ACTO FINAL
Publicado en Mar 22, 2012
Fuimos al circo porque nos interesó el promocionado acto final. Primera vez que osaban presentarlo. Mucha gente. Mucha expectativa. Nadie prestaba atención a los demás actos como si no existieran los malabaristas, ni el mago, ni las danzarinas, ni el payaso, ni el domador. La tensión aumentó a medida que finalizaba el programa. Parecía que los actos demoraban más de lo habitual. Los payasos alargan sus chistes. Las cuerdas del equilibrista son más largas. La multitud no observaba la pista: Se miraba entre ella. Algo habría sucedido si el maestro de ceremonia no sale y anuncia el esperado final. Estallaron los aplausos hasta cuando, por una señal del hombre, el público se silenció. Fuera de la carpa, el achacoso rugido del león. El maestro de ceremonia se esfumó. Se apagaron las luces y el acto comenzó sin que nadie entrara a la pista. No había nada para hacer. Silencio entre el auditorio, nada más. La pista desocupada. Cada espectador a la espera de cuanto había imaginado o deseaba ver representado en ella. Cuanto temía ver representado frente a las demás personas. Minutos después brotaron risas y llanto del público. Murmullos aumentando hasta el grito y el lamento. Pensamos que la gente se arrojaría a la pista pero nadie lo hizo. Todos temíamos a la pista. El espectáculo estaba en las graderías y no en la pista. No sé quién lo hizo primero pero media hora después, entre la penumbra, aplaudíamos frenéticos, encantados con el acto final.
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