El Señorito de Vélez - III (Farsa en 3 Actos) Teatro.
Publicado en Apr 09, 2012
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ACTO TERCERO.
Sala principal del lujoso chalé de Doña Gonzala. En las paredes hay cuadros de personajes famélicos vestidos con armaduras, caretas de carnaval de las muchas fiestas que han vivido Doña Gonzala y el Señorito Florentino y, en el suelo, una colchoneta. Del techo cuelga una lámpara de araña. Sobre la mesa hay una botella de güisqui y varios vasos. En una estantería hay libros, periódicos, la cartita de Picapica, un puro habano medio a consumir pero apagado, una campanilla y un revólver. En el lado derecho hay una serie de cabezas de toros más unas banderillas taurinas. Hay varias sillas y un sillón de cuero y también un gramófono con varios discos. Los rayos del Sol entran por la ventana.
ESCENA I
Doña Gonzala y Aristotélica.
(Aparecen las dos tapadas sus rostros por caretas de cabras. Aristotélica está impartiendo a Doña Gonzala una lección de filosofía amorosa sobre la colchoneta).
Aristotélica.- Lo primero que debe saber es cómo tener la guardia invertida. Eso. Eso. Invertida he dicho. (Doña Gonzala va llevando a cabo las indicaciones que le va dando Aristotélica) Cambio de guardia. Amar, amar es lo principal y para eso es necesario saber y saber lo que es amar y cómo cambiar la guardia a invertida. Para saber amar como usted quiere cambie la guardia y a ver si no viene un gardia civil y nos mete a todos y todas en la cárcel. Ahora vienen los ejercicios de reflexiones necesarias para conocer y saber lo que es amar. Haga usted flexiones. Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. (Doña Gonzala hace lo que Aristotélica le indica). Al suelo, ahora túmbese sobre la colchoneta pero hágalo despacio porque está llena de polvo y no quiero yo polvos ahora. Dése una voltereta encima de la colchoneta y por favor no se me vaya a dar contra la estantería que para saber lo que es el arte de amar a su manera no hace falta consultar muchos libros (Doña Gonzala sigue obedeciendo lo que le pide que haga la profesora universitaria de Filosofía y se da un trastazo contra la estantería) Pero no me sea usted tan fogosa, caray, y mida bien el espacio que existe antes de saber en dónde usted debe contactar; porque yo, lo que es yo, no voy a pagar los desperfectos.
Doña Gonzala.- ¡Demonios, qué golpetazo me he dado! Sigamos. Adelante, Aristotélica.
Aristotélica.- Usted avanza como Don Quijote con su lanza. ¿Está bien de la cabeza? Lo digo por el porrazo que se acaba de dar. Pero bueno. Si está usted bien de la cabeza vamos a seguir. Cambio de postura. Abra las piernas y ciérrelas. Otra vez que es muy bueno para el riego sanguíneo y eso es muy importante para saber amar. Ahora haga usted la bicicleta. Pedalear. Pero no se tire ninguna pedorreta que sólo he dicho pedalear y no pedorrear. Tómese ahora un pequeño descanso (Se quitan las caretas de cabras ambas y resulta que Aristotélica es una chavala guapísima).
Doña Gonzala.- ¡Atiza! ¿No me digas que tú eres así? Ya veo que está visto que estás de muy buen ver. ¿Cómo me encuentras tú a mí, Aristotélica?... y dime la verdad, por favor, que creo que eres muy sincera y muy sensata.
Aristotélica.- Pues la verdad... encontrarla... encontrarla... es que no la encuentro bien del todo... pero no se preocupe que Picapica está peor que usted pero empeorando lo presente. Perdone mi sinceridad pero a su edad esto... bueno... ¿sigue empeñada en celebrar la boda?.
Doña Gonzala.- Hoy mismo y a las seis de la tarde.
Aristotélica.- ¿O sea, que dice usted tener atrapada a mi colega de oficio Numeraria y que seguro que el Señorito Florentino se la come bien comida? ¿Seguro que se cree usted eso de verdad o es de verdad que se lo está creyendo?
Doña Gonzala.- ¿Tú crees que mi amado hijito está los suficientemente fuerte para eso?
Aristotélica.- Superabundantemente fuerte. Está superabundantemente fuerte aunque es más bien raquítico... digo roquítico... porque está hecho todo un verdadero pedrusco; o sea toda una joya preciosa pero en bruto y a lo bruto.
Doña Gonzala.- Picapica se va a enterar cuando vea que no la ha conseguido... a la otra... digo... esto... que me parece que el golpetazo que me he dado me ha dejado bastante más trastornada de lo que es corriente y vulgar en mí.
Aritotélica.- Ni soñando. Yo creo que ni soñando se lo cree Picapica... porque resulta que en este lugar a veces parece se que celebran fiestas taurinas. ¿No será que esa boda termina en becerrada? Lo deduzco porque en esta casa hay muchos cuernos por todas partes. Claro que me refiero a esas cabezas, no vaya usted a pensar que me parece que piensa usted más bien poco... pero perdone usted, señora de sí señor como mande usted de alta cuna y de baja colchoneta; pero no quisiera yo tenerla como suegra la verdad sea dicha... y no porque usted no fuese una buena suegra sino que sería una faena.
Doña Gonzala.- Pues a mí no hacen más que decirme que me salgo cuando veo a chavalas como tú... pero cuando pille a Picapica se va a enterar porque para eso está esa pistola ahí.
Aristotélica.- Pobre destino final, sí señora. Pero ahora, de momento para matar este momento y no utilice usted la pistola en este momento que yo no tengo la culpa, ¿quiere usted seguir con estos ejercicios tan sanos y que yo siga siendo su maestra aunque yo sea tan joven y usted tan birria... esto... no.... quise decir tan madura porque es que usted está más bien dura... tan dura que no hay quien la meta el diente porque en ese caso pero... dejemos este asunto aparcado... ¿quiere o no quiere seguir?
Doña Gonzala.- Por supuestísimo, como dice el mariquita de Alfonsito Peginés.
Aristotélica.- Vamos allá y que salga el sol por donde quiera salir a ver si nos ponemos ya en forma, Doña Gonzala, aunque ponerle a usted en forma sería algo así como milagroso (Se acerca al gramófono y elige "Cavalleria rusticana" de Mascagni). Doña Gonzala, es necesario acompañar ahora con música todo lo que sigue y me parece que la música más idónea es ésta porque se parece usted a una sargenta de caballería un poco rústica y para eso estoy yo aquí... para refinarla un poco porque vaya manera de ser, señora mía... esto... señora de todas nosotras. Ahora haga usted un paseíllo alrededor de la colchoneta como si fuera usted una torera dando la vuelta al redondel pero levantando las rodillas hasta el esternón y después de darse las tres primeras vueltas cambia usted a dar otras tres vueltas más haciendo el paso de la oca y de oca a oca que tiro porque me toca. Vamos. Vamos. Que si lo consigue ya le daré yo a usted un par de palmadas en la espalda para felicitarla por lo bien que lo ha hecho.
Doña Gonzala.- Eso está dicho y como está dicho vaya que lo hago (Da las seis vueltas alrededor de la colchoneta tal como le ha indicado Aristotélica) Pues sí que ha sido una buena marcha pero, aquí y entre nosotras, que tengo que llamar a la criadita para despedirme de ella definitivamente pues es el último día que presta sus servicios en esta santísima casa que es tan santísima casa que quien la pisa se casa (Se acerca a la estantería, coge la campanilla y la hace sonar con enorme fuerza bruta)
Aristotélica.- Espere, espere, no me sea tan brutita que eso puede esperar. No le he dado todavía las palmadas en sus anchas espaldas así que ahora otra vez marchando pero en esta ocasión como si fuera usted de marcha nupcial, con pasitos lentos y espere que cambie de música (Aristotélcia cambia el disco por el de "La marcha nupcial" de Mendelssohn mientras Gonzala vuelve a dar otras tres vueltas alrededor de la colchoneta) Ahora repita esas tres mismas vueltas pero con marcha atrás y tenga cuidado no vaya a tropezar otra vez con la estantería. Marchando. Marchando. (Doña Gonzala da las tres vueltas a la colchoneta pero de espaldas) Ahora espere que le de dos palmadas en sus anchas espaldas porque se lo ha merecido (Aristotélica le da dos palmadas tan fuertes que Doña Gonzala comienza a toser). Todavía hay que seguir. No se pare y tenga cuidado con no tropezar otra vez porque se puede romper la crisma ya que ahora tiene usted que saltar hacia atrás con sus patas... esto no... quiero decir con sus piernas juntas que es una manera de saltar muy original y a usted le gusta mucho lo original. Por cierto... ¿dónde está el orinal que me estoy haciendo pis de la risa... esto... no... quiero decir de los nervios? (Doña Gonzala da el salto hacia atrás y derriba la estantería haciendo tanto ruido que aparece la novia de Solitario)
Criada.- ¿Señora? ¿Está usted bien de la cabeza señora o se ha hecho mucho daño? (Pero ninguna de las dos le hace caso pues están de lleno concentradas en los ejercicios).
Aristotélica.- Levántese del suelo porque una señora tan noble como usted no puede estar todo el día por los suelos como una fregona aunque no ilustre por cierto. ¿Sabe usted de quién fue la ilustre fregona? Pues de Miguel de Cervantes y Saavedra. Levántese y no se pare, so viva... porque creo que usted está todavía viva ¿no es cierto? ¡Ale, ale, de un salto de altura como si fuera toda una atleta! (Doña Gonzala se levanta como puede y da un salto hacia arriba y al caer aplasta el gramófono que por supuesto está ya averiado después de que se cayera toda la estantería al suelo).
Criada (Acercándose valientemente) Señora... (Doña Gonzala, ahora por su cuenta y como arrebatada por una extraña fuerza sigue dando saltos hacia arriba, hacia atrás, hacia adelante y la novia de Solitario, viendo que todavía no la ha visto, se pone una careta masculina y se acerca más a ella) Señora...
Doña Gonzala.- ¿Qué quiere usted, hombre?
Criada.- No, hombre no. Yo lo que quiero saber es para qué ha llamado usted a la criada.
Doña Gonzala.- A usted eso no le importa, caballero. Haga el favor de recoger todos esos libros que nunca los leo pero que son muy buenos para tenerlos de adorno, bien colocaditos por orden alfabético de autores, ya que es una bonita forma de hacerse pasar por intelectual que está muy de moda.
Criada.- Está bien, señorona como Dios manda y mire que es usted mandarina pero mandarina completa por todo lo que manda pero colocarlos los coloca usted que bien colocada está en el Banco Rural donde trabaja su adorado hijito y que por eso le dan toda clase de cerditos... quiero decir... créditos hipotecarios que le quitan a uno el hipo (Los recoge, los deja en el suelo, se quita la careta y se marcha sin que Doña Gonzala la haya descubierto)
Aristotélica.- ¡Al tajo! ¡Vamos al tajo y no me refiero al río porque allí no voy con usted ni borracha! ¡Seguimos con la lección de ejercicios de filosofía amorosa, glamurosa y toda la cosa dichosa! Vuelva a hacer flexiones que tanto le han gustado sobre la colchoneta. Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. Siga usted haciéndolas durante cinco minutos exactos para ponerse usted más fuerte que un toro. (Doña Gonzala hace flexiones durante cinco minutos y está totalmente agotada) Siéntese ahora en el sillón, si es que todavía se puede levantar de la colchoneta dando un salto de tigresa pero tenga cuidado de no tropezar ya con ningún otro trasto (Doña Gonzala se levanta como malamente puede agarrándose a las patas de la silla más cercana) Marcha, mucha marcha señora marchosa, como si volviese usted a dar la vuelta al ruedo y después de la vuelta puede ya por fin descansar en su mullido sillón; que tiene usted tanto salero que le voy a cantar, mientras descansa, eso de malagueña salerosa malagueña niña hermosa quisiera besar tu boca malagueña salerosa.
Doña Gonzala.- ¿Tengo que seguir haciendo el ridículo?
Aristotélica.- No. Ya es suficiente, castigadora. Con todo esto y los polvitos que le van a traer Pepe El Caracoles y Lacalle, que van a ser los testigos de esta sonada y sonora boda que tanto usted se imagina, ya no hace falta que haga usted más ejercicios. ¡Va a ser una boda tan inolvidable que pasará como las rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, de boca en boca y no me abra usted tanto la boca, por favor, que ya se han acabado los ejercicios de reflexiones y flexiones amorosas y comprendo que esté usted tan fatigorda... quiero decir fatigosa... pero no abra tanto la boca y respire mejor por la nariz que para algo se la ha puesto Dios y bastante grande nariz tiene usted!. Respire. Respire profundamente por esa nariz propia de Anás y Caifás juntos. Ensanche sus pechos... digo su pecho... pechugona nuestra... y respire profundamente. Ya vendrán para hablar con usted los padrinos Pepe El Caracoles y Lacalle.
Doña Gonzala.- ¡Qué alegría! ¡Pepe El Caracoles y Lacalle como padrino y madrina respectivamente!
Aristotélica.-Entonces es que la boda será buenísima y estoy segura de que hasta el cura se va a correr de gusto.
Doña Gonzala.- Imáginate...
Aristotélica.- No... si yo tengo mucha imaginación... pero es que no se puede imaginar usted cuanto imagino yo. Imagino tanto que me estoy preguntando ¿hay algo tonto en esa boda?
Doña Gonzala.- ¿Lo dice usted por el novio; o sea por mi amado y adorado hijito de mi alma y mis entretelas?
Aristotélica.- No... bueno sí... esto no... me refiero a Picapica (Se quitan los pijamas y se empiezan a vestir; Aristotélica con su suéter ajustado y Doña Gonzala con su enorme chaquetón de color marrón que ella cree que es muy elegante)
Doña Gonzala.- ¡Esa canalla! ¿No sabes lo que va diciendo por el "Casi Ná"?
Aritotélica.- Sólo Dios sabe lo que irá diciendo ese esperpento de machorra por la espalda.
Doña Gonzala.- Injuria horriblemente a Numeraria. ¡Así que cuando la encuentre la voy a leer la cartilla!
