RECUERDOS
Publicado en Apr 06, 2012
Cuando abuela deseaba llorar iba al sótano. Allí lo hacía pensando que nadie la escuchaba. Todos íbamos hasta la puerta y nos quedábamos oyéndola. Si alguno se compadecía y pedía entrar para consolarla, madre lo impedía, gesticulando. Cuando abuela quería reír, iba al sótano donde reía hasta asustarnos. También bajábamos a escucharla tras la puerta. Madre nos decía que podía entrar quien lo deseara, pero nadie cayó en su trampa: preferíamos escuchar desde allí. Un día, abuela decidió no volver al sótano. No llorar ni reír más. Desde entonces, uno tras otro en diferentes días de la semana, bajamos a llorar o a reír. Ignoramos si abuela escucha tras la puerta.
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