Cuando me encuentro con el anciano pintor, me confiesa que está muy solo. Promete regalarme un cuadro con sus desteñidas avecillas. Caminamos algunas cuadras y se despide con voz entrecortada, prometiendo visitarme pronto.
Lu y Silvia, el pintor al cual me refiero, se llamaba Gabriel González Molina, de Calarcá, Quindío. Ya murió. Nunca fui por el cuadro que me prometió para que le acompañara en la soledad de la beneficencia donde le dieron albergue. Era experto en bellas miniaturas. Y claro que sí, lo inconcluso señala ese abrazo que dejamos a medias, sin calor, con indiferencia por parte mía y lo cual me duele. Parece un microrrelato porque estuve a punto de escribirlo así, querida Silvia. Muchos de mis textos, ya lo descubriste, pueden tomar una u otra forma, narrativa o poética, cuando los estoy digitando para Textale. ¿Han recibido el perfume de yerbabuena quindiana que les envío cuando me las encuentro por estos lados?...
Yo no pienso que el poema esté por acabar: Las historias si que siempre están inconclusas. A veces por suerte. Prosa poética que refleja un momento, un cruce de caminos, todo sigue hasta un nuevo encuentro. Podría ser muy bien un micro micro-relato.
Umberto Senegal
Silvia Grimaldo Vlez
Prosa poética que refleja un momento, un cruce de caminos, todo sigue hasta un nuevo encuentro. Podría ser muy bien un micro micro-relato.
Lu