Aristotélica.- No me diga...¡qué bárbara!... ¡qué barbaridad!... No es necesario que me lo diga... pero es que esa tal Picapica es tan bárbara que parece una vándala y mire que en Andalucía si que estuvieron los vándalos. ¿No sabe usted que el verdadero origen de la palabra Andalucía es de los vándalos y no de los árabes como casi todo el mundo cree? Para que se vayan enterando los árabes... que por cierto lo ignoran porque son bastante ignorantes. La palabra Andalucía es la versión arabizada Al-Andalus de la voz original y germánica "Landlose" que utilizaban las tribus bárbaras de origen germánico, los vándalos para ser mas exactos, que se establecieron en esta parte de España. Andalucía no ha sido nunca jamás propiedad de los árabes que ni tan siquiera supieron darle un nombre propio. Para que se enteren todos esos que dicen que Andalucía existe gracias a los árabes. Pues se equivocan por ignorantes ya lo ve usted, como ocurre con mi amiga del alma querida Ana María y es que yo, además de Filosofía también tengo muchos estudios de Historia y no como ella que se pavonea de creer lo que es una ignorancia supina. Y hablando de vándalos, todavía quedan algunos vándalos por aquí.
Doña Gonzala.- Con tantos conocimientos que tienes es que aprendo cosas que me hacen sacar los colores. ¡Menuda tiparraca esa tal Ana María... esto... quiero decir Picapica!...
Aristotélica.- Lo mismo dá, dá lo mismo la una que la otra y ahora vamos a por otra... si usted me lo permite. Que ni sueñe esa tal Picapica o Ana María, que lo mismo dá, dá lo mismo en este caso... intentar ligar con la novia de Solitario o intentar que Solitario olvide a su novia.
Doña Gonzala.- Es cierto. Esa tal Picapica va detrás de mi ex criada y eso es que me indigna del todo. Yo no voy a permitir que ninguna me la quite porque yo soy la primera ofendida en este asunto.
Aristotélica.- Sin duda alguna.
Doña Gonzala.- Pepe El Caracoles y Lacalle harán valer mis derechos que los tengo ya bien torcidos por cierto.
Aristotélica.- ¡Buen padrino y buena madrina son!
Doña Gonzala.- Y además, cuando Numeraria vea a este padrino y a esta madrina... ¿sabe usted lo que va a rabiar Picapica?... Sea como sea y de la manera que sea; oséase, como a mí me dé la real gana, el resultado final es la boda; no pienso renunciar jamás, ni aunque me ponga ella cualquier pretexto. ¡Si he de seguir haciendo el ridículo lo hago pero hago rabiar a Picapica!
Aristotélica.- ¡Es una mujer horripilante!
Doña Gonzala.- Mucho más. Mucho más que eso. Figúrese el disgusto de mi pobre Florito cuando supo, a través de los cotilleos de Doña Marcelina, que Numeraria ha puesto como condición que se niega por completo a casarse con mi amado hijito. ¡Numeraria me está dando un disgusto de muerte! En vano puedo convencerla. Se niega, en rotundo pero rotundo del todo y no solamente un poco en rotundo, a casarse con mi pequeñito Florito, y yo ya no tengo descanso, no duermo, no vivo. ¡Cuándo más feliz me veía! ¡Y todo por culpa de esa miserable! ¡Te juro de verdad que mato a Picapica con esa pistola! Te lo juro a ti, jovencita, que me parece que lo comprendes todo.
Aristotélica.- Comprendo, comprendo todo muy bien... demasiado bien que lo comprendo todo... y se lo merece, se lo merece pero bien merecido. Pues nada, siga usted abriendo un poco más las piernas y haciendo la bicicleta y hasta Lugo... quiero decir hasta luego... (Termina de colocarse bien el suéter) Voy a ver a mi novio El Calamares que está muy coladito conmigo.
Doña Gonzala.- ¡El Calamares! ¿Qué le has dado tú al Calamares?
Aristotélica.- Lo he ligado a la francesa con todas las de la ley y no como usted.
Doña Gonzala.- ¿Y ya has estado en la cama con El Calamares?
Aristotélica.- Me voy antes de tener que decirle a usted la verdad... ¡pero no soy como usted, para que lo sepa bien sabido, so sapotácea!
Doña Gonzala.- ¿También soy sapotácea? ¿Qué es eso?
Aristotélica.- Obstrucción anal por demasiado ingestión.
Doña Gonzala.- ¡Oye, desvergonzada!
Arsitotélica.- Prefiero no seguir oyéndola y haga el favor de seguir mis consejos en vez de tener ya tan preparado el festejo nupcial en el Hotel Petronio; claro que como usted se cree la Petronia de Vélez Rubio, por sus estilo y su manera de vivir, pues a ver si me alejo yo de estos líos amorosos, no vaya a ser que también caiga yo en la red. ¡Muy alta va a ser la cuenta de dicha boda pero como a usted le sobra lo que le sobra y no me refiero a kilos de grasa que le sobran muchísimos sino a kilos de pasta que también le sobran bastantes, pues suerte y al toro! A esta hora ya estará preparada Lacalle. ¡Me voy con El Calamares antes de que de verdad y me lo ligue la francesa que es que no se le puede a usted contar ni tan siquiera un chiste de lo seria que se ha puesto con esto de la boda de su Floripondio porque se lo cree todo! ¡Aténgase usted a las consecuencias... que es muy temeraria esa Numeraria!. ¡Que le digo y le repito por si usted es algo sorda que Numeraria es muy temeraria!.
Doña Gonzala.- ¡Ya, ya!. ¡Que viva está esa chavala! Pero no se me escapa...
Aristotélica.- Pues entonces... como usted sigue siendo tan sorda... hasta más tarde y siga abriendo las piernas y no me olvide jamás o mejor olvídeme para siempre. Siga usted con el un, dos, tres... un, dos, tres... pero ahora más rápido todavía. Yo ya me voy porque en guerras ajenas cuanto más lejos menos penas (Se va)
Doña Gonzala.- Sí, sí, descuida, descuida (Vuelve a hacer los ejercicios de flexiones pero ahora ya con el chaquetón puesto hasta que, cansada, se levanta y empieza a llamar a su amado hijito) Pero... ¿qué pasa con esta criatura mía? Todavía no le he visto en todo el día y eso que le estoy llamando con desesperación desesperada. Numeraria se casa con él si es que quiere seguir viva. ¡Pobrecito mi hijito Florito que se puede quedar solito! ¡Lacalle! ¡Ella será mi solución!
ESCENA II 
Doña Gonzala y Señorito Florentino.
Señorito Florentino (Aparece con un batín floreado y el pelo revuelto).- La felicidad es una mariposa lila, y mira que yo soy lila, que se me posa en las posaderas... esto... ¿qué estoy diciendo?... ¡Sólo Dios sabe cuando se me volverá a posar!.
Doña Gonzala.- ¡Florito! ¡Indecente!
Señorito Florentino.- ¡Ay, mamita mía! (Llora amargamente en el regazo de su mamá)
Doña Gonzala.- ¡Pero, Florito, haz el favor de no moquear tanto cuando lloras que me ensucias el pecho!
Señorito Florentino.- La fatalidad se ha cebado en mí como si me hubiesen dado con la cebolleta... se me ha clavado la cebolleta de muchos y no ha pasado nada... pero esto de ahora sí que no lo puedo digerir.
Doña Gonzala.- ¡Virgen Santísima, Florito! Pero... ¿qué motivos tienes para rechazarla? No te vuelvas loca... esto, loco... que estás ya de una locura total.
Señorito Florentino.- ¿Que no tengo motivos? ¿Que no me vuelva loca... esto, loco?¿Que estoy de una locura total?
Doña Gonzala.- Me he enterado de todo.
Señorito Florentino.- Picapica me ha puesto a parir, seal cual sea el desenlace final... y, claro, Numeraria ha considerado que yo soy un cobarde... ¡y ahora me deja más plantado que un jazmín  en medio de La Rosaleda de Málaga capital! ¡Yo me quiero ir a la capital! Esto es demasiado fuerte para mis nervios, porque si me quedo aquí sucumbo y me deprimo! ¡Ay, Virgencita de mis dolores, todo esto me pasa por pasar todo esto! ¿Qué he ehcho yo para que me pase todo esto?
Doña Gonzala.- ¡Que no llores tanto, Florito, y por favor deja de moquear que me estás poniendo perdida de los nervios y de todo lo demás! Tú tranquilo que yo te digo que tú te casas y te casas porque yo te lo digo y si te lo digo es que te lo digo y dicho está y tú siempre haces lo que te digo porque para eso te lo digo!.
Señorito Florentino.- ¡Qué espantosa tragedia1 Toda mi juventud suspirando por Marujito y de pronto me surge Numeraria, me mira, me inflamo más inflamado que un globo aerostático, me insulta y de repente se me esfuma como si se la hubiese fumado alguien que no sé quien habrá podido ser. ¡Qué espantoso! ¡Qué horrible! ¿Qué tendré yo, mamaita, que tendré yo para no poder ser dichosa... quiero decir dichoso?.
Doña Gonzala.- Cálmate, Floripondio, o te meto tal tortazo que te pongo los pelos en su sitio... ¡que yo te digo que te casas con ella porque hay que seguir aparentando lo que no se es pero es que ya sabes que no podemos hacer otra cosa!. Y haz el favor de que, cuando te dé por llorar, no te me eches encima... porque con la mocarra que me está cayendo estoy perdida pero más perdida que nunca... esto... ya sabes tú a lo que refiero!
Señorito Florentino.- No puedo calmarme, mamita mía, no puedo... porque para amargar más todavía mi amargura, Marujito me ha dicho que no aguanta bromitas. ¡Miserable Picapica! Mi boda con Numeraria no es posible. ¡Figúrate que ni sé por donde anda ni con quien anda ni con quien no anda! ¿Y mi reputación? ¿Qué pasa con mi reputación? (Llora amargamente) ¡Es imposible!
Doña Gonzala.- ¡Infame Picapica!¡No hace más que crear escándalos, ultrajes, burlas.. y sólo porque quiere atrapar a esa critaurita infeliz de la novia de Solitario!. ¿Ni un solo moco más, Florito, o te suelto un soplamocos que te dejo más soplado que el soplete de las orejas del soplón de Marujito que ha ido diciendo por ahí toda la verdad de vuestros asuntos!. ¡Ni un moco más he dicho! ¡Llora como mujer lo que no has podido conquistar como hombre! Pero te juro que te casas con Numeraria, te casas con Numeraria y te casas con Numeraria aunque sea la última cosa que yo haga en este mundo si es que no te pilla Solitario, así que no te preocupes más por Picapica pues yo... ¡yo y nadie más que yo!... y mira que mi ego está tan elevado que yo soy todavía más que yo!... me la cargo.
Señorito Florentino.- ¡No, eso no, mamita, eso tampoco es necesario! ¿Cómo voy a ser yo dichoso con Numeraria?. Déjalo, por favor, que bastante tengo para enloquecer a los hombres como para que se me vuelvan locas las mujeres canarias como Numeraria... ¡prefiero la soltería de mi yo solo porque yo también tengo yo! Estoy dispuesto a entrar en un convento de monjes... no... mejor de monjas... quiero decir de monjas... si es que es necesario y llega esa necesidad... bueno... mejor de monjes... sí... sí... de monjes.
Doña Gonzala.- ¿Tú en un convento de monjes?
Señorito Florentinmo.- Sí, en un convento de monjes capuchinos. Seré Sor Capuchina entre los capuchinos.. ya he elegido mi futuro nombre. Sor Capuchina de los Capuchinos.
Doña Gonzala.- ¡Estás más loca que nunca!. ¿De dónde has sacado eso? ¿Cómo voy a consentir que mi yo... quiero decir... nuestra noble Casa... sufra por tu culpa? ¡Calla ya, Floripondio, o te rompo los nervios pero no de manera psicológica sino de un sopapo. ¿No ves que me estás partiendo el alma? Calla ya de una vez y no se te ocurra ir diciendo eso de Sor Capuchina de los Capuchinos por ahí como una despendolada... porque antes de que me partas el yo... esto... el ego... esto... la fama... esto... el alma... ¡¡te rompo yo a ti la crisma y santas pascuas!!
ESCENA III
Señorito Florentino, Doña Gonzala, Criada y luego Pepe El Caracoles y Lacalle.
Criada (Apareciendo por la izquierda).- Señora...
Doña Gonzala.- ¿Qué? ¿Quién? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué?
Criada.- El señor Pepe El Caracoles y la señora Lacalle.
Señorito Florentino.- ¡Ay, ay, ay, que me dá! ¡Que me dá el patatús de pata en pata y que yo me voy de aquí a la pata coja para que no me coja quien estoy temiendo que me coja y si es necesario me voy bien cojeando pues soy bastante patojo! ¡Algo así como un novillo cojo! ¡Porque toro bravo no soy pero novillo soy bastante novillo por lo novato y por lo bobo! Si también es necesario, aprovechando que soy enano si es que puedo sacar provecho de ello, aprovecho para ser el Bobo de Coria! ¿Qué quieren? ¿Qué buscan aquí esos personajes tan siniestros de las calles oscuras por donde no pasan ni las monjas ni los curas?
Doña Gonzala.- ¡Nada de nada, Florito! ¡Que te casan y te casan porque les mando yo que te casen y para eso soy yo la que manda! Olvídame por unos instantes de tu pensamiento, que estás más enmadrado que la madre del río que te parió... esto... no... que la madre del río Guadalnosecuánto... que es que eres un encanto y todo!. Que después hablaremos largos y tendidos, sobre todo tendidos en la colchoneta aunque tú no eres largo sino enano y yo estoy cansadísima... fatigadísima... gordísima a pesar de tanto ejercicio exprés... que bufo más que el Expreso de Oriente que une París con Constantinopla y sopla que sopla y que te resopla que ya no puedo soplar más de tanto soplar y soplar con la boca y tanto soplar y soplar del güisqui que estoy a punto hasta de caer redonda y bien redonda que estoy. Ten calma y deja otra vez de gimotear. Todo se resolverá felizmente para mí, porque lo que es para tí no me importa porque no pintas nada... que pintas menos que una menina de Velázquez. ¡Te aseguro que te caso con Numeraria!
