Este yinn no habitaba dentro de una lámpara. Había elegido cloacas entre las cuales era feliz. Las escogió por ser más profundas, extensas y desbordadas de revelaciones sobre el mundo de los hombres.
Quienes levantaban la tapa de una alcantarilla en luna llena, tenían el privilegio de escucharle cantar tres canciones. Sin instrumentos musicales, el genio cantaba para quien había destapado su albañar. Al escucharlo con atención, se apreciaba en el fondo el íntimo e iluminador susurro de un didgeridoo.
El genio de las cloacas traía también una botella de vino para bebérsela con su acompañante. Al concluir la interpretación, en sus manos aparecía dicho instrumento, con la parte inferior del mismo encajada entre la cloaca. Lo regalaba si se sentía escuchado con atención. Tócala cuando desees salir de tu propia cloaca, aconsejaba.

 La mayoría de personas tiraba el instrumento y seguía de largo, mientras el genio, sonriente, ajustaba la tapa metálica de la alcantarilla.