ROXANNE
Publicado en Mar 30, 2012
Desnúdate, supliqué a Roxanne cuando se desvistió por completo y desistió de cantar el tango interpretado con voz dolorida, mientras iba arrancándose sus prendas. Le repetí, conteniendo la jauría hambrienta de mis caricias, desnúdate, señalándola de abajo hacia arriba, no te queda bien esa piel para la música interrumpida. Roxanne se desnudó de verdad. Entonces sí se desnudó por completo aunque ya estaba desnuda, sin ropa. Primera vez, entre centenares de veces desnuda frente a hombres y mujeres. Desnuda frente a sí misma en espejos de hoteles y en el iris de mis ojos. Su desnudez, fue la de vestirse prenda por prenda cuanto había arrojado sobre el piso. Y tornar al canto. Musitar en crescendo, para mí y para ella, cada verso del tango, pero en particular para la soledad de la casa en esa retirada montaña. Se desnudó, revelándome con su violín que los orgasmos no son producto de una vagina estranguladora e insaciable, sino de una canción que dos personas saben escuchar en el momento propicio. Roxanne. Roxanne.
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