Señorito Florentino.- ¡Ay, ay, ayyyyyy... no, no, nooooooo... y muchos etcéteras más de noes seguidos! La felicidad es una mariposa lila, y yo que soy muy lila, que va y se me posa por durante unos minutos en las posaderas, y me entra algo así como un gusto selectivo y selecto, pero luego sale y...
Criada.- ¿Qué?
Señorito Florentino.- No te digo a ti nada, bombón... que lo que pasa es que cuando te veo me creo una mariposa lila... ¿o quizás un azul acero?
Criada.- Es que creía...
Señorito Florentino.- ¡Soy muy estúpido, ya lo sé... pero por favor, por piedad, por caridad, por misericordia, por el sumsun corda de todos los sumsuns cordas más grandes que existen... ¡que no se entere tu novio Solitario que dejo de existir!
Dola Gonzala.- Que pasen el padrino y la madrina.
Señorito Florentino.- Pero yo abro mis alitas y ya volveré en otro momentito en que Marujito... esto... quiero decir la mariposa lila... que es Marujito... esto no... que la mariposa lila que digamos que soy yo sólo para salvar el honor de mi amado Marujito... que se me pueda volver a parar en las posaderas. ¡Ah! ¡Oh! (Se va por la derecha)
Criada (Asomándose por la izquierda).- ¡Señores! (les deja pasar y se marcha)
Pepe El Caracoles.- ¡Doña Gonzala!
Lacalle.- ¡Amada Gonzalita!
Doña Gonzala.- Pasen, pasen señores, pasen y no dejen de pasar pero no pisen muy fuerte... esto que no me pisen tan fuerte los pies que los tengo hinchados... no... quiero decir que no hablen tan alto y hablemos en voz queda que me estoy quedando alelada. ¿Qué tal?
Lacalle.- ¡Horripilante, señora, y que conste que yo también soy señora y no parezco un señor como si parece usted! ¡Está usted horripilante y perdone por serla tan sincera pero es la mejor manera!
Pepe El Caracoles.- ¡Espantosa! ¡Está usted espantosa y perdóneme a mí también usted que perdona a todos!
Lacalle.- ¡Patética! ¡Está usted más patética que una patata con escarola y a ver si toma usted unas cuantas patatas, las pela como si se estuviese usted pelando sus bigotes y las pone a hervir con unas escarolas, tan parecidas a su fermosa cabellera, fermosa caballera, que tiene unos pelos algo así como los de mi cliente favorito que le llaman El Rizitos de Oro, un tal Luis Miguel que se parece mucho al famoso afroperuano Luis Miguel Sánchez Cerro pero que se tiñe el pelo de rubio porque no le gustan nada los negros y, además, debe estar todos los días que me viene a contar sus confidencias, claro que pagando siempre los servicios porque pagador si que paga bien porque gana buena paga, por los Cerros de Úbeda cuando va diciendo que Solitario debe ser homosexual pero que ya le he avisado que como se entere le va a dividir en dos mitades, por un lado va a ser San Luis y por otro lado va a ser San Miguel pero las dos partes bien comulgadas con dos buenas hostias y que desde que se lo he dicho ha debido entrarle flojera culera porque ahora solo me visita pero ni se levanta del taburete, se toma su traguete y se va silenciote y oculto entre las sombras creyendo que está en mi local el fantasma de Solitario aunque yo le tengo que aliviar el estrés, el trauma y el miedo infinito que le ha cogido, diciendo que Solitario no es ni ha sido nunca un fantasma y que si le ve va a ser una realidad, ante lo cual suelta una serie de pedorreos que tengo que abrir la ventana de la habitación para no desmayarme de lo mal que huele este Rizitos de Oro que se cree Apolo y de verdad que me suena que algo de marica sí que tiene él porque se le nota a la legua que al caminar mueve un poco el trasero como los mariconcetes ramonetes y que me ha contado que le gusta el tenis y que creo que es solo porque le gusta sobar las pelotas antes de entrar en juego y usted ya me entiende y perdone, otra vez, que le sea tan sincera.
Pepe El Caracoles.- ¡Fuerte! ¡Verdaderamente fuerte! Está usted más fuerte que Sancho VII «el Fuerte» Rey de Navarra, el que era hijo y sucesor de Sancho VI «el Sabio», de la dinastía Jimena y hermano de Berenguela de Navarra, mujer de Ricardo Corazón de León. ¿Y mire que es usted como una berengena... perdone... quiero decir berenguela... y tiene hasta el corazón de león... perdón... de leona... y perdóneme mil veces también a mí por ser tan sicero y quedarme tan corto en mis alabanzas.
Doña Gonzala.- ¡Ay que graciosos son ustedes dos! ¿A qué vienen tantos insultos?
Pepe El Caracoles.- No se preocupe por nuestros insultos. Lo único que pasa es que estamos ensayando palabras feas para decirlas en esta boda tan bien premetidada que hasta lo han hecho con alevosía y nocturnidad incluídas.
Lacalle.- ¡Una verdadera obra de arte de mentes frenéticas, neuróticas, psicóticas, esquizofrénicas y hasta hiperpláxicas que ni sé lo que quiere decir esto de hiperpláxicas pero suena muy bien en todo este caso!
Pepe El Caracoles.- Esta boda se recordará como la de los tacos bien dichos y yo no me pierdo esta oportunidad. Tengo preparados hasta trece tacos para todos sus invitados como si fueran trece tiros de esa pistola que tiene usted ahí en el suelo. 
Lacalla.- Y cada taco... esto... digo yo que cada disparo... a la distancia adecuada de cinco metros entre su Florito y nuestra Numeraria. Esas son las primeras condiciones que ponemos para condicionarlo todomuy bien condicionado que es de buena condición saber para qué sirven estas bodas; no vaya a ser que la condición social de los invitados se venga abajo y no puede ser eso porque la condición social de los trepas y ya sabe que todos sus invitados solo son unos trepas, y no personas millonarias decentes, debe mantenerse siempre en muy a lo alto... algo así tan en lo alto como los pendones... esto... me refiero a las banderas en forma de estandartes y no al estandard de algunas personas... uste me ha comprendido... ¿verdad?... ¿verdad que me ha comprendido y me ha perdonado ya?
Pepe El Caracoles.- Y es eso, por supuestísimo, como ya todos y todas sabemos que dice el mariquita de Alfonsito Peginés, por lo que tendrá que abortar Numeraria para que su Florito escape de sus responsabilidades acerca de lo de la parejita que le va a hacer en la primera noche que se enarbole las espuelas, pues  es todo un gallito, y la coja por banda; para que no digan nada los vecinitos que es más importante abortar que tener que soportar lo que digan los vecinitos. Es mucho más importante un aborto si señora creyente de Dios. Lo de la conciencia de ser o no ser no sirve para nada más que para meditaciones chespirianas pero para nada más... ¿no es cierto?
Lacalle.- Punto, contrapunto y pespunte usted, que eso de pespuntar es una tarea muy propia de los juegos manuales de su amado hijito y esperamos que cada asalto sexual dure por lo menos lo de un partido de fútbol; o sea, hora y media con total exactitud... y después de breve descanso de un minuto breve... una vez repuesta la breva... otro asalto sexual de lo que dura un partido de fútbol; o sea, exactamente una hora y media... nuevo minuto breve para que se recupere la breva... y de nuevo a repetir... y así noche tras noche durante las mil y una noches que dice que va a gozar de ella como si fuese esto de casarse con Numeraria los cuentos del cuentista  Abu abd-Allah Muhammed el-Gahshigar... para que vea usted a lo que verdadermaente me dedico yo en mis horas libres... cuando el trabajo me deja un poco de respiro... y no respire tan fatigada que ya es hora de que se me relaje un  poco, señora mandarina que es usted más mandarina que Li Shi-Min, si mi... mi... mi... mi señor... mi... mi... mi señora...
Pepe El Caracoles.- ¡En fin, que no hay escape para Numeraria! Una boda así es para invitar a todos los compañeritos de marcha dando de comer a su amado hijito y a todos ustedes les deseo feliz marcha... marcha imperial... por supuesto... porque la marcha nupcial es que yo... pues no la veo...
Lacalle.- ¡Ay que risa, tía Felisa, y lo digo por La Felisona, el más Félix de todo los felices... no la ve usted porque la ha roto Doña Gonzala al aplastarla con sus voluminosas patas... esto con sus patillas... bueno... que veo que le aprietan las zapatillas!. ¿Es la primera vez que sucede un acto así en este pueblo?
Pepe El Caracoles.- ¡A mí me da también mucha hambre... quiero decir... mucha risa!.
Doña Gonzala.- Bueno... bueno... bueno.. estoy que no respiro de tanta flexión, complexión y reflexión a que me ha sometido Aristotélica. ¿Quieren decir algo más que yo no sepa y por favor digan algo que yo no sepa?
Pepe El Caracoles.- ¡Una desdicha! ¡Una verdadera desdicha, señora salchicha, quiero decir señora mandarina... que ya paso tanta hambre que confundo las verduras con las frutas y las frutas con las verduras! ¡Un desastre mayor que el de Trafalgar en el alta mar!¡ Una pena penita pena pena de mi corazón! ¡Esta boda no puede celebrarse!
Lacalle. Todo se nos ha ido al quinto pino y el quinto pino está demasiado lejos; exactamente en las afueras más lejanas de Madrid; allí por el final del Paseo del Prado.
Doña Gonzala.- ¿Qué pasa? ¿Qué sucede? ¿Qué ocurre?
Pepe El Caracoles.- Pasa la bandera por su casa. Sucede que al final todo se pierde. Ocurre que usted ni piensa ni discurre. Que no encontramos a Picapica ni viva ni muerta y sin ella, que es la principal invitada de honor, no se puede celebrar la boda. Es nuestra segunda condición.
Doña Gonzala.- ¿Cómo que no se puede celebrar esta tan querida para mí soñada boda?
Lacalle.- Pues no. Sin Picapìca, no. Y no la encontramos aunque hemos ofrecido suculentas recompensas para quienes la encuentren. Unos dicen que se la ha visto huir a caballo pero otros dicen que se ha escondido en alguna alcantarilla porque cerdita es bien cerdita y todos sabemos que cerdita es bien cerdita en todos los sentidos de esta palabrita.
Pepe El Caracoles.- Algunos afirman que se ha ido para Rodesia como una loca con dislexia y esto confirma que no quiere que la encuentre Solitario porque hay quienes aseguran que se ha fugado con una fotografía del bombón de su novia la criadtia y que está ya a doce mil kilómetros de distancia de aquí. Que parece que huye con mayor rapidez que la del cometa Halley y piense usted... pero por favor piense bien usted por una vez en su vida porque siempre es usted muy mal pensada pensando siempre mal de todo y de todos y de todas... que este cometa se desplaza a una velocidad de ciento doce mil kilómetros por hora.
Lacalle.- Ahora que hablamos de correr o mejor dicho correrse existen otras varias versiones más como sucede en las grandes películas sobre los grandes momentos históricos de la Tierra y esta boda sí que podría haber sido un gran momento de la Historia Mundial pero mire por donde...
Pepe El Caracoles.- Deja, Lacalle, deja que siga yo explicando a esta gorda señora... quise decir buena serora... pero lo de buena no se lo cree usted ni soñando... que lo que pasa es que Picapica se está corriendo más de lo que se puede decir en una versión justa y equitativa; por eso no damos con ella en ninguna parte de Vélez Rubio, Vélez Málaga y comarcas aledañas, pues debe estar en algún water en alguna venta de, por ejemplo, Almería. ¡No ha dejado ni rastro y eso que es tan rastrera!
Lacalle.- ¡Qué fatalidad!
Doña Gonzala.- ¿Han rastreado ustedes a la rastrera arrastrándose de casa en casa por todo el pueblo?
Pepe El Caracoles.- Es lo primero que hemos hecho aunque no sé ni cómo ni cuándo lo hemos hecho. La patrona de la pensión para jubilados donde acudía con sus amantes, del mismo género por supuesto porque el género femenino la pirra a la muy pirrada que está más pirrada que una batalla pírrica... esto... que me salgo del guión... quiero decir que nos contó que esta madrugada estaba lívida, sin apeto suficiente para apetecerle el aperitivo que intenta conquistar cada mañana cuando se descuida alguno... me refiero a alguno de los carniceros... esto... que me salgo del guión... quiero decir algunos camareros. ¡Y se ha ido!. ¡Se ha ido con el rabo entre las pastas... digo las patas... pero es que me está entrando hambre... esto... que me salgo del guión... volando como si de repente le hubiesen salido alitas de polla y tirándose más gases que la máquina de vapor del ferrocarril que une a nuestro Vélez con Málaga capital, porque le han visto muy gaseosa por cierto... algo así como la gaseosa que le echo yo al vino málaga virgen cuando como chanquetes a la brasa... esto... que me salgo del guión. ¡Como ve usted, no se puede celebrar la boda de su amado hijito con Numeraria, porque se ha fugado la invitada especial de una manera muy especial!
Lacalle.- Y tan fugitiva se ha vuelto que se ha fugado del pueblo y de todas las comarcas aledañas.
Pepe El Caracoles.- Como que después del rabo entre las pastas... esto... que cada vez tengo más hambre... quiero decir con el rabo entre las patas y no de una mesa precisamente sino que más bien de una cama... y las alitas de pollita; dice un aviador que la ha visto volando, como buena bruja que es y con brújula para no desorientarse, subida en un cubo de chatarra que ha debido robar a algún chatarrero porque si no fuese así no sería un cubo de chatarra sino de otra cosa como latón, cartón o quizás de alguna otra cosa que ni tiene ahora importancia el conocer... pues que al conocer ya está volando por encima de San Petersburgo.
Doña Gonzala.- ¡Miserable! ¡Es capaz de haberse ido a Rusia! ¡Pone tierra de por miedo... esto... de por medio!.
