¿Por qué juegas conmigo de esta manera?
Honrada sea tu creación, embriagándome
 desde el amanecer hasta el anochecer.
¿Pero por qué cuando me permites
 vislumbrar Tu grandeza
 a través de los poemas de Rumi,
 o abres mis cerrados oídos para  escuchar
 Tus secretos mensajes  en las gacelas de Hafiz,
 o me ayudas a percibir Tu verdad
oculta  en las rubaiyyat de Khayyam,
pretendes distraerme con el sensual cuerpo
de una mujer?
No lo niego: el dulce vino de tan exquisitas uvas
también es embriagador.
Y lo bebo hasta donde se me permita hacerlo.
Pero entonces… ¿para qué me diste a probar
ese otro vino  de tus bodegas divinas,
si después  ibas a ocultarte de mí
tras las voluptuosas formas de tu creación?

Fuiste Tú
quien me embriagó con un vino que nunca te pedí.