy partiendo de risa. Silencio y vámonos todas deprisa (Se van todas por el lado de la fuente mientras Picapica se oculta entre el follaje). ESCENA IX Picapica y Señorito Florentino, en la puerta del lujoso chalé de Doña Gonzala. Señorito Florentino (buscando a Numeraria).- ¡Nume! ¡Nume! ¡Vaya por Dios, ya se me ha escapado de nuevo y eso que es nueva! ¡Nume! ¿Pero qué ha sido de esa preciosidad, si dijo que vendría en seguida de todo seguido y yo la sigo y no la encuentro?... ¿Estará acaso con otro?... ¡Virgen Santísima de mis Dolores, cuando de pronto me da por buscarla no la encuentro ni buscando que te busca rebuscando! (Da otro gritito) ¡Nume! Picapica (Apareciendo repentinamente).- ¡Florito! Señorito Florentino.- ¡Dios mío, qué monstruosidad! Picapica.- Oye, marijulinchi... ¿acaso soy tan fea? Señorito Florentino.-(¡¡Ella!!) ¡Picapica!... ¿Es usted o es el fantasma de usted? Picapica.- Soy yo y no soy ningún fantasma porque en todo caso seria una fantasma; y es que vengo persiguiéndote siempre Floripondio. Señorito Florentino.- ¿Persiguiéndome?... ¿Pero que les daré yo a estas estrafalarias del Club de Las Chismosas que las tengo a todas coladitas por mí?... Es la primera vez que me persigue usted o es la segunda vez. Picapica.- Procura serenarte un poco que me parece que va a haber serenata. Por eso quiero hablar contigo a solas en medio de la soledad más solitaria que como se entere Solitario... hablemos a solas y en voz baja en esta nuestra soledad y que no se entere Solitario. ¿Estamos o no estamos? Señorito Florentino.- Estar me parece que estamos pero... ¿serenarme yo? ¿una serenata? ¿Solitario? (Aparte) (¡Ay, que se debe haber enterado de que yo prefería a la criadita hispanomaericana!) Picapica.- Piensa algo urgente... de prisa... Señorito Florentino (Haciéndose el digno).- Soy un monstruo... esto no... quiero decir que usted, monstruosa Picapica, ignora que yo ignoro lo que sabemos los dos que ignoramos. Yo ignoro, tú ignoras, él y ella ignoran, nosotros ignoramos, vosotros ignoráis y ellos y ellas ignoran. Esto... volviendo a la realidad... si hay que correrse me corro ahora mismo de aquí. Yo no tengo libre albedrío porque no quiere que lo tenga mi Marujito y por eso yo escapo a todo correrme (Hace intención de intentar fugarse de la escena) Picapica (Le coge del brazo derecho y le acerca hacia ella).- ¡Percebe, más que percebe! ¡No me seas cobarde, Floripondio, y espera un momento momentáneo! Señorito Floripondio.- Le ruego a usted, fantasma o realidad de fantasma, que repito que le beso si es necesario los pies pero que me quiero ir muy lejos y por eso deseo, y si es necesario le beso los pies a cambio, que me voy a toda pastilla de aquí. Picapica.- ¡De eso nada monada de la nonada que no eres nada! ¡Espera que te diga un par de cositas! ¡A ver si ahora me vas a dejar sola solita sola pero sola solita de mi soledad! Señorito Florentino.- Si es solamente un par de cositas la escucharé muy cortés porque lo cortés no quita lo valiente excepto conmigo que soy una excepción que confirma la regla; pero por favor dese prisa que puede venir Solitario. Vamos. De prisa. De prisa y a toda prisa. Picapica.- ¡A que viene eso de tanta prisa! Floripondio, yo no ignoro que está usted en un serio apuro y desgraciadamente yo también. Señorito Florentino.- ¿Cómo que usted también? Picapica.- Desgraciadamente yo también... y no quito ni la tilde de la é en esto de yo también. Comprenderá usted que cuando se trata de su novia no perdona. Señortio Florentino.- (Aparte).- ¡Virgencita de mis Dolores¡ pero... ¡Picapica!... ¿usted también está en graves apuros con él? Picapica.