Lacalle.- Aire, aire. Lo que ha puesto de por miedo... esto... de por medio... ha sido aire la muy airosa y menudos aires de grandeza que se da.
Pepe El Caracoles.- Otros compañeros y compañeras de la pensión para jubilados y a ver si nos suben algo la pensión porque ya estamos más bien obnubilados los jubilados... donde hacen el tiquitaca me han relatado, como si de un relato fuese todo este cuento, que ya está en Oceanía; exactamente para ser exactos, en las antípodas de Europa.
Doña Gonzala.- ¡Cobarde! ¡Ha huído la muy lechuguina!
Pepe El Caracoles.- ¡Lechugas! Los datos que hemos obtenido no dan ninguna clase de duda razonable luego... ¡lechugas!... ¡ay, que como soy jubilado cada vez tengo más hambre!... ha huído la lechugina y el repollo está más caro que el pollo y yo es que el pollo pues no me gusta demasiado que en demasía aguanto yo con la cutre pensión de jubilado que me dan los del gobierno ministerial y vaya que es ministerioso... digo misterioso... este asunto.
Doña Gonzala.- ¿Ven ustedes? Eso prueba y comprueba que lo que ha dicho de Numeraria sólo son calumnias. ¡Unas repugnantes calumnias! ¡Qué alegría, ay madre del amor florido, que alegría se va a llevar mi amado Florido... digo Florito... cuando se entere de que la boda no se deshace! ¡Pobre Numeraria, pobre chiquilla, pobre canaria! Yo... la verdad... es que ya hasta había empezado a sospechar de ella como creyendo que estaban gastándome una broma. La verdad es que decirle algo sí que le he dicho a sus espaldas... pero figúrense ustedes... mi virgencito Florito no se podía haber casado con una... esto... que me salgo yo también del guión. ¡Que nada, que nada, que no pasa nada de nada y que la boda se hace! ¡Pobre Numeraria, pobre chiquilla, pobre canaria! ¡La voy a hacer un regalo de boda que nunca jamás ha soñado!
Lacalle.- Pero... señora... ¿está usted soñando? Doña Gonzala, dos puntos, pero si esa granuja de Picapica no es digna de que la haga caso naide... esto niade... esto nadei... esto naide... ¡No se prive usted tanto con Numeraria!
Pepe El Caracoles.- No podemos apadrinar ni amadrinar ni amaestrar... esto... no... lo de amaestrar es mejor borrarlo de nuestras mentes... esa boda; porque si, a cambio de ello usted tiene que matar a su amadisíma Picapica, vaya disgusto para todos y para todas. ¿Usted también es de las que quería apresar a la criadita?. ¡Usted ya me entiende! Que Picapica y usted o alguien más, vaya usted a saber porque yo no sé nada de nada, están peleadas por culpa de la novia de Solitario. Cuente. Cuente. Cuente y descuide que yo soy muy descuidado y soy capaz de hacer como que no me entero nada de nada.
Doña Gonzala.- Descuide usted, padrino. Eche padrino eche y no se lo gaste en leche. Eche usted padrino y no se lo gasde en vino. ¡Uy, no sé que me ha ocurrido de repente que me he vuelto totalmente infantil del todo y que yo sepa pues no... que no me gusta que Solitario aparezca por aquí y por eso, y nada más que por eso, no le he invitado a la boda! ¡Hala jaleo, jaleo, que ahora empieza el tiroteo! No sé qué me ocurre cuando me citan a la criadita hispanoamericana pero mne rejuvenezco hasta la última cana! ¡¡La boda se va a celebrar y ya está y ya está y ya está!!
Lacalle.- ¡Vaya ataque! Si insiste tanto le serviremos con mucho placer. Pero no conoce usted bien cómo puede terminar todo esto porque me parece que tampoco conoce usted bien como ha empezado todo esto.
Pepe El Caracoles.- Necesitamos papel y pluma para escribir la esquela.... esto... quiero decir la noticia en todos los periódicos regionales. ¡Boda tan siria... digo tan seria... es una de las grandes especialidades especiales de noticias especialmente especiales de Lacalle y mía al mismo tiempo! Esta es nuestra tercera condición.
Doña Gonzala.- Estimo en poco... esto no... en mucho... en muchísimo si es necesario decir una mentira... digo una verdad... todo lo que valéis como escritores los dos juntos o los dos por separados. Gracias por todo. Acepto las tres condiciones. Adiós, Pepe y adiós, Lacalle. ¡A la calle!
Lacalle.- ¡Estoy dispuesta y a punto, y apunto para no olvidarme, en poner todos mis servicios como especialista de noticias muy noticiosas de la calle!
Pepe El Caracoles.- ¡Estoy dispuesto y a punto, y apunto para no olvidarme, todas mis cualidades de plumífero de noticias de la sección de Sociedad para toda la sociedad! (Ambos se van por el lado izquierdo)
Doña Gonzala.- ¡Ha huído la muy cobarde! Pero sólo era una calumniadora y una envidiosa. ¡Voy a contarle todo pero todo todito todo a mi Florito. Se va al volver todavía más loca... esto... quiero decir loco... de lo que ya está! ¡Ay! ¡Oh! ¡Hoy! Ya no hay ningún obstáculo pesado... y mira que era pesada la Picapica... para que mi amado hijito encuentre más felicidad que nunca. Porque hasta hoy solo era un pepino amargo pero de los que amargan por la parte trasera... pero su amargura ya no será de hijo pijo que hasta el cura lo bendijo cuando lo parí. Yo ahora le rijo y le dirijo. Está bien que la boda se retrase un mes porque las aguas es que bajaban turbias... pero que muy turbias... más turbias que un turbión del tubo de escape de la moto del Maroto, ese tipo tan maremoto con las chavalas guapas que hasta lleva en moto a su perrito a la Universidad de Málaga capital y todo para que ellas le vean lo marmoto que es. Ya que se me ha escapado el bombón que tiene por novia Solitario, el caramelo que es Numeraria no se me escapa. La regalaré regalices como regalías para que todos mis vecinos y vecinas vean lo regalona que soy. ¡Y es que yo, cuando me pongo regalona, regalo regalices a todos y todas... óle... óle... óle... viva la boda y olé... viva la boda! (Se va por la parte derecha).
ESCENA IV
Criada, Doña Marcelina y Numeraria, apareciendo por la izquierda.
Criada.- Pase la señora y pase la señorita (las deja pasar y se va).
Numeraria.- ¿Ha visto usted las caras de buitres carroñeras que tienen Doña Gonzala y Picapica? Que no hay forma de escaparme y yo lo que quiero es escaparme a todo escape pero escaparme bien escapada; o sea, escaparme con la honra en alto y no hable usted muy alto no vaya a ser que venga la honrada a decirme otra vez que yo no tengo honra porque quiero escaparme bien escapada.
Doña Marcelina.- Pepe El Caracoles y Lacalle son el padrino y la madrina elegidos por Doña Gonzala y llevan un juego de pistolas debajo del brazo que acabo de ver como las han comprado en el mercado de abastecimietnos militares traidos de Rota; o sea que no son del zoco de los moros, luego deben ser pistolas de verdad. Vamos a ver cómo sales de este juego en donde te han metido las viejas reviejas del Club de Las Chismosas que no paran de contar chismes sobre que no tienes ganas.
Numeraria.- A cualquier cosa le dice usted juego y a cualquier cosa le dice usted tener ganas; pero las jovencitas guapas y bullangueras del Club de Las Burladas también sabemos idear juegos peligrosos.
Doña Marcelina.- Bueno, Numeraria. ¿Para qué me has traído hasta aquí si se puede saber?
Numeraria.- Sí que se puede saber aunque en sabiéndolo usted en menos de un par de minutos lo sabe todo el pueblo. Pero, en fin , se lo voy a contar para que luego no se venga a engaño que usted engaña más que la novia del Reverte y ya sabe por qué lo digo y lo dicho dicho está. Es para advertirle de que es mejor que me ayude usted a convencerla definitivamente a Doña Gonzalita de que no pienso casarme nunca jamás... pero que nunca jamás y sin duda razonable alguna... que para eso tengo buen uso de razón... con ese petardo de hijito que tiene y, en cuanto yo encuentre a Picapioa, buen petardo le voy a poner en el trasero... quiero decir en el alero... bueno... donde sea pero se lo pongo. Si no lo consigue usted sepa que va a ser la que, al final de todo el final, será la que más va a perder.
Doña Marcelina.- Me parece que te confundes conmigo. No tengo nada que ver en este asunto ni tengo nada que perder porque me parece que ya he perdido todo... hasta la razón que era lo único decente que me quedaba. ¡Tú no sabes lo enfurecida que está Doña Gonzala!
Numeraria.- Entonces... ¿qué se le ocurre a usted, Doña Marcelona de Barcelona que se hace pasar por Doña Marcelaga de Málaga, que ya sabemos de donde proviene usted con perdón de los de Barcelona y que usted es de las de si la bolsa sona Málaga es bona y por eso se vino para acá desde allá?... porque yo ya le advierto a usted que prefiero casarme con un ladrón antes que con ese julandrón.
Doña Marcelina.- A mi claro y sano juicio que no es ni claro ni sano pero algo hay que decir en estos casos in extremis mortis... y estoy mortis de miedo... pues yo creo que estoy tan loca como todas las del Club de Las Chismosas. Bien, pero que bien está la cosa. Pero que peor no puede estar. Lo que hay que hacer es escribir un borrador para la esquela de Picapica, porque Picapica se va de esta directamente a los infiernos.
Numeraria.- ¡La que se está armando! Digo... no... que es que a veces pienso en eso de las pistolas... que lo que quiero decir es la que se está preparando! ¿Y dónde estará Florentino?
Doña Marcelina.- Miedoso del todo desde que supo que tú también estás ennoviada con tu canario... pero le has dado tal impacto mental que se ha vuelto hasta románico... digo... romántico... pero es que es más del tiempo románico que del tiempo romántico. Y ahora le ha dado por pasarse horas enteras recitando poemas dedicados a la muerte con pistola o sin pistola pero a la muerte con todo eso del cementerio, la tumba, la noche, la luna negra...
Numeraria.- ¡Qué mal gusto, por Dios!
Doña Marcelina.- Lleva todo el santo día el pelo alborotado, se ha dejado crecer una coleta y ya tiene los ojos más estrábicos que nunca que ya es decir. Tiembla desde que sabe que va a ser todo un líder entre los señoritos regionales, porque ni de tercera división alcanzan a ser algunos señoritos andaluces que más que señoritos parecen pajaritos picoteando de velada en velada y que están más bien a dos velas y esperan a ver qué cae. Además, este Florito se pasa las horas deshojando la margarita para ver si sale que no y se salva. Cada vez que la margarita que escoge dice que sí, lo intenta con otras hasta conseguir que salga que no. Es todo un caso de psiquiatría mentalizada porque... ¡qué manera de mentalizarse para que salga que no!.
Numeraria.- ¡Madre del amor hermoso!
Doña Marcelina.- Y sigue empeñado, emberrenchinado y emperrado con meterse a capuchina. Me acaba de decir, y se lo está diciendo a todos los de Vélez Rubio, Vélez Málaga y comarcas aledañas, que va a ser Sor Capuchina de los Capuchinos.
Numeraria (Alterada).- ¿Y qué es eso?
Doña Marcelina.- ¡No lo sé en realidad, pero debe ser algo aborrecible... esto... no... quiero decir apetecible! Por lo menos él lo ve apetecible.
Numeraia.- ¡Ay, qué miedo! ¡Doña Marcelina, por favor, convenza a Doña Gonzala de una puñetera vez... que ya hasta me estoy volviendo mal hablada de lo mal que habla ella de mi... que se vaya a hacer puñetas al comercio de tejidos del Botijara o que se dedique a vender botijos... pero que ya me deje en paz! ¡Écheme usted un cable si no quiere que yo cablegrafíe un aviso general a mi novio canario que es experto en lucha libre a la canaria y no sabe usted lo fuertes que están los atletas de lucha libre a la canaria!¡Ya empiezo a estar desesperada y como se desespere mi novio algunas se van a desesperar o desaparecer del todo y no quiero decir quienes son pero son Picapica, Doña Gonzala y usted misma y, en este caso y asunto, el orden de los factores no altera el producto! ¡Piense algo antes de que se entere mi canario porque en cuanto se trata de mi honra y honor honoríbilis causa no hay causa alguna que a él le detenga! (Da un puñetazo sobre la mesa) ¿Ha visto usted de lo que soy yo capaz de golpear? ¡Pues él golpea como cien veces más duro! ¡Estoy hasta el moño de todo este lío en que me han metido ustedes tres aunque la más culpable sea Picapica!
Doña Marcelina.- ¡Calla, pequeña mía, que viene Doña Gonzala!
Numeraria.- ¡Elocuencia, Dios mío, dame elocuencia suficiente para convencer a esa bruja!
ESCENA V
Criada, Doña Marcelina, Numeraria y Doña Gonzala entrando por la derecha.
Doña Gonzala (Tendiéndoles las manos a las otras tres) ¿Vosotras? ¿Estáis todas vosotras o falta alguna más?
Doña Marcelina.- Querida Gonzalita, no puedes ni imaginarte lo que yo estoy sufriendo por culpa de Numeraria. Estoy sufriendo mucho... tanto que me estoy muriendo... y hablo tan en serio que es toda una serie... de desgracias.
Doña Gonzala.- Pero... ¿por qué la haces sufrir tanto, Numeraria? ¿No ves que vas a ser tan feliz junto a mi amado hijito de mis riñones?... esto... quiero decir de mis solomillos... que no... que es la emoción... de mi alma... quiero decir de mi alma y de mi corazón ambas cosas a la vez.
