La babosa se desliza por entre el saxofón. Una noche se introdujo en la nariz del drogado negro, tendido sobre las baldosas al pie de la cama. El repugnante  negro estornudó. Este saxofón estaba sucio. La babosa no vio a la niña quien sí observó el largo proceso del molusco introduciéndose en el instrumento. Había dejado de llorar. Tenía en sus manos el libro del doctor Seuss: El gato en el sombrero. Su madre nunca quiso que tuviera un gato, le repugnaban los gatos pero coleccionaba fotografías de negros tocando saxofón. Mamá tiene fotos en todas las habitaciones de la casa. Fotos de negros desnudos. Fotos de negros tocando saxofón y fotos de ella con los negros o de ella sola con saxofones entre los muslos. Hay una foto de mamá entre las piernas de un negro que sonríe. Odio los tulipanes que le envían.

Mamá entraba los sábados algún negro y follaba furiosa con él como gata enorme, en celo todo el tiempo. Follaba hasta la madrugada. Por tal motivo no impediría que la babosa entrara en el instrumento. Ni esa ni las otras que descendían por la pared. Hoy es sábado. En la alcoba contigua se escuchaban insultos de mamá al negro. Lo vio cuando ambos entraban borrachos. Un negro de pequeña estatura con una flauta bajo el brazo. Centenares de babosas en busca del saxofón. Entonces escuchó la música, la canción que interpretaba el negro en su flauta. La niña salió despacio de su cuarto y entreabrió la puerta de la habitación de su madre. En mitad de la cama vio al negro desnudo, tocando la flauta y a su lado una gata blanca que no supo si dormía o estaba muerta.