- ¡Más bajito si puede ser, enano, aunque más bajito me parece difícil que lo seas!... esto... quiero decir que hables más bajito que puede oírnos. Señorito Florentino.- ¡Ay, ay, ay... y ayyyyyyy! ¿Pero qué está pasando, Picapica?... Ese temblor que tiene usted no es precisametne de emoción... y está usted más pálida que nunca y, además, temblorosoa y con unas orejas enormes... esto quiero decir con unas ojeras enormes. Me está usted metiendo pánico en mi cuerpo de jota serrana... digo serrano... ¿De qué se trata? Dese prisa en contar que puede venir y hable usted todo lo más reposada que pueda para que pueda entenderla porque yo ya no tengo reposo alguno. Necesito poder entenderla. Picapica.- ¿Qué hable más reposada? ¡No puedo! ¿Se me traba la lengua y me disparo porque como venga dispara! Señorito Florentino.- Pero... ¿qué sucede?... y hablando de Numeraria... ¿dónde está Numeraria para demostrarle, si viene, que es a la que quiero aunque sea para disimular bien disimulado. Parece que esto va arder por los cuatro costados y a ver si localiza usted a Numeraria para que Solitario me vea con ella. Picapica.- Floripondio... ¿usted ha oído algo en el "Casi Ná" relacionado conmigo y con la que fue su criadita? Señorito Florentino.- ¡Picapica! ¿Qúé me está insinuando usted y mire que yo soy un niño inocente? Picapica.- Cuénteme antes todo lo que usted sepa. Señorito Floripondio.- Pero si la verdad es que no me entero de nada. He notado algo raro en el ambiente y mire usted que yo soy bastante raro por naturaleza pero he notado algo raro. He oído que le han visto a suted con una fotografía en la mano, mirándola de manera muy sospechosa, pero yo eso lo atribuyo porque a algo debo y es mi deber atribuírlo, a la fotografía de algún político del que sea usted su más fiel y servidora seguidora. ¿Quizás al Facundo Raimundo Mundo tal vez, ese del Partido Mixto que, como es mixto, no se sabe bien si es de derechas, si es de izquierdas, si es del centro, si es de arriba pero está con los de abajo o si es de abajo pero está con los de arriba?. Picapica.- Pues lo ha supuesto usted muy mal. Señorito Floripondio.- ¡Picapica! Picapica.- Que le repito a usted que hable usted más bajo. Era una fotografía de una mujer pero no era la que estás pensando sino una bastante feucha y más bien desgarbada pero... se están creyendo que es otra... Señorito Florentino.- ¡Ay, Virgencita de mis Dolores de almorranas, que es que me estoy pensando que usted miente muy mal!... ¿De modo que usted, Picapica, también?... Picapica.- Yo también... ¿qué de qué o quiá de quiá? Señorito Florentino.- (¡Ay, Vigercinta de mis Dolores de almorranas que me ha salido usted también rana!... ¿que tendrá esa chavala que no tenga yo?) Picapica (Cogiéndole de la mano).- ¡Usted, señor Floripondio, me va a hacer ahora a mí un favor! Señorito Florentino.- (Tratando de soltarse).- ¡Ah, eso sí que no y no de todos los noses! ¿Yo hacerla a usted un favor? ¡Ni que estuviera borracho hasta el mostacho! ¡Suélteme o pido socorro! Picapica.- Pide todo el socorro que quieras pero yo no te suelto. Señorito Florentino.- Suélteme usted, por piedad, por compasión, por caridad... ¡pero leches!... ¿es que no se da cuenta de que estoy a punto de casarme? Picapica.- Es verdad. Es que ya no sé ni lo que me hago. Usted perdone. Señorito Florentino.