La ceremonia de la confusin (Reflexiones)
Publicado en Mar 26, 2012
26 de marzo de 2012. Tal día como hoy nació, en 1930, Sandra Day O'Connor; primera mujer jueza en la Corte Suprema estadounidense. Este es un dato que a muchos millones de personas que lo lean no les importará absolutamente nada, pero estoy seguro de que habrá un muy reducido número de personas que sí recordarán este hecho y se sentirán orgullosas y orgullosos de hacerlo. Contentar a toda la masa de la población mundial, hoy en día, parece algo ya casi imposible pues es tanta la ceremonia de la confusíón que parecería como que todo un caótico sistema de pensamientos absurdos se hubiesen apoderado de unas tan disparatas maneras de vivir, y lo digo en el común general de todas las naciones aunque no me refiero a ninguna en particular, que todo lo que siempre ha sido bueno, sano y saludabe solamente unos pocos lo saben, en verdad, apreciar.
Están sucediendo tales acontecimientos a nuestro alrededor que deberíamos volver a plantearnos la interrogante de si merece la pena seguir formando parte de la llamada "civilización" del desarrollo que, en resumidas cuentas, viene a ser algo así como la "legalización" del salvajismo general. Como si de una general y absurda manía colectiva se tratase, hoy en día el tirar piedras sobre el tejado de la propia vivienda de uno mismo, cosa totalmente absurda, es algo que se practica como si fuera el deporte de última moda. Cuando Moisés subió a la montaña para recibir los 10 Mandamientos de la Ley de Dios, éste le avisó que todo el pueblo de Israel, aquel pueblo por el que Moisés había luchado tanto por sacarle adelante, vivía en el más absoluto desorden, practicando las más abyectas aberraciones y los vicios más aborrecibles. El pueblo al que tanto amaba Moisés, su propio pueblo, se había animalizado y vuelto contra Dios. ¿Qué está sucediendo hoy en días tantos siglos después? ¿Se ha vuelto la sociedad humana tan esquizoide, tan aberrante, tan abyecta y tan negativamente absurda como lo sucedido con el pueblo que tanto amó Moisés? Si nos damos cuenta de que hasta en los mismos núcleos de cristianos y cristianas creyentes existe la envidia, existe la avaricia, existe el orgullo, existe el chisme, existe la maledicencia, existe la ambición, la arrogancia, la prepotencia, existe eso de que algunos y algunas se creen seres superiores a los demás aun dentro de una misma iglesia, tenemos que llegar a la triste solución de que sí, de que estamos viviendo en medio de la ceremonia de la confusión. Son las siete y veinte de un nuevo amanecer y me viene a la memoria el grupo musical El Canto del Loco y su, para mí, una canción estandarte para esta actualidad tan febrilmente enferma: "Mejor era cuando decías que también me querías ahora todo pasó. Mejor era cuando pensabas que me necesitabas ahora todo pasó. Y tú, tú, tú ya no eres igual no me digas que sí no sé lo que pensar no sé lo que decir. Mejor era cuando creía que tú me comprendías ahora veo que no. Mejor era cuando creía que tú no me mentias ahora veo que sí. Y tú, tu, tú ya no eres igual no me digas que sí no sé lo que pensar no sé lo que decir. Mejor, será, olvidar tu amor será, mejor, tal vez para los dos tal vez para los dos". Termino de recordar ciertas historias ya pasadas y voy al bar a tomarme mi café con leche. Espero, al volver de celebrar, una vez más, la ceremonia de mi desayuno, poder seguir hablando de esta ceremonia de la confusión o quizás sea mejor guardar dentro del alma las respuestas de tantísima sinrazón con la que nos hemos invadido los unos a los otros, nos hemos asaltado los unos a los otros, nos hemos dilapidado los unos a los otros, nos hemos denigrado los unos a los otros, nos hemos deshumanizado los unos a los otros aun dentro, o mejor dicho sobre todo dentro, de nuestras propias iglesias. Mientras tomo el café con leche vuelvo a adentrarme en mis recuerdos. Se mezclan entre sí para poder tejer su propia forma de tela de araña y, de esta manera, no caerme al fondo de la realidad (lo cual es precisamente lo que estoy deseando). No caer al fondo de la realidad supone estar liberado, de una vez por todas, de esta realidad actual y creo que so sí merece la pena poder vivirlo. Porque existen, hoy, demasiadas respuestas diferentes para cada pregunta que nos hacemos. Antes era todo mucho más simple y mucho más sencillo. Antes bastaba decir, simplmente que sí o simplemente que no. Ahora, sin embargo, todo se nos ha complicado con la existencia de muchos quizás, muchos tal vez, muchos a lo mejor o a lo peor, muchos posiblemente o probablemente, muchos estoy seguro de que me dices la verdad o estoy dándome cuenta de que me estás mintiendo, muchas paradojas liadas entre si para aumentar aún todavía más las enormes cantidades de respuestas diferentes que existen para una sencilla y simple respuesta. Antes todo era mucho más simple y mucho más sencillo y quizás por eso antes era todo más alegre. Dejo de pensar