Una chica diferente (Diario).
Publicado en Mar 27, 2012
De mis primeros años en aquel Negociado del Centro Compensador de la Oficina Principal del Banco Hispano Americano de Madrid (1967-1968) todavía recuerdo que había, entre las chicas compañeras de trabajo, una diferente. La llamaban Matilde para diferenciarla de otra Matilde a la que llamaban Mati.
Matilde, con la que tuve el gusto, algunas veces, de compartir grupo de trabajo, era especial porque tenía una personalidad muy positiva; era, a la vez, muy callada y, a la vez, se podía hablar con ella con total sinceridad. A mí me encantaba trabajar junto a ella porque tenía una forma de ser muy noble, de una serenidad muy agradable y, además, a mí me parecía bonita. La verdad es que trabajando a su lado podías hablar de cualquier cosa con total sinceridad porque nunca elevaba la voz, porque nunca era grosera, porque sabía escuchar chistes y bromas inocentes y porque sabía tratarme como si yo fuera solamente un niño que estaba creciendo. Nunca la olvidé y, como era verdad todo lo que ella me inspiraba, un día le dije, abiertamente y con total sinceridad, que era una mujer preciosa. Nunca sabré por qué surgieron unas espontáneas lágrimas en sus ojos pero si fueron de agradecimiento no tenían lugar porque simplemente le había dicho yo la verdad que sentía dentro de mí. No era un piropo para demostrar nada sino una pura realidad surgida de mi corazón. Le dije que era preciosa porque era realmente preciosa y porque trabajar a su lado era trabajar con una paz increíble. Pocos días después de aquello la trasladaron a un Negociado mucho mejor y me alegré de ello porque Matilde se lo merecía de verdad. Era, exactamente, una chica diferente y de ella aprendí mucho de humanidad en aquel tiempo en que yo era un niño que estaba creciendo... hasta el punto de que no quiero ser más que un niño que está siempre creciendo sin llegar a dejar de serlo. Porque es mejor ser así que no un duro castigador de mujeres. Porque es mejor convivir con chicas como aquella Matilde que andar como un conocedor de todo sobre el mundo de las mujeres sin saber apenas nada del mundo de una sola mujer (como les pasa a muchos donjuanes que he conocido). Por eso siempre que comparto sueños con Mi Princesa sé que nunca dejaré de ser un niño que está solamente creciendo sin llegar jamás a ser adulto. Y que soy feliz, de verdad feliz, conociendo lo que es una mujer (Mi Princesa) que no sabiendo nada de lo que son las mujeres.
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