LA VIDA siempre me transcurre un poco más adelante o un poco atrás. Adelante, con alguna ambición. Atrás, con una hoja de anís o de perejil. Ella no acostumbra marchar a mi paso ni yo me ajusto siempre al suyo.
Por eso el poema. El verso y los poemas, la poesía como puente. El poema como instrumento para detener la vida por un instante y ajustarla a mi paso. Lo cual no es fácil pero tampoco es imposible. El poema como herramienta para devolverme y esperar aquello que definitivamente quedó atrás.
El Zen, por ejemplo. O el sentido profundo, es decir, el más visible, de leer y escribir un haiku desde el cual se muestra la inexistencia de tales distancias.  Uno lo ve y lo siente pero se escapa, se diluye en los procesos de intentar recuperar el pasado o adelantar el futuro. Y todo es tan sencillo: simplemente transcurrir con la vida. Ni atrás ni adelante. Sin competir con ella.
El poder más milagroso  del ser humano es andar sobre la tierra y no surcar los aires con alas que no posee. El gran milagro es la vida.Rinzai decía: "¿Qué os falta? No hay nada que buscar, nada queaprender, nada que obtener. Todo está dentro de nosotros mismos, basta darse cuenta, abrir los ojos, mirar las cosas tal cual son".