- (¡Pobrecilla como le pille Solitario!) (Alto) ¡¡Pero oiga usted, Picapica, suélteme ya o sigo gritando como una loca... esto como un loco!! ¿Usted se cree que yo me voy a enfrentar contra él? No tiene usted derecho alguno para meterme en sus líos... so lianta... que es usted solamente una lianta de las que lían verdaderos líos entre esposos y esposas. Es usted más alcahueta que La Celestina de Fernando de Rojas y escoja usted a algún Fernando y no me escoja a mí... porque algún Fernandito de los hijitos de mamitas serían más guapos que yo. Y si quiere le presento a uno de esos Nanditos que es moreno y todo; por lo que supongo que le gustaría más a Numeraria que lo que le gusto yo. A lo mejor ese tal Nandito, el morenazo que las tira de espaldas cada vez las mira, es más hombre que yo o eso se supone aunque del dicho al hecho hay un gran trecho y una cosa es que sea hombre de verdad y otra cosa es que de verdad sea hombre. Picapica.- ¡Es que el amor no entiende de géneros si es amor, Floripondio! Señorito Florentino.- Haga el favor de olvidarme. Picapica.- Es imposible. Ese mariquita de Nandito, el moreno de por las cercanías del Puerto de Arrebatacapas y olé, que ya sé yo muy bien de quién me hablas porque es que se crió entre mis mismos pechos porque yo lo adoraba de verdad, no puede ser tu sustituto. Estamos los dos pringaos pero bien pringaos. Más pringaos que el carnicerito de los magros de cerdos y Alfonsito Peginés que también sé yo que se entienden... y ya sabes lo que quiero decir porque todo el pueblo lo sabe. Señorito Florentino.- Mantengamos nuestra amistad como tal pero no puedo ayudarla. Déjeme usted que mis pensamientos se centren en Marujito y no me distraiga con el morenito Nandito, el carnicerito de los magros de cerdos, Alfonsito Peginés y otros cuantos más de la Peña del Culantro. Pero, por favor, por nada del mundo me haga enfrentarme con Solitario porque nos pega un soplamocos a todos juntos que nos convierte a toda la Peña del Culantro en el Círculo del Antro. Y no me estoy refieriendo a Antropología por cierto aunque a Alfonsito Peginés le guste tanto lo de dividir a los hombres que tanto ama a escondidas en monos, monitos, monicacos y monicaquitos porque si es que se mira en un espejo se dará cuenta de que es solamente un catarrino acatarrado, un gusano platelminto o vaya usted a saber que gusarapa será. Picapica.- (Este enano está más nervioso que un flan en la puerta de un colegio de niños hambrientos de esos de los del Auxilio Social y por eso los está mentando a todos los más conocidos y menos mal que ha parado ahí la lista porque la lista es mucho más larga todavía ya que se ha dejado al Nene, al Taradito, al Chuchi, al Machoncito y al Saturnín entre otros. Por eso tengo que apretarle aún más) (Alto) ¿De modo, Floripondio, que no desea ayudarme? Señorito Florentino.- Ni aunque usted me ofreciera un largo paseo por la playa más lejana de por aquí, o sea, por la de San Sebastián por ejemplo que creo que le dicen La Concha y ya sabe usted que a mi el nombre de Concho me emociona. Sí. Me emocionaría muchísimo conocer al robusto mozo leonés y pasear juntos por la playa de La Concha.... como amigos íntimos nada más... no vaya usted ahora a ir a decírselo a Marujito y tenga yo una pelotera por su culpa. Picapica.- Dejando sus gustos sexuales y sus peloteos aparte... ¿va usted a ser tan miserable que me va a dejar sola frente al peligro? ¡Cómo se ve que no es usted un verdadero caballero de gracia! Señorito Florentino.- Lo de ser caballero de gracia ya se me pasó desde la pubertad, cuando yo vivía por las afueras de Madrid. ¡Ay, Virgencita de mis Dolores de almorranas! ¡Que le estoy diciendo yo a usted que eso no es posible! ¡Mire que tic más nervioso tengo yo en los ojos, como si fuera Enriqueto "El Paleto" que le ha faltado usted por citar antes y que también es de nuestra Peña! ¿Es que usted no tiene piedad de mí? Picapica.