Por sus frutos los conoceris... (Reflexiones).
Publicado en Apr 16, 2012
«Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis.» (Mateo 7,15-20).
¿Quién fue Mateo? Mateo el Evangelista, en hebreo, también conocido como Mateo Leví, Leví de Alfeo o Mateo el Apóstol, fue uno de los doce apóstoles elegidos por Jesús de Nazaret (y leed bien que he dicho Jesús de Nazaret y no Jesús de Galilea). La tradición cristiana le atribuye la autoría del Evangelio de Mateo, pero la crítica actual descarta esta atribución. Esto no me interesa discutirlo con nadie porque esas discusiones son propias de quienes pierden el tiempo en enzarzarse en discusiones que a Jesús de Nazaret no le importaban en absoluto. Etimológicamente, el nombre español Mateo proviene del griego Mathaios y éste, del arameo Mattai, una forma corta del hebreo MattanYah, que significa ‘don de Yah’ (el Dios Yahvéh). Nos encontramos ante una figura sobresaliente de sus tiempos. Mateo es citado en los Evangelios como Leví, hijo de Alfeo, publicano y recaudador de impuestos en Cafarnaúm (Mateo 9:9, Marcos 2:14, Lucas 5:27-29). Existen pequeñas diferencias en el tratamiento que dan a Mateo los distintos Evangelios. En el Evangelio de Lucas se le llama Leví. En el de Marcos, se le da el nombre de Mateo en la lista de los apóstoles, pero es llamado Leví cuando se relata la historia de su vocación. Según los tres sinópticos, lo dejó todo al ser llamado por Jesús. Ese mismo día hizo una gran fiesta a la que asistieron Jesús y sus discípulos. Es mencionado en los Hechos de los Apóstoles, aunque apenas se ofrece información sobre él (Hechos 1:13). Es también uno de los pocos discípulos mencionados por su nombre en el Evangelio de Tomás. Según Eusebio de Cesarea, predicó durante quince años en Judea, donde escribió su Evangelio hacia el año 80. Según Rufino, después se marchó a Etiopía. Algunas tradiciones afirman que fue martirizado en Etiopía. En cambio, de acuerdo con Epifanio de Salamis –obispo de Chipre–, Mateo murió en Hierápolis (en Partia) y quien sufrió martirio en Etiopía habría sido Matías, el sustituto de Judas Iscariote.Mateo es considerado santo por todas las confesiones cristianas que admiten esta distinción. La Iglesia Católica celebra su fiesta el 21 de septiembre y la Ortodoxa el 16. Según la tradición, sus restos se conservan en Salerno (Italia). Una vez presentado a Mateo vamos a pensar en el texto con que se inicia esta reflexión. ¿Habéis visto y conocido cuántos hombres más o menos ilustres, más o menos famosos, más o menos importantes según la medida que dan los que deciden qué medida tiene un hombre, son solamente pura vanidad? ¿Creéis que de la vanidad puede salir algo más que vanidad?: "¡Vanidad de vanidades -dijo el Predicador-, todo es vanidad" (Eclesiastés 12:8). Relatemos el texto completo: "Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes de que vengan los días malos, y lleguen los años de los duelos y digas: "No tengo en ellos contentamiento"; antes de que oscurezcan el sol y la luz, la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia; cuando tiemblen los guardias de la casa y se encorven los hombres fuertes; cuando cesen de trabajar las molineras, porque habrán disminuido, y se queden a oscuras las que miran por las ventanas, cuando las puertas de afuera se cierren, y se vaya apagando el ruido del molino; cuando se escuche la voz del ave, pero las canciones dejen de oírse; cuando se tema también a las alturas, y se llene de peligros el camino, y florezca el almendro, y la langosta sea una carga, y se pierda el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, y rondarán por las calles quienes hacen duelo; antes que la cadena de plata se quiebre, se rompa el cuenco de oro, el cántaro se quiebre junto a la fuente y la polea se rompa sobre el pozo; antes que el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio". Estamos ante una tesitura de carácter general. O damos buenos frutos o solamente somos vanidad de vanidades nada más. Si de un hombre vanidoso crees que conseguirás algo más, te equivocas al igual que se han equivocado millones de hombres a lo largo de toda la Historia de la Humanidad. ¿Quién fue, en realidad, el emperador que conquistó tierras para engrandecer su fama? ¿Quién fue, en realidad, el señor que se adueñó de los pueblos para engrandecer su poder? ¿Quién fue, en realidad, el triunfador que venció solamente para engrandecer su ego? Si no supiste dar de beber al sediento o dar de beber al hambriento habrás sido, únicamente, la paja que se lleva el viento pero no el grano que se cosecha para alimento de los necesitados. Si tuviste tanto y no supiste dar nada, en realidad