Numeraria.- ¿Eh? ¿Qué dice usted? ¿Está bien de sus mochales so mochuela? Escuche bien, Doña Gonzala, estoy hasta el moño y es la segunda vez que lo digo hoy y a la tercera va la vencida porque no hay dos sin tres y todo eso que se dice en las tertulias taurinas en el cortijo de Tita Saboya, de esta horrible pesadilla... ¡que menuda peladilla... esto... peaadilla es todo esto y lo demás y usted bien sabe a lo que me refiero con lo de demás que ya está por demás decirlo más veces!. Usted sabe o por lo menos debería saber que mi honor es un patrimonio intocable... o sea patrimonio cultural universal según la Unesco... y, por consecuencia y a manera de ser ya todos consecuentes, no permitiré que su hijito me toque ni un miligramo de célula alguna porque soy pluricelular para que usted se entere... ni aunque se me ponga de rodillas. Y yo, a cambio de su liberación que consigue obtener no casándose conmigo, pierdo para siempre de vista a su Florito y perdone que cite a su Florito pero es que hasta se me aparece por las noches en forma de fantasma desde que pienso en la parejita que me sueña hacer en el primer asalto. Pero que sepa que no estoy dispuesta a que mi honradez esté tan estroepada por su culpa y quiero que se quede limpia para siempre o le limpio todo lo que tenga que limpiarla a través del juzgado de guardia que para eso soy amiga del guardia del juzgado.
Doña Gonzala.- Bueno, Numeraria, sé que es usted virgen pero eso tiene fácil arreglo...
Numeraria.- ¡El mejor arreglo que tiene eso es que me olvide usted de una vez por todas ya que yo no soy mujer de primero, ni de segundo, ni de tercero ni hasta de cuarto plato para su amado hijito!. No tengo nada de primera, ni de segunda, ni de tercera ni de cuarta porque soy de regional no preferente para su Floripondio... que quede bien entendido esto. Deje ya de brujulearme tanto con el brujulón de su amado hijito, que ya estoy perdiendo la brújula pero que ni me caso con él ni soñando que es mi ángel de la guarda y guárdese usted bien guardada si se entera mi canario de todo esto que angelito es un angelito hasta que se vuelve, de repente, demonio. ¡Demonios! ¡Ya está bien de tanta gana de ganeta!
Doña Gonzala.- Pero no te enfades tanto, mujer; si tú eres... y cuando pille a Picapica la pico bien picada... mi amada Numeraria... y sólo quiero lo mejor para ti.
Numeraria (Abrazando a Doña Gonzala).- ¡Gracias a Dios que ya me entiende, so bruja! ¡Qué alegría más grande me da usted! ¡Es que ya me estaba dando cargo de conciencia no abrazarla a usted de todo corazón por el buen corazón que tiene usted para conmigo!
Doña Gonzala.- Lo malo de todo esto es que no va a poder ser.
Doña Marcelina (Aterrada).- ¿La has matado ya?
Doña Gonzala.- Todavía no he podido encontrarla,.
Numeraria.- Entonces... ¿por qué no deja que sea yo la que le saque la lengua?
Doña Gonzala.- Porque, en primer lugar, sacar la lengua a una persona tan revieja es de mala educación y, en segundo lugar, porque yo soy la frustrada. Con el fracaso de esta boda esa Picapica se ha llevado consigo todo lo demás. Figúrate que me han desparecido un salero, dos cucharas de alpaca, una ensaladera para ensaladillas rusas procedente de Rusia, un mortero de machacar ajos y cebolletas, un escurre lechugas... ¡lechugas!... ¡he dicho lechugas1... y vaya usted a saber cuántos cacharros más. ¡Es una chamarilera cacharrera! ¡Te digo yo que es solo una chamarilera cacharrera que ahora quiere hacer negocio con los recuerdos de mi tatarabuela que me tocaron de herencia el año pasado! Se ha llevado mis cacharros y todo lo demás.
Numeraria.- ¿Qué quiere usted decir con eso de todo lo demás?
Doña Marcelina.- ¿Qué quieres decir, Gonzalita?
Doña Gonzala (Riendo ladinamente).- Sí, mujer... ¿no te acuerdas, Marcelina?... Tú, Picapica y yo íbamos detrás de la criadita hispanoamericana por eso de hacer patria y esas cosas de oradores como Castelar... y bueno... como la hemos perdido las tres, por culpa de ese tal Solitario que se la ha hechado de novia antes de que la toque nadie, ha puesto los pies en polvorosa o rosa de polvo... que ya no sé ni donde tengo mis cabases... esto mis cabales.. pero que también se ha llevado mis cabases porque no los encuentro en el cuarto de costura de Florentinín... dejando mi nombre por los suelos que hasta de fregona me ha pueto por ahí diciendo que yo soy una fregona más ilustre que la de Cervantes. 
Doña Marcelina y Numeraria (Las dos al mismo tiempo).- ¡Qué ha huído!...
Doña Gonzala.- ¡Ha huído para echarme toda la culpa a mí sola!
Doña Marcelina.- Pero si no es posible que se ligue a una chavala como la criadita un adefesio como ella... ¿cómo se le ha ocurrido intentar quitársela a Solitario?
Numeraria.- ¡No se da ni cuenta de que eso es más difícil y más imposible del todo que poner en órbita alrededor de Saturno a la luna lunera cascabelera! ¡Y como la encuentre Solitario vaya que si la casca pero la casca del todo! ¡Ese Solitario es capaz de ponerle un cohete en cierta parte trasera de su anatomía músculo grasienta y hacerla amerizar no en América sino en Marte si la encuentra un día martes o en Júpiter si la encuentra un día jueves. Si la encuentra cualquier otro día de la semana... sea Semana Santa o sea semana no santa... la pone en órbita alrededor de Plutón como si fuera un bólido de plutonio!. Que si la encuetra vaya que si la casca Picapica pero la casca del todo para que no vaya más por ahí cascando lo que no debe cascar.
Doña Gonzala.- En aeroplano... ¡yo quiero huir en aeroplano!
Doña Marcelina.- ¡Atiza! ¡Vaya revelación!
Numeraria.- ¡Vaya par de trío de brujas! ¡Esto es mayor canallada que la que querían hacer conmigo!.
                         
Doña Marcelina.- ¡Nada de trío que parece usted trianera! ¡Qué par de sinvergüenzas esa Picapica y usted misma, Doña Gonzala!. ¡Como le pille Solitario la empala, Gonzala y hala hala y hala... que la va a convertir en una impala! Y como no sabe usted ni tiene idea de lo que es una impala busque con una pala a ver si se empalaga con otra de Málaga... pero no conmigo que hoy no es domingo!
Numeraria.- ¿Acaso esto es lo que llama formalidad entre los de su alta clase del quiero y no puedo y no puedo aunque quiero aparentar que lo soy, Doña Marcelina? ¿Sabe usted que se dice un impala macho o un impala hembra y no una impala?
Doña Gonzala.- ¡Cálmate un poco, preciosa Numeraria! Si no fuera porque el precio no es precioso que se diga ahora me iba directament a la botica a comprar un calmante! ¡Cama! ¡Cama!... perdón... quiero decir calma... calma...
Numeraria.- ¿Cómo se le ocurre a usted pensar que yo voy a ir a la cama con usted, so bruja rebruja y contrarebruja? Eso no se le dice a una chavala guapa y bullanguera como yo. Ya sabe que tiene a Solitario como enemigo nomber uan que en español, para que aprenda un poco de inglés y así aprende algo de todo este follón que se ha armado, quiere decir número uno (A Doña Marcelina) ¡Vaya usted también arreglándose el cuerpo... aunqe sea un poquito nada más... porque usted es la tercera que tiene apuntada en la lista... so lista... que es usted más lista que Alberto Lista, el escritor sevillano que escribió aquello de "El sueño" y a ver si despierta ya de su sueño porque está usted más soñada que una lirona... o quizás un lirón... porque esto es hasta para cantarlo acompañada de una lira y si quiere seguir delirando váyase de nuevo a Italia... qué buenas liras hay por allí según cuenta usted a todo el mundo!.
Doña Marcelina (Aparte.).- (¡Menos mal que no está Solitario invitado y a ver si no se nos aparece de bote o rebote porque esto es ya para botar y rebotar del todo) ¡Ya... ya...! ¿Hay alguna caballa que me lleve hasta Cazalla?
Doña Gonzala.- ¿Que se va usted montada en una caballa hasta Cazalla de la Sierra?... ¡Quiá de quiá que esto todavía no se cierra! ¡Ná del "Casi Ná"! Tómese todas las copas de cazalla que desee que o nos salvamos todas o no se salva ninguna!. En cuanto a tí, Numeraria, es un honor ver de nuevo el renacer de tu honra casándote con mi Florito... porque sigo deseándola... esto... que tonta soy... quiero decir deseando con todos mis deseos ardorosos... quiero decir amorosos que se case usted con él a todo escape y no se me escape.
Numeraria.- Pero... ¿otra vez con esta enfermedad de loca, Doña Gonzala? ¡Que no! ¡Que yo lo que quiero es aplazar esta boda sine qua non que quiere decir para siempre porque no cambio a mi canario por su mariposa porque me gustan más los pájaros que los insectos! ¿Me ha comprendido ya del todo esta vez? ¡Que yo no quiero casarme con ningún nacionalizado de Jululandia porque, en ese caso, preferiría a uno de Finlandia o incluso de Groenlandia!
Doña Gonzala.- Mira, Numeraria... ¡no quiero enfadarme de verdad!... ¡¡no quero enfadarme de verdad!!... ¡¡¡no quiero enfadarme de verdad!!!. La vida está llena de sorpresas y sorpresas nos da la vida. !!!Me cachis en la mar!!! ¡¡¡Tú te casas con mi amado hijito Florito!!!
 
Doña Marcelina.- ¡Gayos y centollos... quiero decir rayos y centellas.. pero es que suelta usted unos gayos como centollos cuando levanta tanto la voz! Está bien... ¿por qué no alargamos otra vez el plazo para que esta boda se celebre con toda celebridad y con un poco más de cerebridad que para eso tenemos el cerebro digo yo si no es mucho decir?
Doña Gonzala.- Yo no la estoy poniendo un puñal en el pecho. ¡Ven a mi pecho, preciosa Numeraria! Por supuestísimo, como dice el mariquita de Alfonsito Peginés, que... vamos a ver... vamos a ver... es que sin mis quevedos no veo nada... el almanaque del comercio del frutero de abajo... que mire usted qué buenas modelos salen en el dichoso almanaque, Doña Marcelina... esto... no... a lo que íbamos... que la boda puede celebrarse el día en que el cuerpo de Numeraria... ¡y buen cuerpo que tiene madre santísima!... esté preparado para este sacrificio. Pongamos, por poner algo, dentro de dos meses. 
Numeraria.- ¡Oiga... que mi cuerpo es mi cuerpo y su cuerpo es su cuerpo y el cuerpo de las demás es el cuerpo de las demás! No tengo yo tantos deseos de sacrificarme todavía y la fecha que ha puesto no me parece propicia porque a lo mejor llueve o a lo mejor no llueve y ante eso de no saber si va a llover o no va a llover dentro de dos meses... ¡pues que no me da la real gana de casarme con el Señorito Florentino de las narices que ha sacado las narices de usted y eso que parece hasta imposible sacar unas narices tan grandes! Con más claridad... ¡¡¡No quiero casarme con un maricón!!! Para que vea que yo también sé gritar cuando pierdo los nervios tanto o más que usted.
Doña Gonzala.- ¿Estás queriendo darme a entender que no te gusta mi Floripondio?
Numeraria.- Pero... ¿es que es usted sorda o es tonta o es sorda y tonta al mismo tiempo? ¡Ya no sé cómo decírsdelo más claro y mire usted que todos los de Vélez Rubio, Vélez Málaga y comarcas aledañas lo tienen ya claro!
Doña Gonzala.- ¿Tampoco te apetece que sea para dentro de tres meses?
Numeraria.- ¡No me haga usted cogerla por el pescuezo por este caprichito de casarme con lo que sea! Lo que sea a mí no me interesa porque yo quiero casarme con algo que sepa lo que es... ¿me ha entendido ahora?. Le estoy hablando de mujer a mujer o de mujer a lo que sea y con esto ya lo he dicho todo. ¡No me quiero casar con una mariposa sino con un canario!
Doña Gonzala.- Te hago la mejor oferta de tu vida. Elige tú la fecha que quieras y te doy de plazo hasta diez años si es necesario y sin intereses simples ni compuestos, querida Numeraria.
Numeraria.- ¡Que no soy su querida ni nunca lo voy a ser... cosa... esto hombre... esto mujer... esto lo que sea! Ni borracha, tía rollazo, que tiene usted más rollo que las películas de cine que vaya rollo que son, por cierto, y haciendo un impase en nuestrea charla... ¿Por qué no se va usted al igual que se ha ido Picapica... o sea... montada en una escoba?.
Doña Gonzala.- ¡Ha huído! Eso es indudable.
Numeraria.- Pues entonces hay una prueba más que suficiente, aunque con un poco más de benegnidad podríamos pasar del suficente al notable o incluso al sobresaliente como hacen en las Universidades de toda España, para suspender, porque también ponen suspensos en todas las Unviersidades de España, la boda o bodorrio o vaya bodrio, porque sin la persona de Picapica haciendo acto de presencia de invitada de honor entonces todo se queda sin honor y no se puede efectuar la boda, el bodorrio o el bodrio, Doña Gonzala.
Doña Gonzala.- ¡Por la Virgencita de los dolores de mi Florito, no me seas tan exagerada!
Numeraria.- Comprenda usted, Doña Gonzala, que tengo que limpiar mi honra aunque usted no me sea honrada porque de honras sabe menos que lo de más vale bodas sin honras que honras sin bodas... bueno... se duice barcos... pero como boda también se escribe con b de burra...
Doña Marcelina.- Hombre... digo mujer... mira Gonzalita que en esto Numeraria lleva algo de razón razonable y razonada con toda la razón de la razón y razonando usando la razón...
Numeraria.- ¿Lo vé cómo es verdad, Doña Gonzala? Deje ya tanta razón aparte, Doña Marcelina. Asi que, Doña Gonzala, mate usted primero a Picapica y luego, después, ya dejamos la boda para dentro de dos milenios.
Criada (Desde la puerta).- La bruja Picapica.
Doña Gonzala.- ¿Qué? ¿Quién? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Por qué?
