NOHELY
Publicado en Apr 06, 2012
En el barrio los vecinos fueron acostumbrándose al nocturno llamado del hombre desde su alcoba. Asomado por la ventana. O entreabriendo la puerta hacia la Calle Real: “¡Nohely!”. Vivía solo. El hombre y su gato gris vivían solos. Llamaba a Nohely hasta las primeras horas de la madrugada, sin gritar. Un susurro más incómodo que si la llamara a gritos. Sin embargo fueron acostumbrándose a su melancólica voz y quisieron conocer a Nohely. Unos la amaban y otros la detestaban. “Si sale niña, la llamaremos Nohely”, anunció una mujer embarazada a su esposo, quien ponía sobre la mesa cuando iba a tomar ron, un vaso extra para Nohely. Querían verla llegar. O salir de la casa del hombre. Escucharla conversar con él. Ese lunes por la mañana una adolescente jorobada tocó en la puerta de la casa del hombre. Algunos vecinos se asomaron a las ventanas. Varios transeúntes se detuvieron a observarla. Podía ser Nohely. Esa hermosa jovencita golpeando con insistencia sobre la puerta debía ser Nohely. ¿Dos, tres años llamándola? Insistió en vano. El hombre no estaba o no quería abrir. Cerca de la puerta maullaba el gato. La adolescente se fue. El hombre no volvió a llamar a Nohely pero en otras casas, al amanecer, se escuchan voces de hombres y mujeres que llaman a Nohely.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|