- Quiá de quiá. Los dos hemos sido muy viles; así que o usted me ayuda o se enteran todos los de Vélez Rubio, todos los de Vélez Málaga y todos los de las comarcas aledañas de lo que en realidad está pasando aquí. Señorito Florentino.- ¡Si quiere usted morirse ya, váyase ya de este mundo antes de que le pille Silencioso, pero le juro de verdad que yo no estoy dispuesto a morir todavía! ¡Todavía me quedan muchas fotografías de hombres desnudos por ver... esto... quise decir de mujeres desnudas... es que con estos pelos que se me han puesto por culpa del miedo ya es que tengo pelos hasta en las narices, en las orejas y en la lengua!. Picapica.- ¿De qué me está usted hablando, Floripondio? Es usted muy cruel porque yo le estoy pidiendo ayuda y me da su ayuda o el que le mata a usted no es Solitario sino yo solita y no me río porque no me hace gracia el asunto. Señorito Florentino (Atemorizado).- ¡¡Picapica!! Picapica.- ¡¡Floripondio, es usted un miserable!! Señorito Florentino.- ¡Ay, Virgencita de mis Dolores de almorranas y mis Angustias Mentales... esto... digo Morales!... ¿qué me está usted diciendo, señora o lo que sea? No siga mintiendo tanto que ya ha cubierto usted todo el cupo de mentiras. ¿Despecho? ¿Envidia? ¿Celos? ¿Qué es lo que nos ha llevado a esta situación? Picapica.- ¡No, no y no! Usted es un bandido vendido porque yo le he confiado mi amor por ella y ahora me quiere usted abandonar solitaria frente a Solitario. Señorito Florentino.- ¿Pero es que usted no se ha dado cuenta de que es imposible engañar a Solitario? ¡Ese hombre, si se enfada, no sé lo que es capaz de hacer por ella! ¡Es capaz de quemar otra vez Roma entera como si fuera Nerón resucitado así que, como usted comprenderá, a Vélez Rubio lo puede arrasar si es necesario! Picapica.- Eso es lo que me hace temblar como la margarina azotada por un huracán. ¡Se puede volver hasta todo un criminal cuando alguien intenta quitársela y hasta solamente por defenderla a ella de cualquiera que intente algo contra ella! Señorito Florentino (Aterrado, enloquecido).- ¡¡Ay!! ¡¡Oh!! ¿Pero qué ha hecho usted? ¡No trate de incriminarme usted en sus líos! No tiene ninguna prueba de mi culpabilidad. Picapica.- ¡Claro que tengo pruebas contra usted! Traeré hasta cuatro testigas si es necesario. Señorito Florentino.- ¿Cuatro testigas que declaren contra mí? ¡Usted está más locaina que yo que ya es decir! Picapica.- Son vecinas nuestras y lo saben todo. Puedo encontrar no sólo cuatro testigas sino hasta noventa y dos testigos. ¡Es usted un calavera y un canalla y le enjuiciará un tribunal popular de Vélez Rubio! (Picapica hace un gesto con la mano avisando para que salgan) ESCENA X Señorito Florentino, Picapica, Doña Gonzala. Después Numeraria, Torrijeña, Tita Saboya y Pepa de La Mancha. Luego, Doña Marcelina. Doña Gonzala sale cautelosamente y se enfrenta terriblemente contra Picapica, cogiéndola por el pescuezo. Doña Gonzala.- ¡¡Bruja!! ¡¡Más que bruja!! ¡¡Te has vendido!! Picapica (Trémula por el horror).- ¡¡Doña Gonzala!! ¡¡Que me está usted ahorcando!! Señorito Florentino.- ¡Por Piedad, por Pilar, por vuestras Mercedes o por quienes sean, mamita Gonzalita! ¡No la mates! Doña Gonzala.- Lo que yo sospechaba desde hacía mucho tiempo. ¡Ahora lo veo todo muy clarete, más clarete que el vino de la Axarquía de nuestro amiguito Manolón de la vecina Vélez Málaga que debe haber intervenido, de manera más o menos oculta, en todo este tingado contra mi amado hijito! Ya lo veo bien claro aunque el cielo se haya nublado de repente en la noche ya cerrada y o cierra usted la boca o se la cierro yo para siempre. Picapica.- Pero no, Gonzalita, por Dios, que yo... no... que era sólo una broma de las muchas que me gustan gastar siempre. Doña Gonzala.