Criada.- Que ha venido la bruja Picapica con sus polvos de picapìca que te pica y pica... quiero decir... con los polvos de la madre celestina... que esto me suena a La Celestina de Rojas. Esta es otra cartita suya.
Doña Gonzala (Toma la cartita y lee).- ¡Picapica! (Muestra la carta a las otras dos)
Doña Marcelina y Numeraria (tras leerla también).- ¡¡Picapica!! (Numeraria se sienta en una silla).
Doña Gonzala.- Se conoce que está aterrorizada (A la criada) ¿Dónde está ese esperpento?
Criada.- Aguarda en la antesala porque es así de salerosa cuando va de antesala en antesala por cada sala de cada gala... a la que acude por ver si pica y pica. Debe encontrarse con diarrea porque tres veces ha ido ya al water y dice que no hay tres sin cuatro o no sí si hadicho que hasta cinco. Está más pálida que nunca que es como decir casi imposible de lo pálida que está por naturaleza o por vicio o por vaya Dios a saber por qué... y le tiembla hasta el esternón y el esternomasdoideo. Me ha pedido una jarra bien llena de tila. Esto... cuando le he llevado la jarra llena de tila he visto que viene con un bastón más gordo que la tranca que usa el Sebastianico para sacudir a las cerdas... esto... a los cerdos... bueno... a los cerdos y a las cerdads cuando se descarrían un poco.
Doña Gonzala.- ¡Ah, canalla! ¡Está dispuesta a molerme a palos!
Criada.- ¿Es que es usted una cerda o un cerdo? ¿Se puede saber ya de una vez por todas cual es ese asunto por el que viene a molerla palos? Algo o mejor dicho alguien tiene que ser la causa de ese odio tan mortal que se ve reflejado en los ojos de ella y en los ojos de usted... que parecen dos cachas luchadores de cach a punto de descoyuntarse el uno contra el otro. ¿Es algún asunto relacionado con la cocina?  
Doña Gonzala.- No es conveniente ni prudente decírtelo... no vaya a ser que se entere...
Criada.- Que se entere... ¿quién?... mi novio Solitario siempre me dice que cuando alguien se entera de algo alguien paga las consecuencias pero... claro... se refiere solamente a cosas relacionadas conmigo... así que supongo que no será él quien no es conveniente que se entere. Picapica ha dicho que antes de o después de... y supongo que quiere decir antes de darse la noticia o después de darse la noticia... que a lo mejor se refiere a la boda de Numeraria con su hijito Florito o a lo peor se refiere a otra cosa que ni me lo sé aunque lo sé... quiero decir que lo sé pero no lo sé... bueno... que antes o después de lo que sea viene a molerle a palos de tal manera que se va a creer usted que está en Palos de Moguer o Palos de la Frontera... con Marruecos por supuesto. Yo no sé, o si lo sé no tengo por qué decirlo porque quien calla otorga, qué asunto sea ése pero huele algo repugnante... y me refiero a que parece que en la cesta trae unas cuántos zorrillos muertos; así que me parece que esto es cosa de pintores como zorrilla porque alguna zorrilla o más de una zorrilla debe estar implicada en el asunto.
Doña Gonzala.- ¡Basta, basta y basta ya! ¡Díle que pase si se atreve a pasar pero que deje la cesta en la antesala porque zorrillas ya hay bastantes aquí! 
Numeraria.- Con Picapica incluída yo cuento hasta tres. Una, dos y tres. Pero... ¿La va usted a recibir para darle una paliza ella a usted o usted a ella?. Y que conste que lo de la paliza lo digo en el buen sentido de la palabra porque yo en cosas de palizas sólo me las doy con mi canario. Bueno. ¿De verdad se van a pelear en público?
Doña Gonzala.-¡Qué remedio queda! ¿No has leido la carta en la que dice que está dispuesta a contarlo todo?
Numeraria (Aparte a Doña Marcelina).- ¡Estoy aterrada! ¿Por qué quiere contarlo todo esa tía tan bruta que es más bruita que un arado en un campo de cebolletas?
Doña Marcelina.- (No me llega el camisón inglés ni a las ingles)
Doña Gonzala.- ¿Alguien ha hablado algo de un inglés? Pasad todas a la habitación de al lado, la que está adornada con cuernos de caza ingleses y limitaos a escuchar, oír y memorizar solamente, y por piedad, Numeraria, tranquilízate oigas lo que oigas. Hay té inglés en la tetera. Doña Marcelina, si es necesario, sujete usted a Numeraria pero bien sujetada.
Doña Marcelina.- Descuida, Gonzalita, que con mucho gusto la abrazo... esto... no... quiero decir que la sujeto porque Numeraria no se escapa (todas, excepto Doña Gonzala, se van por la parte derecha).
ESCENA VI
Doña Gonzala y Picapica.
Picapica (Entrando).- ¿Da... da... da... dada... dada usted su per... su per... su perfume que huele que apesta... quiero decir... su permiso?
Doña Gonzala.- ¡Adelante, adelante princesa de Éboli, que es usted más intrigante que la famosa tuerta Ana Mendoza de la Cerda mejorando lo presente! ¡Así que mis perfumes huelen que apestan!... pues debo decirle que parece usted toda una princesa de las que pintaban en el Antiguo Egipto, de lo antigua que es usted, por la cantidad de potingues de color bermejo que lleva encima! (¡Dame calma, Dios mío, no sea que me de una tentación antes de tiempo!) (Coge la pistola)
Picapica (Intentando ser amable).- Muy buenas... ¡¡Diablos!! (Se retira en seguida al ver a Doña Gonzala con la pistola en la mano)
Doña Gonzala.- Pero... ¿qué hace usted, vieja revieja? (Alto) ¡Acérquese usted a mi con el bastón para meterme miedo que el miedo se lo voy a meter yo a usted poco a poco!
Picapica.- ¡Papa... papa... pa... pasaré adelante... sí señora hombrona; pe... pe... pepe.. pero sin miedo es imposible! Como comprenderá señora ra... ra... que parece usted al dios Ra ya que habla del Antiguo Egipto porque usted también es de esa época... esto... señora rabiosa... que es... es... esto si la envidia fuese tiña... pero tiña tiña de verdad... usted sería... seria... señora seria... pero que muy seria...esto... sería usted la más tiñosa del universo. Doña Gon... Doña Gon... Doña Gonzala...
Doña Gonzala.- Su atrevimiento es mucho peor pero ya la ajustaré yo lo que tenga que ajustarla que hasta los faldones se le están cayendo al suelo. Usted se ha aprovechado de mi notable... bueno digamos que sólo aprobadillo nada más... condición de señora de la nobleza andaluza y ahora quiere decir cosas abejorras... esto... aberrantes... sobre mí. Pero antes de que diga algo más deje que yo le diga algo menos que es usted más menos que más más.
Picapica.- Doña Gon... Doña Gon... Doña Gonzala... yo le agradezco su... su... su... esto... esto... esto... eso... eso... eso... aquello... aquello... aquello... pero su... su... suelte usted esa pistola que se le pu... pu... puñetas... que se le puede disparar sin querer.
Doña Gonzala.- Abrevie usted su discurso que no ha sido nombrada miembro... digo miembra... de la Real Academia de la Lengua... y a ver si acorta el período... digo el tiempo de su oratoria porque esa tartamudez y su lengua... que vaya que le saco la lengua ahora mismo... no están muy sintonizadas del todo en el día de hoy.
Picapica.- Lo que le quiero decir es que la agradezco sus bondades por haberme hecho partícipe de sus deseos.
Doña Gonzala.- Nada tiene para poder probarlo. Asï que cumpliré con mi deber. Hable por esa lengua de víbora... antes de que yo le saque la lengua a usted... pero quiero que confiese que todo lo que va diciendo de mí es verdad... digo... es cierto... digo... es verdadero... digo... ¡¡¡es falso, caramba!!!
Picapica (Cayendo de rodillas a los pies de Doña Gonzala).- ¡Ay, ay, ay, Doña Gonzala... escúpame todo lo que quiera pero no me saque la lengua que está muy feo y de muy mal gusto en nuestra clase social o lo que decimos que es nuestra clase social!. ¡Escúpame si quiere en la cara pero no me saque usted la lengu a mí que está muy mal visto en personas mayores porque eso sólo lo hacen los niños y las niñas! Pero usted tiene mucha cara. Dispare ya la pistola y máteme a la primera porque si no me mata a la primera yo la desencuaderno por completo a usted a la segunda con mi garrote.
Doña Gonzala.- Espere, amiga Picapica, eso no nos llevaría muy lejos a ninguna de las dos. ¿Lo comprende?
Picapica.- Pues entonces deje ya esa pistola  y a ver cómo hacemos para que parezca que todo esto es una mentira aunque usted y yo sabemos que es una verdad. ¿Cómo hacemos con tal de seguir mintiendo? La verdad es que todo este lío se lo merecen las chavalas guapas y bullangueras porque nosotras somos muy buenos buitres carroñeros esto... no... que ellas son aves del paraíso... esto... bueno... ¿seguimos mintiendo?
Doña Gonzala.- ¿Qué me estás proponiendo?
Picapica.- La verdad es que si nos sale todo bien... que lo dudo porque Solitario no duda de lo que quiere... quizás no tengamos que decir la verdad aunque todos ya sepan la verdad. En definitiva, hoy podemos intentar hacer parecer... callando de decir la verdad... que la única culpable es Doña Marcelina. ¿Te complace el plan, Gonzalita? ¿Cómo me califica ahora?
Doña Gonzala.- Se califica usted misma con lo que es usted misma: una zorra. Pero me complace porque yo también lo soy. Echemos la culpa a Doña Marcelina.
Picapica.- Entonces, escuche bien usted, so raposa vestida de rosa... ¡y qué bien le sienta el vestido rosa!... pero que conste que usted es más zorra que yo. ¿Por qué no aducimos... o sea... decimos para que usted lo comprenda mejor porque es más bien corta de palabras cultas... que Doña Marcelina está loca?
Doña Gonzala.- ¿Que Doña Marcelina está loca? ¿Quién se va a creer eso si resulta que es verdad y todos ya lo saben?
Picapica.- Ya saben todos  y todas que Doña Marcelina está loca pero yo quiero decir que digamos que está loca de atar y si  no es así yo me encargo de que esté loca de atar desde hoy mismo; porque, para que lo sepas, siempre he sentido mucha aversión a ella... quiero decir odio para que lo entiendas porque eres muy corta en esto de las palabras cultas... al igual que siempre he sentido amor por la criadita... esto... ¡vaya!... ¡que se me va la olla por culpa de Tita Saboya!... esto... ¡qué potaje mental tengo!... bueno... ¿conviene o no conviene?.
Doña Gonzala.- Entonces... ¿quieres decir que este Club de Las Chismosas es en realidad el Club de Las Tres Brujas?.
Picapica.- Usted sí que sabe, Doña Gonzala. Lo que intento hacerle entender es que digamos que Doña Marcelina es la más bruja de las tres... esto... no... eso es imposible saberlo... porque si medimos la cantidad de bruja que tenemos las tres... andamos... y mira que andamos mal por cierto... que parecemos patos mareados... dig patas mareadas... más o menos apareadas... esto... aparecidas... esto aprarcadas por falta de uso... esto... ¡¡Ya no sé ni por dónde iba!!. Esto... si... iba por lo de echarle toda la culpa a Doña Marcelina. ¡El único objetivo de nosotras tres era ligar con la criadita! Pero abra usted bien sus orejones... que se parece usted a los orejones de las Américas...  y no me haga gritar tanto por si acaso... por si acaso... porque Solitario no es tan solitario como parece y tiene mensajeras por todas partes... ¡y ay como le ponga yo la mano encima a Menudita!. Entonces, a lo que íbamos, que decimos que la  única que quería ligar con la criadita hispanomaericana era Doña Marcelina y santas pascuas tengamos todas.
Doña Gonzala.- ¿Y se va a salvar Numeraria?
Picaìca.- Es que Numeraria ya lo sabe todo. Es mejor no obligarla a que se case con el maricón de su amado hijito y así poder comprar su silencio. ¿No se ha dado cuenta usted, Doña Gonzala, que Numeraria la está a usted obligando a ser esperpéntica... pero esperténtica valleinclana del todo, por alguna razón oculta? Creo que todo esto lo han tramado las chavalas guapas y bullangueras del Club de Las Burladas.
Doña Gonzala (Moviendo pesadamente la cabeza).- ¿Qué me está usted pidiendo? Que Numeraria no se case con mi amado Floripondio... esto... Florito... esto Floro... esto Florentino... me produce un escalofrío pero bien frío del todo.
Picapica.- Pero... ¿no se da cuenta de que a Numeraria no le gusta nada pèro nada de nada el Señorito Florentino porque ha dicho que si fuese Silencioso sería otra cosa? ¡Bien claro ha dicho ya en público la diferencia que hay entre Silencioso y su amado Floripondio!¡Todo ha sido una broma de las jovencitas guapas y bullangueras del Club de Las Burladas para darnos una lección inolvidable!
Doña Gonzala.- ¡Pero esas jovencitas se han vuelto todas locas de remate!
Picapica.- No. Las que estamos ya para el remate somos nosotra tres. Hemos sido las víctimas de nuestros propios juegos sucios y ellas, respaldadas por él, sólo han aplicado justicia nada más. Eso le pasa a usted porque usted no supo escucharme a tiempo.
Doña Gonzala (Con ansiedad).- ¡Qué ansiedad, pero qué ansiedad tengo! ¡Elabore usted ya mismo un plan para culparla! Algo coherente contra Doña Marcelina pero que no sea coherente del todo.
Picapica.- Ante todo tiene usted que abrir los ojos del todo y por todas... esto... no quise decir por todas... sino por todo este asunto. Quien escribió la carta de Numeraria no fue Numeraria sino Solitario; porque Solitario siempre supo que queríamos quitarle, entre nosotras tres, a su novia.
Doña Gonzala.- ¿No la escribió la canalla de Tita Saboya?
