PALABRA ESCRITA
Publicado en Mar 22, 2012
El Viejo de los Harapos se consideró poeta y se detuvo ante el portal que daba acceso al lago de las flores. Al ver el último jazmín ingrávido sobre la roca, pronunció la palabra secreta y dijo jazmín, porque tenía dudas. Del jazmín brotó el árbol Ming–ling cuya primavera dura 500 años y otros 500 su otoño. Entonces el Viejo de los Harapos se cobijó con su sombra y bajo ella pronunció de nuevo la palabra secreta, agregando la palabra Ming–ling porque seguía dudando. No parpadeaba todavía cuando escuchó el canto del canario azul, reclamándole: “¿Por qué te llamas poeta y hablas tanto?”. Recogió la pluma que descendió entre sus pies y la observó. Quiso responder pero había hablado mucho ese día. Había hablado mucho, días y años anteriores. Vacilaba si pronunciar o no la palabra secreta. Entonces dijo Pluma. En un abrir y cerrar de ojos la muelle brisa se convirtió en tornado, alejándose hacia el centro del lago. En su mano relucía la perla de una gota de agua. Al dejarla caer sobre la yerba, vio un bote a su lado y de la gota nació el arroyo que fluía hacia el lago. Entonces profirió la palabra secreta y agregó la palabra bote, porque seguía con dudas. Cuando en sus labios se desvaneció la vocal e, descubrió a la niña sin cabello y de ojos verdes, invitándole a subir. Pronunció la palabra secreta y subió al bote. Ahora no tenía dudas de ningún tipo. La niña remó hacia el lago de crisantemos.
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