- ¡Silencio o la ahogo de verdad, miserable! ¡Vendida! ¡Dígale a Manolón que no se haga el remolón y venga a enfrentarse conmigo! ¡Además de ser usted una perdida es usted una vendida y es que resulta que me ha salido un pareado para no dramatizar demasiado! Señorito Florentino.- ¡Ay, mamita Gonzalita, cálmate por el dios Júpìter y no seas tan jupiterina que necesito una aspirina! ¡Ay, San Pascual Bailón qué dolor de melón! ¡Virgencita de mis Dolores de almorranas y de Fascultades Mentales... quiero decir Morales o Éticos patéticos... que bastante tengo yo con tener que casarme con Numeraria para intentar ni tan siquiera mirar a la novia de Solitario porque, al menos, hubiera sido peor de haberlo intentado hacerlo al revés! Doña Gonzala.- Así que quiere usted destruír la felicidad de mi amado hijito, serpiente venenosa... ¡Hemos descubierto su doble juego! Picapica.- ¡Doña Gonzala, que yo no he hecho nada... que no es lo que dicen esas bromistas de las jóvenes guapas y bullangueras del Club de Las Burladas que se están burlando de usted! ¿Es que no se está dando usted cuenta de lo que buscan? Doña Gonzala.- Baje usted la voz, canalla, y dígame al oído si es que yo puedo ya oirla porque estoy enfurecida, embrutecida, animalada y hala... hala... hala... cuénteme usted que soy todo orejas. Y no mente usted nada contra los honores de mi grandeza porque voy a perder la paciencia y voy a dejar de ser noble esta noche pero que sepa que yo soy de la alta nobleza andaluza. Cuente usted algo o le voy a tener yo que declamar unas cuantas narraciones de lo que andan cantando sobre usted por ahí en forma de coplillas... ¡rompe matrimonios! ¡Qué es usted un demonio rompiendo matrimonio tras matrimonio! Señorito Florentino.- ¡Ay, no, mamita queridita del alma mía y todo ese rollo freudiano que es que estoy ya en el meridiano de Greenwich! Picapica.- Que no, Doña Gonzalita, que esto es todo una broma de esas jovencitas guapas y bullangueras del Club de Las Burladas capitaneadas por Tita Bedoya contra las viejas y feas del Club de Las Chismosas capitaneadas por nosotras tres. No me me eche usted toda la culpa a mí sino que se la eche también también al marica de su amado hijito del alma y todo ese rollo freudiando que yo puedo demostrar que soy inocente como Don Vicente, el viejo maestro de nuestra escuela. Doña Gonzala.- ¡Te mataré como se mata a una gata en celo si me estás mintiendo y ahora vieja bruja y rebruja, salgamos de aquí en silencio y que nadie sepa lo de mi hijito aunque me parece que ya lo saben todos los de Vélez Rubio, Vélez Málaga, y ay de Manolón cuando le pille, y de todas las comarcas adyacentes! (Se marchan camino de la fuente) Picapica.- ¡Pero Doña Gonzala! ¡Suélteme ya del pescuezo que me está ahorcando de verdad! Doña Gonzala.- (Soltándola y dándola un puntapié en su gordo trasero).- ¡Largo de aquí, calumniadora! Picapica.- ¡Pero en eso me supera usted! Doña Gonzala.- ¡¡A la calle!! ¡Y no pienso ni mirarla nunca más a esa su horrorosa cara de bruja que tiene! (Picapica se va del escenario) Numeraria (Entrando tranquilamente y haciendo como que no sabe nada).- Pero, Doña Gonzala, ¿qué ha sido todo ese escándalo de palabras cruzadas como disparos de artillería? ¿Qué pasa, es que es usted sargenta de artillería? ¿qué sucede que está usted paliducha pachucha del todo? ¿Qué ocurre? ¿Está usted pochina o solamente cochina? (Aparecen Torrijeña, Tita Bedoya y Pepa de La Mancha) ¡Está usted tan lívida e impetuosa que se la ve más fiera que nunca a pesar de su estado febril! Señorito Florentino.