Picapica.- Eso es falso porque, diciendo verdades verdadera, la verdad es que las canallas somos nosotra tres. En cuanto al tema, Solitario imitó la letra de Tita Sabohya, yo intercepté la carta y la cambié por la mía, pero me he enterado de que alguien está escribiendo todo lo relacionado con este asunto y, si no me equivoco, el que está escribiendo todo lo relacionado con este asunto es el mismísimo Solitario. Solitario está escribiendo sobre nuestras sucias costumbres.
Doña Gonzala.- ¡Ay, que me da... que me da... que me da otra vez el soponcio y es la úlitma vez que se me ocurre comer sopa de letras... porque vaya soponcio me está dando! ¡Eso quiere decir que estamos perdidas! ¿Qué mentira podemos inventar ahora para hacerel creer que sólo ha sido cosa de Doña Marcelina? (Vuelve a apuntar con la pistola a Picapica).
Picapica.- ¡Pero quiere quitar ya esa dichosa pistola de mi cabeza, Doña Gonzalona, que es usted más brava que el Don Gonzalo González de la Gonzalera de José María... ¡y que José y María intercedan por nosotras... de Pereda y Sánchez Porrúa!. Que vaya costumbre ha cogido usted con usar pistolas. De tal palo tal astilla y mire que empiezo a hacer pucheros.
Doña Gonzala.- Nada de pucheros fuera de lugar y a destimepo, a deshora y a desminuto... te juro que si no conseguimos engañarle te mato bien matada y rematada que pienso rematarte del todo hoy mismo.
ESCENA VII
Doña Gonzala, Picapica, Numeraria y Doña Marcelina.
Numeraria (Apareciendo por la izquierda).- He oido todo, Doña Gonzala. Así que sé ya toda la verdad.
Doña Gonzala (Aterrada).- ¿Qué? ¿Quién? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Por qué?
Doña Marcelina (Apareciendo también por la izquierda).- Numeraria está diciendo una verdad más grande que el templo de Salomón y mire usted que el templo de Salomón era mucho más grande que su birria de chalé, Gonzalita. ¿Así que queríais hacerme pasar como la única culpable?
Doña Gonzala.- Pero... ¿qué está diciendo esta Numeraria? Es una mentirosa más mentirosa que nosotras tres juntas porque dice la verdad. Esto... que me confundo... quiero decir que es una aprovechada que sólo desea casarse con mi Florito inventando historias falsas para hacerse la importante y así deslumbrar más a mi hijito del alma mía y del alma del patrón de los burros como mi pobre Floripondio, que me parece que es San Antonio de La Florida.
Doña Marcelina.- A ver si no se me va a otras partes, mi querida Gonzalita. No es de La Florida sino Abad; o sea, que nos vamos a tener que ir a una abadía para escapar de este follón que ha liado Picapica. ¡A mí no me dejáis sola ante el peligro como si esto fuera una película del Oeste! Las tres tenemos la culpa porque las tres buscábamos a la misma... esto... no Numeraria... quiero decir lo mismo... y espero que lo mejor es que todas guardemos silencio. Como Numeraria ya lo sabe sabrá que todo esto es horripilante. Luego también le conviene guardar silencio.
Doña Gonzala (Enloquecida).- ¡¡¡No, no, no y más que no!!! ¡¡¡Yo digo que no, no, no y más que no!!!. Digamos que todo esto lo ha tramado Numeraria y así nadie nos creerá... esto... digo yo que así nadie la creerá a ella.
Numeraria.- ¡Muy buena idea, Doña Gonzalona que parece usted que lleva puestos los galones de sargento! Así que ahora quiere usted hacerse la víctima y decir que yo he enamorado al Señorito Florentino porque tengo intereses ocultos... ¿verdad?... pero todos ya saben que los intereses ocultos son los que usted obtiene del Banco Rural gracias a los enchufes que tiene por todos los Departamentos del Banco.
Doña Gonzala.- ¿También sabes eso? O sea... ¿que sabes la verdad de toda la verdad?
Doña Marcelina.- Las bandidas han sido Tita Saboya, Pepa de La Mancha y Torrijeña. Nos la han jugado muy hábilmente porque tienen más habilidad que nosotras tres. Ellas son tres pero están mucho mejor que nosotras tres en cuanto a todo, en cuanto a edad, en cuanto a físico y en cuanto a cerebro. Si no me equivoco hemos sido víctimas de sus bromas. ¡Casi ná lo que han descubierto a través del "Casi Ná"!
Doña Gonzala.- ¡Dios mío! ¡Santísima virgen de los dolores de mi amado hijito! ¡Hay que impedirlo!
Numeraria.- No puede ya nadie impedirlo pues debe usted saber que a las brujas como Picapica y ya sabe a qué dos brujas más me estoy refiriendo, les tiene declarada la guerra Solitario. Solitario lo sabe todo. Es cualquier cosa menos un cobarde y por eso está contratado por nosotras, las chicas guapas y bullangueras del Club de Las Burladas, para darnos soluciones y, de una vez por todas, acabar con esto de ser siempre nosotras las engañadas.
Doña Gonzala.- (Iracunda, violenta, temblorosa).- ¡¡De manera que hemos caído en la trampa!! ¡¡De manera que todo ha sido una burla!! ¿Y sólo por el placer de hacer justicia para con las víctimas inocentes? ¡Ese Solitario es cien veces un infame! ¡Diremos que está loco por culpa de todas vosotras! ¡¡No!! ¡¡No es posible que crea nadie que lo hace sin pedir nada a cambio!! ¡¡¡Le voy a deshonrar delante de toda la alta sociedad del pueblo y las comarcas colindantes!!!
Doña Marcelina.- ¡Doña Gonzala no se me pierda por los cerros de Úbeda que están en Jaén y vuelva a Málaga! En este pueblo los chismes corren más que las chinches y vaya cantidad de chinches que tiene usted en el pelo ahora que me fijo con todo detalle. Se olvida usted de un detalle. Que se olvida usted del pequeñísimo detalle de que en este pueblo y en todas las comarcas aledañas ya todos y todas saben la verdad. Somos chismosas a rabiar, feas a más no poder, más pérfidas que las arpías de la antigüedad clásica porque somos más clásicas que Homero y más reviejas que la Reina de Saba pero con sabañones hasta en los riñones, materialistas de la materia orgánica, inorgánica y todo lo que sea material desechable y no desechable porque no desechamos nada que podamos pillar por aquí y por allá, y con más alevosía que la Princesa de Éboli porque solo nos falta ser tuertas para estar bien completitas... que parecemos tres fotogramas de una película de terror.
Doña Gonzala.- No podrá demostrar nada. ¡Yo mato antes a Picapica y decimos a todos y a todas que ella era la única culpable!
Doña Marcelina.- ¡Despierte ya, Doña Gonzala! ¡Hemos caído todas juntas y todas juntas hemos caído y valga la redundancia que tres eran tres las hijas de Elena la de la melena que paseaba por todo Vélez Rubio orgullosamente diciendo que era rubia cuando todas sabíamos que era una castaña... o sea más castaña que nosotras tres juntas... quiero decir... que se me va la olla por culpa de Tita Saboya... esto...no... que o hemos caído todas juntas o todas juntas hemos caído... y valga la redundancia que tres eran las hijas del rey y no sé ni de qué rey estoy hablando pero da lo mismo lo mismo da.
Doña Gonzala.- No puedo y poder no puedo, no debo salvo la enorme cuenta que tengo pendiente de saldar con el carnicero del barrio, y no me da la real gana de perder. ¡Cómo se han atrevido a burlarse de mi amado hijito por el que tanto he consagrado mi vida de renunciación salvo renunciar a los céntimos que consigo que me den en el Banco Rural por comisiones y corretajes y... ¡¡¡voy a quitarme la correa y veréis todas lo que es bueno porque es bueno quitarse la correa cuando el estómago aprieta más que la avaricia de coger todos los céntimos de comisiones y corretajes del Banco Rural y aún sabiendo yo bien sabido que mi Florentino sólo es un gilipuertas. Mejor es que que se quede solterón de mucho porte... algo así como el picaporte de la puerta de mi habitación privada que me priva un montón verle ya solterón.. pero yo ahogo a alguien para poder desahogarme. ¡Voy  a hacer pasar a mi Florentino como que es el salvador de la criadita que estaba siendo acosada por Solitario y así le echamos la culpa de todo a él! Es imposible de creer pero a lo mejor cuela.
Doña Marcelina.- Ers fabulosa, Gonzalita.
Doña Gonzala.- ¡Hay más! ¡¡Hay más!! ¡¡¡Hay más!!! Y donde hay más allí estoy yo. Quiero ir eliminando a todas y cada una de las jovencitas guapas, alegres y bullangueras. Entededlo bien. Es por bien de todos y todas. No me importa gastarme unos veinticinco céntimos por cada una de ellas hasta quen no quede ni la más mínima buena reputación de todas y cada una de ellas. Cuando todo el pueblo vea lo que soy capaz de hacer, deshacer, volver a hacer, volver a deshacer... esto... ya no sé ni lo que quiero... pero todos y todas guardarán silencio cuando vean mi obra de arte.
Doña Marcelina.- ¿Es que también es usted artista? Vamos a la realidad, Doña Gonzala. ¡Es demasiado! ¡Es imposible!
Doña Gonzala.- ¿Quién dice que es demasiado si para mí nunca es demasiado la cantidad de céntimos que recojo todos los meses como comisiones y corretajes bancarios? ¿Quién dice que es imposible cuando yo soy la primera que veo que es imposible? Soy una vieja bruja y además bien ridícula por cierto. Eso ya lo sé y no hace falta que me lo diga nadie más tantas veces; pero nadie sabe hasta el punto al que puedo llegar.
Doña Marcelina.- ¡Qué espanto de mujer!. Va a hacer usted el ridículo más espantoso...
Doña Gonzala.- Ya he hecho el ridículo más que suficiente; pero no tengo todavía suficiente con el ridículo que he hecho. Buscaré a todas las jovencitas guapas, alegres y bullangueras, y las iré hipnotizando... esto... quiero decir hipotecando... hasta que pierdan todo lo que tengan hipotecado en el Banco Rural. Lo que tengo que lograr conseguir es la manera de poder eliminarlas a todas. Yo todavía no renuncio a ella.
Doña Marcelina.- ¡Está usted más ida que mi tocaya la gallina Marcelina que se me escapó hace una semana exactamente y me parece que se ha ido del todo! Si sigue así vamos las tres directamente a la horca.
Doña Gonzala.- ¡¡¡¡Si, sí y sí!!! Estamos a punto de ser ahorcadas. Pero yo no voy a permitir que nadie suspenda la boda de mi Florentinín el tontín con la lista de Numeraria.
Doña Marcelina (Mirando a Numeraria con fingida mirada de compasión).- ¡¡Gonzala!! ¡¡Está totalmetne loca de atar!! ¡Como no atemos esto bien esto se nos desata por tdas partes!
Picapica.- Doña Gonzala, aparte ya esa pistola de mi cabeza y reconozcamos públicamente que somos unas miserables y quizás nos conmuten morir en la horca por un destierro a Molocai.
Numeraria.- Usted no sabe en el lío en que se han metido y el lío en que se han metido es debido a su querido Señorito de Vélez. Si las mandan a Molocai morirán de lepra y no es una broma porque miren lo que le pasó al Padre Damián y eso que era un santo comparada con ustedes tres.
Doña Gonzala.- Querida Numeraria, sea usted generosa ya que tiene un alma tan buena, y no intervenga cuando yo estoy actuando porque esto ya pasa de ser una comedia y un drama. Evite que esto sea una tragedia y acepte la mano de mi hijito.
Numeraria.- ¡Que no, Doña Gonzala! ¡Está usted más sorda que el Eustaquio que tiene que usar una trompetilla para escuchar la explosión de una granada de mano en la ventana de su cobertizo porque ni aún así se entera de lo que pasa! Ya veo que usted está totalmente enloquecida pero las bromistas han sido Tita Saboya, Pepa de la Mancha y Torrijeña... yo sólo he sido el medio y no la parte... y dejemos ya totalmente aparte lo de mi boda con su Floripondio. Rsdulta que esta borma ha sido por culpa de sus bárbaras acciones que es usted más bárbara que Bárbara la de Braganza que fíjese usted si era bárbara que se llamaba, nada más y nada menos, que Maria Madalena Bárbara Xavier Leonor Teresa Antónia Josefa de Bragança. Es necesario hacer una justicia ejemplar con todas ustedes las del Club de Las Chismosas y no es una venganza sino evitar ya todas las injusticias que se ha cometido con las del Club de Las Burladas. A ver si ya olvidamos esta dichosa boda que de dichosa no tiene ninguna dicha... por lo menos en cuanto a mí corresponde... y dejemos ya de marear a la perdiz pardiez.
ESCENA VIII
Doña Gonzala, Picapica, Numeraria, Doña Marcelina, Criada, luego Tita Saboya apareciendo por la izquierda.
Criada.- Señora.. aquí viene otra señorita. Esta es su tarjeta.
Doña Gonzala (Leyendo la tarjeta).- ¡Dios mío! ¡Horror! ¡Ya la tenemos aquí!
Doña Marcelina.- ¿Quién? ¡No puede ser Solitario porque ha dicho y muy bien dicho por cierto, con un acento que me gusta más que comer con los dedos y eso que a mí me encanta comer con los dedos, una señorita!
Doña Gonzala.- ¡¡Es Tita Saboya!!
Picapica y Numeraria.- ¡¡Ella!!
Doña Gonzala.- Viene a terminar con nosotras.
Picapica (Logra coger la pistola en un descuido de Doña Gonzala).- Permitidme que yo...
Numeraria (Coge una silla).- ¡Déjese usted esa pistola en el suelo... que tiene usted una trompa en la cabeza de grulla que es de perogrullo... esto... de perogrulla. ¡¡Suelte la pistola o le aplasto la cabeza de grulla y la convierto en tortilla de Sulla!! Y me estoy refiriendo a Lucius Cornelius Sulla Felix que tiene una buena cabeza en un Museo de Munich me parece.
Doña Marcelina.- Pero, por favor, Gonzalita... procure usted solucionar todo esto...