eres absolutamente nada; pero si tuviste tanto y supiste repartir a quienes pedían, en realidad eres absolutamente todo. Por sus obras los conoceréis. Aquellos que ocuparon lugares destacados en el mundanal ruido de las vanidades sólo han sido apariencias nada más... y en el Cielo posterior a esta vida no entrarán los hombres ni las mujeres aparentes sino aquellos hombres y mujeres que, en verdad, dieron grano para sustento de los necesitados y no paja para el viento. El viento se va a donde acaba el viento, a esa nada que nada contiene; pero Dios mece las cosechas y determina quiénes son los que no se dejaron arrastrar por el viento de las vanidades, quiénes son los que no fueron sino huecos vacíos en su interior a pesar de que pasaron por la Tierra con boato, pompas, elogios y prebendas que a otros les fueron arrebatadas. Porque Dios no es deudor de nadie y hará su Justicia. ¿Qué son las pequeñas e interesadas justicias de tantos jueces humanos que no supieron producir más que intereses propios quitando herencias a quienes las necesitaban porque en verdad les pertenecían, dictando juicios en contra de quienes eran inocentes y a favor de quienes les pagaban más y mejor con monedas acuñadas en el crisol de las vanidades?. Vendrá un tiempo no tan lejano como muchos piensan, no tan lejano como algunos creen, en que todos seremos medidos por la vara de Dios. Y en esa medida divina seremos todos conocidos, de sobra todos conocidos, por los frutos que dimos durante nuestra estancia en este mundo en que los vanidosos intentan solapar a los que actúan dando fruto verdadero. Sigamos con Mateo. La advertencia final es necesaria: "Además, el hacha ya está puesta a raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego". Algunas veces me critican por ser cierto y verdadero cuando escribo sobre certezas y verdades. No nos importan a los cristianos y cristianas que decimos las certezas de Dios y las verdades de Jesucristo ni sus absurdas críticas ni sus inútiles amenazas. Porque la Sangre de Jesucristo es nuestro escudo y la Voz de Dios es la nuestra. Si veis vanidad en esto es que, realmente, no sabéis distinguir entre la falsedad y la certeza, entre la mentira y la verdad, entre la hipocresía y la sinceridad, entre lo que muchos callan y los que pocos nos atrevemos a decir. Y en estos tiempos ya guardar silencio no sirve más que para convertir al mundo en una vanidad global. Así que, si estás produciendo frutos, serás reconocido cuando llegue el momento porque fuiste capaz de propagar las verdades cristianas, más si has sido hueco, vacío, nada... serás convertido en lo que tú has decidido ser con tu propia voluntad; o sea, nada. Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Yo, por eso, escribo y doy al mundo lo que es del mundo y escribo y doy a mi Creador lo que es de mi Creador. Y si lo llamáis vanidad no me interesa discutirlo con vosotros sino dialogar mis asuntos directamente con Jesucristo; porque con su permiso escribo lo que es del mundo y escribo lo que es de Dios. Que me juzguen los que no saben juzgar más que lo aprendido en sus hipocresías y falsedades ni me asusta ni me hace perder la Fe. Por eso a quienes me llaman como ellos quieren llamarme no me preocupa porque solamente estoy intentando dar frutos y si lo consigo no es gracias a esos ilustres doctores de las ciencias de la mente que todo lo creen entender menos lo que es sencillo y natural. Y, como sencillo y natural, seguiré escribiendo con mente lúcida y lucida... sea lo que sea que desee escribir por la Liberación que produjo en mí la Sangre de Jesucristo. Al mundo escribo cosas del mundo. A Dios escribo cosas de Dios. Y quien quiera interpretar mis textos con sus propias medidas no me interesa en absoluto por muy doctor en ciencias de la mente que se digne titular; pues solamente la medida de Dios es la que me interesa y sólo el fruto que pueda agradar a Dios es el que me dirige. A veces bajando a lo mundano para criticar lo mundano, a veces siendo como el niño que escribe para los niños, otras veces entrando en mi interior para conocer el Don que Dios me otorgó... pero nunca siendo hombre perteneciente a la vanidad. Desnudo vine al mundo y arrojado fui de mi propia casa pero vestido con buena ropa y viviendo en una gran mansión como hogar le veré llegar porque es su Promesa... y Jesucristo no me ha decepcionado jamás ni jamás me va a decepcionar. "Pedid y se os dará en abundancia" (dijo Él) pero yo añado sin temor "si es que nunca jamás os habéis apartado de mí y si por seguirme os han llamado locos los sabios de este mundo de la feria de las vanidades".
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|