- ¡Ay, Nume, Nume, Nume de mis entretelas! (Se acerca a ella) Doña Marcelina (Cortándole el paso).- ¿Qué está sucediendo aquí? ¿Qué ha ocurrido aquí? ¿Qué pasa por acullá; o sea, aún más allá? ¿Qué demonios están rondando hoy por esta noble casa de la Casa de los Gonzalos y Pelayos que, a pesar de lo que presumen no son tan Pelayos sino que más bien están pelados? Doña Gonzala.- Nada de nada y tenga cuidado con lo que insinúa que usted también se ha insinuado y ya sabe por quién lo digo. Que voy a mandar a una calamidad de espantajo de mujer o lo que sea a nadar al alta mar. Ya lo explicaré todo. Y ahora que están aquí todas las jovencitas guapas y bullangueras del Club de Las Burladas, todas ellas tan queridas por mí, tan amadas por mí, tan hijitas mías de mi corazón, que les digo a todas que la boda entre mi amado hijito Florentinín con Numeraria no la va a impedir nadie. Numeraria.- ¡Doña Gonzala! ¿Qué es lo que yo le he hecho para que me quiera a mí tan mal? ¿Por qué me odia tanto? ¿Solamente por ser canaria y tener un canario en mi casa lllamado Justo que ni tan siquiera las pía desde que le escaldé un día sin darme cuenta? ¿Por qué no le deja usted a su amado hijito Florentinín, que llamándole así hasta parece la Campanilla de Peter Pan, que me olvide de una vez por todas en vez de tener que olvidarme tan poco a poco y cantando lo de espera un poco un poquito más me moriría si te vas? (Hace como que está llorosa pero el pañuelo le sirve para disimular que se está riendo) Doña Gonzala.- (Mirándola fijamente).- Pero Numeraria... ¿no me quieres ver feliz? (Sacudiéndola) ¡Numeraria, escucha, Numeraria, mira que nos están mirando mira que te mira todas las demás, incluyendo a mi Florentinìn hasta que deje su manía de estar con el Marujito. Ahora ya està toda la jarana nocturna en estado de gestación... esto... no... quiero decir en estado de excitación... vaya... que no... que me trabuco por la emoción y soy capaz de sacar el trabuco para tirar a todas... esto... no... olvidad eso... que me emociono mucho cuando os veo a todas tan guapas. Pero Numeraria, si yo te trato siempre como a mi hijita más preferida. ¿Cómo puedes pensar que te odio? ¡Tú eres la que más amo... esto en el buen sentido maternal por supuesto! (Sacudiéndola) ¡Numeraria! ¡Numeraria! ¡No me montes un numerito de los tuyos ahora que salió ya la luna lunera cascabelera. ¡Ya ha llegado la noche! ¡Por fin ha llegado la noche y puedo anunciar la boda! Señorito Florentino.- Nume, Nume, adorada Nume... ¡Nada, que no puedo emocionarla! (Sacudiéndola) Nume, escucha, mira que no te puedo obligar por las malas porque es que soy bastante débil y enano y de un tortazo me descuarinjarías. Si tú no quieres casarte conmigo debes saber que yo tampoco me quiero casar contigo. Todo esto ha sido por mi curpa curpita curpa... ¿que puedo hacer si soy tan atracativo para las chavalas guapas como tú? Doña Gonzala.- Pero... ¿qué estás diciendo, merluzo escabechado, que no sabes ni ligar con el palo de una escoba y solo sabes atracar marujitos que te sacan toda la pasta luego son ellos los que atracan a ti? Eres más raro que un perro verde pintado por el loco de Van Gogh. Doña Marcelina.- Es la emoción, es la empatía que no le deja desempatar todavía, es un dragón pero está todavía algo chamuscado por el susto que le dio Silencioso cuando fue a darle un aviso como si fuera un toro mal encastado y mira que tiene mala casta este toro... digo... este Floripondio. Deles un poco más de tiempo a los dos para que se acostumbren mejor el uno mirando a la una y la una mirando a la luna. Señorito Florentino.