Doña Gonzala.- Descuida, Marcelona... esto Marcelina... tranquila. Haremos que sólo Picapica sea la ahorcada y las demás nos salvamos todas.
Numeraria.- Pero es que resulta que estamos nosotras...
Doña Gonzala.- ¡Métanse todas ustedes las jovencitas guapas, alegres y bullangueras en sus cosas y guarden silencio absoluto porque cuando yo digo silencio absoluto se hace silencio absoluto y no relativo porque ahora lo de relativo no viene a cuento pero este cuento se acaba como yo me llamo Gonzala! (A la Criada) Que pase la visitante (Se meten todas rápidamente dentro de la habitación) Y guardad silencio absoluto que para eso cuando yo digo silencio absoluto es absoluto silencio y no silencio relativo y, oigáis lo que  opigáis, que no salga ninguna o me las cepillo a todas.
Tita Saboya (Desde la puerta pero sin entrar todavía).- ¿Da usted su permiso, queridísima y amadísima Doña Gonzala la de la parrala si la parrala no... que tanto sabe de amores lícitos, ilícitos y hasta solitarios. ¿Está usted jugando a algún solitario con las cartas del Tarot?
Doña Gonzala.- Adelante.
Tita Saboya (Entrando).- Perdone usted, hija predilecta de los santos inocentes de este pueblo. Es usted una verdadera amiga si se puede decir sin molestarla porque a usted hasta le molesta que le llamemos amiga pero lo que quiero decir  es que si es usted amiguita de los altos cargos públicos que de los privados ya sabemos que sí. He tenido el honor de escucharla y ahora quiero que usted tenga el honor de escucharme.
Doña Gonzala.- Tome asiento y dígame unas cuantas mentiras que tanto me gustan oir por eso de aumentar mi ego, mi yo, mi persona, mi ser, mi humanidad, mi todo. (Se sienta)
Tita Saboya.- Doña Gonzala, usted y yo somos dos mujeres, bueno por lo que se refiere a mí no hay duda alguna, totalmenee distintas del todo. Usted sólo es una arpía y yo todavía soy una señorita de honor, que hasta salí elegida madrina de honor en las últimas fiestas patronales de Vélez Rubio... ¿o no se acuerda suted de eso que me parece que desde entonces me cogió tirria y no sé por qué pero supongo que será por algo? Así que le voy a decir a usted la verdad de quien soy yo.
Doña Gonzala.- Usted y yo somos dos muejres con honor.
Tita Saboya.- Perdone usted; ya veo que es usted una mujer aunque no lo parezca bien del todo y por eso la considero pero es que usted es tan marchosa que se cree la más marchosa de todas y ¿sabe lo que le digo yo a usted, hablando de género humano a género humano para ser más exactas? pues que las mujeres somos mujeres. Así que corríjame si me equivoco. Aquí, entre las dos, sólo hay una mujer verdadera que dice la verdad.
Doña Gonzala.- Adelante. Siga usted hablando que me está entrando la risa.
Tita Saboya.- Bueno, pues a ver si le hace gracia lo que ha dicho Picapica al señor comisario de la policía local... que me parece que se ha vuelto totalmente loca con lo de la policía local.
Doña Gonzala.- ¡Silencio! ¡Pienso matarla!
Tita Saboya.- Demasiado tarde. Le contó toda la verdad a las autoridades locales porque se ha vuelto loca con tanta localidad de corridas... de toros por supuesto... y ha hecho unas confesiones que son, mire por donde, las mismas confesiones que yo hice antes a la policía local porque esto de lo local ya es una locura total. Todo confirma lo que yo decía desde un principio.
Doña Gonzala.- No me hace ya tanta gracia el asunto (Numeraria saluda desde la puerta entreabierta de la habitación)
Tita Saboya (Dando un salto en la silla) ¡Numeraria! (Llena de asombro) ¿Pero qué es esto? (A Picapica que también se asoma) ¿Tú aquçi también? Numeraria... ¿pero no habíamos quedado en que vendría yo sola?
Numeraria.- No te asustes Tita. Si no intervenimos nocotras ya serías una mujer muerta. Ha tenido en la mano una pistola. Menos mal que yo la hice entrar en razones aunque razones no tiene ninguna porque hay que ver que mujer más falta de razón...
Doña Gonzala (Se levanta y clava los ojos de bruja en los de Tita Saboya que retrocede asustada pero Doña Gonzala la coge de la mano).- Nunca te vas a salir con la tuya ni tampoco las demás... así que necesito que guardéis silencio absoluto porque si yo digo silencio absoluto el silencio es absoluto y no relativo y todo lo demás que ya no me acuerdo ni sé lo que me digo ni lo que le digo a las demás.
Tita Saboya (Zafándoase de la mano de Doña Gonzala).- Doña Gonnzala, estoy solamente transmitiendo todo esto para cumplir justicia y así va a ser.
Doña Gonzala.- ¿Por qué tuvo usted que ser la que la eligiesen como presidenta del Club de Las Burladas si su profesión es la de ganadera taurina?
Tita Saboya.- Porque todas las burladas estamos ya hartas de tantos cuernos, recuernos y requetecuernos y preferimos cambiar un poco de tercio para solucionar todo esto de los cuernos, los recuernos y los requetecuernos. Usted ya me entiende.  ¿Qué mejor que una ganadera taurina para afeitar los cuernos a ciertos toros bravos o que se las dan de bravos y luego resultan solamente becerros?
Doña Gonzala.- Pero... ¿Usted también cree que somos tres brujas ridículas y por eso ahora somos la rechifla de todas las gentes del pueblo y de las comarcas aledañas? ¿Dígame qué clase de locura es ésta porque me parece que usted está loca?
Tita Saboya.- ¿Que yo estoy loca? ¡Aquí la única loca de la casa es usted y además yo no soy de su casa porque mi casa si es de cuna de la nobleza y la suya es de cuna de los plebeyos! Doña Gonzala... ¡está usted más chota que las chotas que tengo separadas aparte porque están locas de verdad!. ¿Cree que nadie se ha dado cuenta de eso? ¡Haga el favor de tener un poco de dignidad por lo menos al final de todo este asunto! (Las otras, tras las rendijas de la puerta de la habitación hacen el gesto de que está loca del todo).
Doña Gonzala.- En este momento soy implacable. Soy más cínica que Sófocles el alumno más aventajado de Antístenes y fíjese usted, Tita Saboya, que de pronto me ha entrado la cultura para ver si con el cinismo salgo viva de todo este escándalo. ¡Déme la mano que me quiero confesar con usted! (Se pone de rodillas)
Tita Saboya.- Doña Gonzala tiene usted más morro que si hubiera nacido en Cangas de Morrazo y no lo digo por lo de Cangas sino por lo de Morrazo. Haga el favor de morir de pie y no vivir de rodillas que es una frase muy buena dicha por el ex presidente mejicano Benito Juárez García, para que vea que yo no me he olvidado para nada de la cultura histórica y no toda esa filosofía barata que aprende usted en los corrillos de las comadronas que no tienen otra cosa que hacer sino fisgar tras los visillos... que son ustedes como las viejas de los visillos... de tanto y tanto cotillear y decir chismes por aquí, chismes por allá, chismes por acullá y vaya suted a saber por dónde más.
Doña Gonzala.- Déjeme usted sentarme a su lado. ¿Qué quiere hacer usted conmigo? ¡Quiero confesarme con usted!
Tita Saboya.- ¿Usted se ha creído que yo soy la abadesa mayor de un convento de
carmelitas desclazas? ¡Vaya a confesarse con el cura de su parroquia! No pediremos que la ahorquen sino que la destierren junto a Picapica y Doña Marcelina a Molocai.
Doña Gonzala.- ¡Prefiero que me deje usted usar la pistola!
Tita Saboya.- ¡Doña Gonzala! ¡Deje usted de hacer tonterías! ¡No pienso dejarme matar porque quiero vivir lo suficiente como para contar esta historia a mis tataranietos!
Doña Gonzala.- ¡Si tiene usted un gramo de generosidad déjeme que busque la pistola, que encuentre la pistola y que me dispare con la pistola!
Tita Saboya (Aparte).- ¡Cielos! ¡Yo creía que me iba a matar a mí y ahora resulta que se quiere matar a si misma!
Doña Gonzala.- ¡Hay que hacer justicia y la justicia es que yo me tire un tiro en el cerebro y si no puede ser de un tiro pues me tiro en el cerebro dos tiros o tres tiros o todo el cargador completo!
Doña Marcelina (Saliendo de la puerta de la habitación).- ¡Oiga,Doña Gonzala, cuente también con nosotras!
Tita Saboya (Sentada).- Si no lo veo no lo creo pero aún viéndolo no lo creo pero resulta que es verdad y he acertado sin darme cuenta. Ahora resulta que de no haber sido por esta broma estaban dispuestas a destruir toda la ética y toda la moral de Andalucía entera pero... ¡¡no estamos dispuestas a que eso ocurra!!.
Doña Gonzala (Sentándose en la silla de al lado y cogiendo la pistola que está en el suelo).- ¡Cobarde, mal nacida!¡¡Vas a morir!!
Tita Saboya.- Me parece que no me lo está diciendo a mí así que si quiere usted disparar no dispare en esta dirección y cambie la pistola a la otra mano que me va a dar sin querer queriendo o sin queriendo querer.
Numeraria (Saliendo de la puerta).- ¡Doña Gonzala... deje usted esa pistola ya en paz... que la está usted mareando de tanto cogerla y soltarla y cogerla y soltarla
... mire que estamos todas como testigas de su enajenación mental totalitaria... que es usted totalitaria hasta para decir quién tiene que morir!
Doña Gonzla.- ¡¡¡Canalla!!! ¡¡¡Miserable!!! ¡¡¡Váyase de aquí o la mato!!!
Doña Marcelina.- Váyase de aquí Tita Saboya que me parece que se lo está diciendo a usted. ¡Doña Gonzala, haga el favor de decirnos a quien está dispuesta a matar porque no sabemos de verdad a quien acusa usted ahora!
Doña Gonzla (Excitada).- ¡¡¡Cobarde!!! ¡¡¡Infame!!! ¡¡¡Te debería estrangular con mis propias manos!!! ¡Sal de ahí antes de que me enfade de verdad más enfadada que lo estoy ahora!
Doña Marcelina.- Pues no sé a quién se está refiriendo. Cálmate ya, Gonzalita, cálmate ya. ¡No vale la pena perder la nobleza de la que tanto alardea aunque sea falso que es usted parte de la nobleza! ¿Qué va a conseguir matándola? Mata usted a Tita Bedoya y... ¿qué consigue?. Tita Saboya es el verdadero espíritu de nuestras futuras generaciones de mujeres valientes y nos han derrotado usando la alegría. ¡Que viva la alegría y olé!... esto... bueno... voy a contenerme un poco porque no están los bollos para las fiestas... Si la mata va a ser usted motivo de que la corten la cabeza sin motivo alguno. ¿Tiene usted algún motivo para matarla?... porque yo no veo motivo ya que las motivadoras hemos sido nosotras.
Doña Gonzala.- ¡Tienes razón, Marcelina, tienes razón!... pero no lo decía por Tita Saboya.
Doña Marcelina.- Pues si tengo razón... aunque la verdad es que yo la razón ya la he perdido del todo pero si tú dices que todavía la tengo pues es que la tengo auqnue yo no me la encuentre por ningún lado que la busco... no compliques más este asunto
¡¡Deja ya la dichosa pistola en el suelo so terca que eres más terca que el burro del Sebastianico y mira que el burro del Sebastianico es un burro aboluto y no un relativo burro aplicando su teoría de la relatividad y el absolutismmso todo junto para volvernos más locas de lo que estamos!!
Doña Gonzala.- ¡¡Mi pobre hijito de mis riñones... esto de mis hígadillos... esto de mis tripas... que es que ya me hago de tripas corazón y pierdo la razónç!! ¡¡¡La mato!!! ¡Antes de verme humillada del todo la mato!
Doña Marcelina.- Está bien que antes de ser humillada quieroa matar a alguien aunque sea al primero que se encuentre por la calle como hacen los asesinos y las asesinas en serie que nadie puede explicarse pro qué lo hacen... pero... ¿se puede saber a quién quieres matar ahora que la boda del Señor Florentino ha sido totamente cancelada por resolución definitiva de Numeraria que ha decidido casarse con su pájaro canario y no con tu insecto mariposa?
Doña Gonzala.- ¡¡¡La mato!!! Es mejor matarla antes de que Solitario se entere de todo.
Doña Marcelina.- menos mal que Solitario no ha sido invitado a esta ya anulada boda...
Doña Gonzala.- ¡¡¡Por eso la mato auque sé que no se atreve a asomar los hocicos!!! ¡No me estoy refiriendo a Numeraria que la verdad sea dicha tiene toda la razón al elegir al novio que más le gusta y no al adefesio que le he querido endilgar! A quien mato, si la pillo viva, es a la bruja de Picapica. Esta bien (Deja la pistola en el suelo) Vamos a decir la verdad verdadera. En Molocai, al menos, no vendrá a buscarnos Solitario porque es mucho más inteligente que nosotras tres juntas como para querer contagiarse de lepra en plena juventud. Ha resultado ser más inteligente que nosotras tres juntas porque una bruta más una bruta más una bruta suma un total de tres brutas lo cual ya es decir que somos brutas del todo. ¡Se acabó la farsa! Fin de la historia. Numeraria se nos escapa y se casa con su canario y la Criada, ese verdadero bombón de hispanoamericana, se nos escapa y se casa con Solitario. ¿Y qué nos queda a nosotras? Sólo nos queda Molocai. ¡¡A Molocai voy voy voy porque quiero navegar!!. Estoy loca del todo pero más loca está Picapica y tú también estás
bastante o muy loca,Marcelina. ¡¡A Molocai voy voy voy porque quiero navegar. Cuando estemos las tres trabajando en los campos de azúcar que hay por allá todo esto ya sólo será historia.
FIN
(Obra Teatral en Homenaje a Carlos Arniches)
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Farsa teatral como Homenaje a Carlos Arniches.

Palabras Clave: Literatura Teatro Comedia Farsa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Humor



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