Si alguien escribe un poema o publica un libro de poemas, es su experiencia y no la mía. Es su forma de ver, apreciar o despreciar la vida, el mundo y la gente, a través de unas palabras y unas imágenes particulares, ajenas a las mías, distantes de mis emociones y mis sentimientos, tal vez opuestas a las de mi propio destino. No tengo por qué identificarme con ellas. No tengo intimidad real con ese libro o ese verso, con un cúmulo de conceptos o de metáforas que, por bien escritos que puedan parecer, no son míos. Es una experiencia poética superficial o profunda, sincera o simulada, que no tiene por qué condicionar la mía, ni debe conducirme a ver el mundo como ese poeta lo sufre o lo deforma. Son autores que viven dentro de un basurero, por ejemplo, cuando hacen gala de sus defectos y vicios, de sus demencias. Si yo vivo en un jardín, ¿por qué he de aceptar sus relatos y negar los míos. Ellos tienen derecho a devorar con ansiedad toda la basura que deseen y sean capaces de asimilar, lo cual no invalida el dulce sabor de la manzana que yo consumo.
Debo dejarlos solos con sus errores o talentos, no involucrarme con sus terrores, sus angustias ni su filosofía de la vida. Debemos protegernos de los venenos de todo este tipo de poetas. ¿Qué puedo encontrar, por ejemplo, de admirable en un poeta como Raúl Gómez Jattin describiendo sus relaciones sexuales con múltiples animales? Él le llamaba a esa descripción poesía. Yo no la llamo así ni la considero arte literario. Es su experiencia, no la mía. Aunque a este tipo de textos le llamen poesíay algún tipo de gente le rinda reverencia literaria a estas enfemedades, yo debo tener el valor de disentir, al buscarle mejores opciones poéticas a mis emociones y sentimientos. A no ser que haga lo mismo y por eso me indentifique con tal tipo de escritura. ¿Acaso debo aceptarles su literatura nauseabunda porque venden muchos libroso porque han ganado premios o porque cualquier comentarista de periódico lo recomendó?... pueden describir mi entorno social y eso no significa nada para mí. Mi mundo interior es superior, sin fronteras, y yo camino por él sin ninguna norma ajena.