porque, tal vez, esta fiebre que ocupa su espacio dentro de mi cerebro desde la famosa fiebre del sábado noche, también me convierte en humano. Salgo a la calle. Alguien me está señalando con el dedo pero yo no sé si es para acusarme o para felicitarme. Da igual. Al fin y al cabo lo único que merece la pena es vivir con tus propios silencios convertidos en palabras cuando quieres ser algo. No me importa ser alguien. Lo que me importa es ser algo, sencillamente y simplemente algo que tenga suficiente personalidad para ser alguien porque, y sigue la fiebre dentro de mi cerebro, ya he conocido a muchos que son alguien pero no pasaron por la fase primaria de ser, antes que nada, algo y por eso están liderando una cultura extraña, rara, dificilísima de entender porque está basada en cosas como la subcultura, la anticultura, la contracultura y la infracultura. ¿Será esto de la ceremonia de la confusión actual el punto final de aquella cultura kitsch que tanto aprendí en mis años universitarios?. Sobre la confusión algunos hombres muy célebres, de esos que siempre vienen en todos los libros de grandes pensamientos, han llegado a decir: "Bien sé, hijo, que otras muchas cosas os podría y debería decir. De las que podría, no hacen por ahora al caso... las que debería están tan oscuras y dudosas que no sé cómo decirlas ni que os debo aconsejar sobre ellas ,porque están llenas de confusiones y contradicciones, o por los negocios o por la conciencia (Carlos V); "A las mujeres les gusta sobre todo salvar a quien las pierde" (Victor Hugo); "A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: ¿qué tono tiene su voz? ¿qué juegos prefiere? ¿le gusta coleccionar mariposas?, pero en cambio preguntan: ¿qué edad tiene? ¿cuántos hermanos? ¿cuánto pesa? ¿cuánto gana su padre?. . . Solamente con estos detalles creen conocerle (Antoine De Saint Exupery). "A Un Poeta Sajón Tú cuya carne, hoy dispersión y polvo, pesó como la nuestra sobre la tierra, tú cuyos ojos vieron el sol, esa famosa estrella, tú que viniste no en el rígido ayer sino en el incesante presente, en el último punto y ápice vertiginoso del tiempo, tú que en tu monasterio fuiste llamado por la antigua voz de la épica, tú que tejiste las palabras, tú que cantaste la victoria de Brunanburh y no la atribuiste al Señor sino a la espada de tu rey, tú que con júbilo feroz cantaste, la humillación del vikingo, el festín del cuervo y del águila, tú que en la oda militar congregaste las rituales metáforas de la estirpe, tú que en un tiempo sin historia viste en el ahora el ayer y en el sudor y sangre de Brunanburh un cristal de antiguas auroras, tú que tanto querías a tu Inglaterra y no la nombraste, hoy no eres otra cosa que unas palabras que los germanistas anotan. Hoy no eres otra cosa que mi voz cuando revive tus palabras de hierro. Pido a mis dioses o a la suma del tiempo que mis días merezcan el olvido, que mi nombre sea Nadie como el de Ulises, pero que algún verso perdure en la noche propicia a la memoria o en las mañanas de los hombres (Jorge Luis Borges. "Acercarme a ti hasta que note tu aliento sobre mi mejilla, bésame suavemente, mientras me dices te quiero, no me dejes sola por favor, no en esta triste oscuridad, no salgas de la pista de baile, baila conmigo hasta el amanecer, hagamos de Silvia y Mikey. No hago más que mirarte con estos ojos hambrientos de ti, con ganas de que me mires y de que me sonrías, de que te acerques a mí y me susurres al oído que me esperas en la sala de los enamorados dentro de cinco minutos, donde me besarás y me agarrarás diciéndome que no te deje nunca, que te quiera el resto de mi vida. Lo haré, lo prometo" (Anónimo); "Afronta tu camino con coraje, no tengas miedo de las críticas de los demás. Y, sobre todo, no te dejes paralizar por tus propias críticas (Paulo Coelho); "En su grave rincón, los jugadores dirigen las lentas piezas. El tablero los demora hasta el alba en su severo ámbito en que se odian dos colores. Adentro irradian mágicos rigores. Las formas: torre homérica, ligero caballo, armada reina, rey postrero, oblicuo alfil y peones agresores. Cuando los jugadores se hayan ido, cuando el tiempo los haya consumido, ciertamente no habrá cesado el rito. En el Oriente se encendió esta guerra cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra. Como el otro, este juego es infinito. Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada Reina, torre directa y peón ladino. Sobre lo negro y blanco del camino buscan y libran su batalla armada. No saben que la mano señalada del jugador gobierna su destino. No saben que un rigor adamantino sujeta su albedrío y su jornada. También el jugador es prisionero (La sentencia es de Omar) de otro tablero de negras noches y de blancos días. Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. ¿Qué dios detrás de Dios empieza la trama de polvo y tiempo y sueño y agonías? (Jorge Luis Borges); "Alguien dijo: hay dos personas sobre las cuales nunca he reflexionado a fondo: es el testimonio de mi amor por ellas" (Federico Nietzsche); "Amar no es solamente querer, es sobre todo comprender" (Françoise Sagan); "Amo En Ti Amo en ti lo que en otros hubiera despreciado: tus pasos algo tardos, tus pies casi pesados; tu cabeza inclinada hacia la frente; tu madurez, y tu cansancio. Amo el gesto de tus labios, tus sonrisas, trago a trago. Tu traje también lo amo: es tu presencia; sus arrugas son la marca de tus luchas. Tus zapatos son un signo de mi espera, cuando van tristemente hacia tus calles. ¿Por qué tienes las manos desatadas? ¿Quieres llevar la frente levantada y estar firme, y regresar a tu voz hoy, y mañana, con la misma palabra decantada? Te hallarías inundado de fango, enturbiadas tus manos, y los hombros agobiados de pronto por un peso acerbo tan intenso que te arrastraría encadenado hacia los años venideros. Un sabor cáustico de acíbar purifica mis labios. Tengo envenenada la garganta. Gritaría con rabia, tumbaría mis puertas, mis techos, mis aldabas, destruiría sin conciencia mi casa y tu casa, para romper las ataduras de tu alianza. Pero sería la derrota de lo que vale adentro, y estarías empequeñecido por ti frente a tus ojos, débil para la lucha de los odios no tan grande, no tan fiero, no tan alto, cuando tu cruz se levante sobre el altar de tus años (Orietta Lozano); "Amor de Mis Entrañas Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita y pienso, con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero perderte. El aire es inmortal. La piedra inerte ni conoce la sombra ni la evita. corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte. Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura en duelo de mordiscos y azucenas. Llena, pues, de palabras mi locura o déjame vivir en mi serena noche del alma para siempre oscura (Federico García Lorca); "Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cuatro y acabo la planilla y pienso diez minutos y estiro las piernas como todas las tardes y hago así con los hombros para aflojar la espalda y me doblo los dedos y les saco mentiras. Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cinco y soy una manija que calcula intereses o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas o un oído que escucha como ladra el teléfono o un tipo que hace números y les saca verdades. Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las seis. Podrías acercarte de sorpresa y decirme ¿Qué tal? y quedaríamos yo con la mancha roja de tus labios tú con el tizne azul de mi carbónico" (Mario Benedetti). Me da miedo intentarlo otra vez más. Me da miedo incluírme otra vez entre los famosos frasecistas (quizás hasta no exista esta palabra en el diccionario pero en medio de la ceremonia de la confusión es la primera que se me viene a la memoria) porque ya tendrá afilada la punta de su pluma el terrible crítico "Mc". Me da miedo hasta de poder participar de esta confusión aportando mi propia frase pero voy a superarlo y voy a pasar otra vez de largo del dedo acusador y la implacable y brillante pluma de "Mc" cuya literatura yo no puedo entender porque pertenece al mundo de las "glorias" y yo, en toda esta ceremonia de la confusión solo reconozco un poco a Gloria Fuertes y otro poco a Gloria Estefan o alguna que otra Gloria de mi primera infancia, así que allá voy: "La ceremonia de la confusión es tener muchos kilos de conocimientos pero no poseer ni un sólo gramo de inteligencia". Espero, con toda clase de crisis de nervios que me voy a imaginar para que él crea que es verdad que tengo crisis de nervios, que "Mc" no sea tan drástico en sus prejuicios contra mí y es que, la verdad sea dicha, ya me duelen los dedos (por no citar otra parte del cuerpo humano masculino que nombran muchos los machistas como "Mc" y a los cuales no he pertenecido nunca y no voy a pertenecer jamás por mucho que se empeñe este "Mc" que hasta me manda besos y todo)... de decir verdades. Por cierto... y esto sigue siendo todavía tan serio como lo demás... ¿no os habéis dado cuenta de que todos los fantásticos, extraordinarios, formidables, colosales, etcétera y etcétera críticos inflexibles e implacables que saben tantísimo de Literatura que es que no hay ni un solo dios del Olimpo que los entienda cuando les da por escribir, tienen su apellido siempre precedido por ese curioso "Mc" tan difícil y misterioso?. Antes las cosas eran más simples y más sencillas. Antes podías llamarte simplemente María, o simplemente José o tal vez solamente Jesús. Pero ahora es que estamos ya en el postmodernismo y esperemos que alguna vez alguno de estos "Mc" nos explique definitivamente qué es el posmodernismo por ver si podemos salir de esta ceremonia de la confusión. El caso es que, hoy en día, si tuviesen que volver a reaparecer como ciclistas aquellos Tresider y Murray de mi primera infancia seguro estoy que se nombrarían Mc Tresider y Mc Murray. Seguro.
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