NMADA
Publicado en Apr 06, 2012
Ahora que se pensionó y vive solo, su oficio es caminar por las calles y en cualquier momento detenerse frente a una puerta.
Toca. A quien sale pregunta por él mismo. Informa sobre íntimos aspectos de su vida y concluye confesando que el hombre al cual busca es pensionado, parecido a mí. Nadie lo conoce. No existe para ninguno. Cuando la persona que lo atiende comienza a impacientarse con tantas alusiones sobre la vida del individuo por quien pregunta, se despide y sigue su camino. Lo prefiere, a cometer el error de revelar que es él y recibir, como le ocurrió meses atrás, junto con una insolente carcajada, esta respuesta: “Sí señor, aquí vive pero no es usted”.
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