MEDUSA Y LOS PICHONES
Publicado en Apr 18, 2012
Cuando a Medusa su hermana Esteno le dijo, en el bosque hay numerosos nidos de donde caen con frecuencia pichones de las aves y revientan entre la yerba, decidió ir una noche. Comer pichones crudos. O tal vez asistir a su fulminante agonía. En un momento de ternura, habría entonado para esos moribundos pichones cualquier canción de cuna. Medusa conocía letra y música de ancestrales canciones para dormir y despertar niños. Su madre, ¿su madre?, ¿su abuela?, ¿algún poeta?, la hacía dormir cantándole yambos de Arquíloco de Paros. Medusa no siempre era lo que parecía. Caminó durante varias horas deseando no encontrar en su camino ningún ser humano. Escudriñaba en el suelo, sin encontrar ningún pichón. Tal vez buscaba en lugares equivocados, donde solo hallaba serpientes tratando de hermanarse con ella. Esta noche era diferente. Solo importaba encontrar un pichón herido, o muerto, o agonizando. Nada más. Medusa escuchó el distante ulular de un búho y se detuvo bajo un árbol, sintiéndose sola por primera vez. Y tuvo miedo allí, en la soledad del bosque. No podría compartir su zozobra con nadie, por lo tanto el miedo sería más hondo. En realidad, los pichones no importaban mucho. Eran su disculpa para caminar sola por el bosque. A sus pies cayó un pichón, aleteando torpe. Lo recogió con maternal dulzura y lo miró a los ojos.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|