VIEJOS MARINOS
Publicado en Mar 27, 2012
–Obsérvalo sin interrumpir su labor: Es Simbad. Estaba de espaldas a ellos dos. Indiferente a los automóviles que pasaban salpicándole de agua. Ajeno a los transeúntes bajo sus paraguas. Construía barquitos de papel que la corriente arrastraba avenida abajo. –He oído de este marino a quien siempre quise conocer. Se acercó al anciano. Cogió las hojas que Simbad guardaba entre la bolsa de plástico y armó con una su propio barco, que ahora no navegaría hacia Ítaca. Invitó al hombre para que abordara la nave. En la soledad de la húmeda avenida, Nemo los vio desvanecerse entre la bruma del amanecer. En la bolsa sobre el andén sólo quedaba un papel. La lluvia arreció.
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