La paradjica Verdad (Reflexiones)
Publicado en Apr 16, 2012
Asegurar que estamos en posesión de la Verdad (así en absoluto y con mayúscula) es una tentación que nos pone en la situación de interpretarnos como personas sin enigmas. Pero todos somos, en este mundo, personajes enigmáticos. De ahí lo paradójico del tema. Somos hombres y mujeres que llegamos a la vida suscitándonos curiosidades para hacernos capaces de entendernos. El problema es ¿qué debemos de entender como Verdad absoluta y con mayúscula?. Entonces, ante esta pregunta, creamos una espìral, un círculo que nunca se cierra, donde no podemos controlar todo lo que ocurre a nuestro alrededor ni todo lo que ocurre en nuestro interior. Por eso la Verdad absoluta nunca la podemos definir como un hallazgo definitivo.
Una cosa es tener claro un tema y una actitud hacia ese tema para actuar con arreglo a nuestros principios sólidos y otra bien distinta formular un tema y una actitud totalmente absoluta. Sólo las personas inmovilistas, las que nunca crecen, permanecen estáticas; mas el que busca la Verdad está en continuo desarrollo y se conduce a través del diálogo con todo lo que le rodea y con todo lo que va siendo él mismo. Si nos conducimos a través de ese diálogo evolutivo no podemos ser fundamentalistas de la Verdad. Ser fundamentalistas de la Verdad es, por lo tanto, una locura comparativa carente de verdadero significativo clarificador. La actitud que tenemos para compararnos con lo que ocurre a nuestro alrededor y lo que ocurre dentro de nosotros mismos hace que seamos cualquier cosa menos seres estáticos. Sólo los que no tienen respeto a lo que es la vida se creen poseedores de la Verdad absoluta. No es que la Verdad absoluta no exista. Es que se compone de infinitas verdades relativas y por eso sólo podemos acercarnos a ella. Sólo un hipotético Dios posee la Verdad absoluta, pero la guarda en sus propios misterios. Claro que vivimos verdades. Claro que sabemos distinguir entre una verdad y una mentira, pero no tenemos nunca que comulgar con un pensamiento único porque el pensamiento es variable, evolutivo y ascendente por lo que tiene de intuitivo. No hay un pensamiento único en la historia de los seres humanos. Incluso dentro de un pensamiento análogo e igual hay infinitas variantes. Por eso, si se nos despierta la curiosidad por conocer la Verdad, tenemos que abrir la mente a nuestro propio mundo y al mundo de los ajenos, incluso aunque tengamos éxito con nuestras reflexiones. La curiosidad por conocer la Verdad no es mala sino todo lo contrario, pero sólo si se enfoca hacia un lado positivo. Entonces hay que tener en cuenta que, en el lado positivo de los humanos, hay un espacio muy grande para lo fantástico, para lo que nos estimula a seguir soñando, para lo que hace que este mundo de las verdades relativas sean espejos abiertos a la curiosidad innata por alcanzar las aproximaciones evolutivas hacia la Verdad. Una evolución que nos hace, poco a poco, ir progresando sabiendo que nunca podremos conquistar la Verdad absoluta porque es una paradoja en sí misma. Un excesivo afán por ser tal como pensamos que somos nos hace desvirtuar la Verdad. Hay que mirar a nuestros múltiples espejos (y no todos están colocados de frente) para saber cuáles son las verdades relativas que nos aproximan a la Verdad absoluta. Hay muchos intransigentes que no reflexionan sobre este asunto. Pero los intransigentes mentales están siempre inmersos en el error continuo. Hay que tener tiempo y dar tiempo al tiempo para ser hombres y mujeres con vida; con ese aspecto humano y completo que es la necesidad de expresión, de comunicación con otros seres humanos, para de manera abierta ir descubriendo verdades relativas como aproximaciones a la paradójica Verdad absoluta. La Verdad Absoluta sólo es Dios y nadie de nosotros lo es. Por eso tenemos que evolucionar lo suficiente como para ser capaces de descubrirlo y hallar la Verdad Absoluta con un nombre propio: Jesucristo.
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Carlos Campos Serna
LUMA54
Felicidades, y estrellas para ti, es un honor poderte leer, no te había visto antes, te seguiré leyendo
Cordiales saludos Atte.: Luz Marina