- ¡Eso! ¡Entremos dentro para decirles a todos y todas los de la flor y la nata... esto... no... los de la flor y la crema de Vélez Rubio, Vélez Málaga y comarcas adyacentes que ha venido muchísima gente menos Vicente... que es tan mayor que ya no está para ninguna jarana y le están tratando con mejorana para tratarse del trastorno del sueño que le entró desde que hace sólo una semana vino a esta santa casa, a este pequeño palacete, y vio a la novia de Silencioso y que desde todo eso, a pesar de la mejorana, no se responde del insomnio, que se retrasa la boda! Numeraria.- (Haciendo como que se recobra inmediatamente).- ¡Eso! !Eso! !Que eres más duro que un hueso! Y a ser posible que se case otra contigo y no yo porque me está esperando un novio que tengo en Torremolinos al que le llaman El Tremolinos que como se entere se van a enterar todos ustedes má o meno de lo que es un tremolino enfadado. Doña Gonzala.- ¿Otro que se interpone en mi camino? ¡No me lo creo y no me lo creo! ¡Si existe ese tal Tremolinos en Torremolinos no es de clase social muy alta luego no te interesa casarte con un pelanas que debe ser un vagabundo portuario, si es que existe en realidad! Pero... ¿no tienes un canario en casa? Numeraria.- Si que tengo un canario en casa pero me gustan también los verderones y este Tremolinos de Torremolinos es muy verde que te quiero verde pero verde verde verde limón. Así que siga usted llamándome lo que me llama a mis espaldas que es usted mas mal pensada que la malpensada de todas las malpensadas de las alcahuetas a lo estilo de La Celestina. ¿No dice usted que yo soy demasiado fina para cierto oficio que se ejercía mucho entre las mujeres de Babilonia? ¿Que hago una chica como yo, a pesar de ser profesora numeraria y con título académico con un hijito como el suyo que parece un pajarito frito y sofrito pero que bien frito y sofrito? Que se vaya a la cama con otra que quiera porque yo soy muy cara y mira que tiene usted cara Doña Gonzala haciéndome el paripé de la pé por delante y por detrás el paripú de la pú, so hipócrita. ¿Soy decente o no soy decente y a ver qué le dice ahora a la gente? Sí. A toda esa gente que le va usted a decir que yo ahora resulta que soy muy decente y totalmente inocente porque la letrita de esa dichosa cartita no es la mía ni la de un escritor que es mi mejor amigo para que usted lo sepa pero que ya está con novia desde hace mucho tiempo y le es tan fiel como yo soy fiel a mi canario que le echo todos los días alpiste para que no se me despiste. Doña Gonzala.- ¡Que no es verdad nada de eso, Numeraria mía. Nada. Nada. Hagamos números , mi amada Numeraria, y verá cómo sí que le conviene casarse con mi Florentinín que tiene muchísimo futuro en el Banco donde trabaja porque le van a ascender a oficial segunda que ya es bastante para su corta inteligencia... digo... no... para su mucho arte en hacer las pelotas... bueno... que olvidemos todos los malos entendidos y que está ya sobrentendido que esta noche anunciamos vuestro compromio o, si quieres, lo podemos atrasar para otra mejor ocasión. Ya está decidido. Esta vez no estáis ninguno de los dos todavía preparados; tú porque eres muy intelectual y él pòrque solo sabe leer la cartilla de primaria y poco más. Así que entremos, sigamos con la fiesta, y no anuncio la boda todavía hasta mejor ocasión. Doña Marcelina.- (A las jovencitas guapas y bullangueras del Club de Las Burladas).- Silencio. Vámonos todas para dentro y mantengamos silencio, por favor, que la buena educación es siempre la buena educación y en eso de la buena educación aprended de mí que no digo ni una palabra fea aunque la verdad soy muy fea. FIN DEL SEGUNDO ACTO
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