¿La vida, tu vida y la mía, la vida de cuantos todavía no usamos nuestro cadáver, para ser Vida debe ajustarse a planteamientos  ontológicos de Heidegger, Gadamer o Ricoeur?

¿No puede la vida ser vida aquí y ahora, sin necesidad de la filosofía dialogística de Jacobi o Marcel?
Para  acompañarme por caminos veredales de Buenavista, Pijao o Córdoba, mi vida no ha necesitado hasta ahora los discursos críticos de Horkheimer, Adorno o Marcuse.

Y mi vida escucha el canto de centenares de aves  que habitan el departamento del Quindío, una de las regiones del mundo con mayor variedad de especies, sin apoyarse, para  descifrar sus alabanzas, en la filosofía de la ciencia de Kuhn, Lakatos, Feyerabend o Heissenberg.

No es recomendable vivir una vida que, para serlo, transite de acuerdo con enunciados de filósofos, teólogos o científicos. El hombre capaz de vivir su vida sin  mendigar retazos de otras vidas para erigir su destino, contradice las condiciones teológicas, filosóficas, científicas, estéticas y sociales impuestas desde el ayer, por noble que tal pasado parezca. No requiero ningún conocimiento para apreciar la magnificencia de un camino lleno de neblina, entre pinos o eucaliptos.

Ninguna organización, ninguna colectividad del pensamiento sensibiliza al individuo para afrontar su vida con la vida. Los guaduales calarqueños se me vuelven  más verdes y sedosos, más resplandecientes cuando no pienso en Berkeley ni me desvela su idealismo acosmístico, ni mucho menos en Leibniz, Locke  o la ciencia de la naturaleza de Buffon. Del poeta japonés Kino Tsurayuki (883-946), en traducción al español por el escritor Osvaldo Svanascini, una tanka para saludar la vida:

                                                 En la palma de mi mano
                                                 Un poco de agua (solo un instante)
                                                 Ha reflejado la luna.
                                                 ¿Era ella realmente?
                                                 Así fue mi paso por este mundo.