Del todo a la nada y viceversa (Diario).
Publicado en Apr 13, 2012
Viernes, 13 de abril de 2012. Me encuentro, por esos designios de Dios, tomando un café con leche en el Bar Cafetería Restaurante El Piche de San Fernando de Henares (en la provincia de Madrid). A mi lado se encuentra un caballero que me cuenta una historia real, según dice él, sucedida en 1988. Resulta que en la Lotería de Navidad de aquel año, un comerciante (no recuerdo de qué oficio me cuenta) tenía dos números completos para repartir, en participaciones de unas 5 pesetas, más o menos, entre su clientela.
También resulta que el Premio Gordo correspondió a uno de aquellos dos números. La esposa del comerciante estuvo toda la noche anterior deseando, desesperadamente, vender todas las participaciones. No lo consiguió del todo y tuvo que quedarse con un talonario completo. El Premio ascendió a dos mil millones de pesetas y, además, el comerciante ganó otros trescientos millones de pesetas porque muchísimos de sus clientes que llevaban participaciones de 5 pesetas no fueron a cobrarlos. Lo más gracioso del asunto (si es que el asunto tiene gracia) es que el caballero que me cuenta esta historia resulta que llevaba unas veinticinco mil pesetas en participaciones pero... ¡no eran del número premiado sino del que no salió premiado! Como para cortarle el cuello al comerciante... Esto me hace recordar a los primeros años de la década de los 60. Yo tendría entonces unos 13 años de edad aproximadamente y vivíamos en la calle madrileña de Alcalde Sáinz de Baranda. Resulta que, sin que se enterasen mis padres ni nadie más de la familia, los tres hijos pequeños habíamos jugado a una quiniela de fútbol y estábamos, la tarde de aquel domingo, escuchando los resultados a través del Carrusel Deportivo (supongo que el resto de la familia estarían haciendo algo fuera de casa). A un minuto del final de todos los partidos, teníamos el total de los 14 resultados acertados. Eso suponía que éramos millonarios... así que comenzamos a bailar y cantar dando vueltas alrededor de la mesa pequeña, pero... lamentablemente y en aquel último minuto cambió el resultado de los dos partidos que resultaban ser las dos grandes sorpresas de la quiniela. Nos quedaba el consuelo de ganar unas muy pocas pesetas con los 12 resultados acertados (entonces se daban premios a los de 14, los de 13 y los de 12) pero también sucedió algo sorprendente (puesto que la inmensa mayoría de las veces los de 12 ganaban unas pocas pesetas) y es que, al fallar las dos grandes sorpresas, hubo tantos acertantes de 12 rsultados que, por tal motivo, no se dio ni un solo céntimo de peseta a los de 12 aciertos. La vida nos demuestra que a veces tenemos todo al alcance de nuestras manos y se nos queda en nada (y aquí me vuelve la memoria a recordar lo de la herencia familiar relacionado con mis tres hermanos) pero también puede ocurrir que de no tener nada pasamos a tener todo lo que soñamos. Esto confirma que, efectivamente como decimos los escritores, la vida es sueño y que podemos estar sentados sobre una mina de oro sin darnos cuenta hasta que la mina explota y volamos por los aires con todo el oro incluído. En otras palabras, que a veces nuestros sueños se convierten en oro molido, y no me refiero al almirez que usaba mi abuela para moler ajos, o nos casamos con una super millonaria, guapísima modelo para más señas, sin habernos dado ni cuenta. Nota.- El 13 viernes es un día tan normal como otro cualquiera a pesar de lo que digan y crean los norteamericanos.
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